Laura y Mariano, de Neuquén a España: así entraron a Europa y consiguieron trabajo en un centro de esquí

La pandemia interrumpió su travesía de Ushuaia a Alaska en kombi pero no su sueño viajero: volaron a Madrid y consiguieron permiso para residir y empleo primero en Mallorca como guardavidas y moza y ahora en Los Pirineos como camareros. Aquí cuentan cómo lo lograron y el paso a paso de su apasionante aventura.

Si tenés un sueño pero no hacés nada para concretarlo, se queda en eso, en un sueño. Lo que pudo haber sido no es la elección de vida de Laura y Mariano. Y si no, fijate su recorrido en estos diez grandes momentos de su historia con punto de partida en Neuquén. No les resultó sencillo resolver todo el tema de los papeles para entrar a Europa, pero valió la pena. Lo cuentan por WhatsApp desde el monoambiente equipado con vista a la montaña en el centro de esquí Baqueira Beret, el más grande de España en los famosos Pirineos, por el que les descuentan 100 euros a cada uno de los entre 1.200 y 1300 que ganan por mes como ayudantes de camareros. Esta es la foto de hoy, pero ¿cómo llegaron hasta ahí?

Laura y Mariano en las playas de Mallorca. Fotos: Soltar y viajar

Uno: se conocen en el refugio Hielo Azul en El Bolsón en enero del 2017.

Dos: en febrero del 2018 él deja La Plata y se va a vivir con ella a Centenario, a 15 kilómetros de Neuquén capital y se suma al emprendimiento familiar de transporte escolar.

Tiempos de transporte escolar en Centenario.

Tres: compran una kombi y en enero del 2020 parten con la ilusión de unir Ushuaia con Alaska.

Cuatro: tras dos meses de travesía la pandemia los deja varados en un camping de Calafate y 45 días después logran volver a Centenario.

Cinco:  de regreso al punto de partida, se las rebuscan, venden fruta y verdura, reparten paquetes, piensan cómo seguir.

Primeras experiencias laborales en Mallorca, de cara a Mediterráneo: Mariano, guardavidas en las playas del Muro. Laura, camarera. Fotos: Soltar y Viajar.

Seis: convencidos de que la pandemia será larga, postergan continuar la travesía en kombi, pero no renuncian a su sueño viajero. Europa aparece en el horizonte: también circula el virus, pero están dispuestos a tomar ese riesgo.  Se casan el 13 de noviembre del 2020 y se enfocan en conseguir todos los papeles para entrar a España. Vuelan el 20 de marzo del 2021.

Siete: van a Mallorca, la isla del Mediterráneo famosa por su clima y sus playas donde los alojan familiares de Mariano. Él, profe de educación física y con el curso hecho, consigue trabajo como guardavidas. Ella tarda un poco más. Es licenciada en Administración de Empresas, pero por ahí no va. Deja su CV por todos lados en hoteles y restaurantes y la contratan como camarera

Ocho: trabajan toda la temporada de verano y con parte de lo ahorrado recorren Italia durante 16 días inolvidables.

En la famosa Torre de Pisa y en Mallorca. Fotos: Soltar y Viajar.

Nueve: se van a Andorra a buscar empleo para la temporada invernal, como tantos argentinos. Tienen ofertas laborales pero no hay dónde alojarse. Están 10 días y no hay caso. Ella manda decenas de mails con sus CV. A la mañana siguiente les responden del centro de esquí más grande de España, el Baqueira Beret. Les brillan los ojos cuando leen la respuesta. “Contamos con ustedes para esta temporada. Van a trabajar en las confiterías arriba de la montaña. Manden todos los papeles”.

Diez: al otro día viajan en colectivo de Andorra a Barcelona y de ahí a su nuevo destino, donde serán ayudantes de camareros. Mariano hace el curso para aprender a esquiar en horario de trabajo para llegar a la confitería sobre las tablas. “Cuenta que esquía muy bien y le creo… ¡Quiero que me enseñe!”, dice Laura y se ríe. De fondo, se escucha la risa de él. Acaban de volver del supermercado. Se viene la picadita. Del otro lado de la ventana asoman los Pirineos.


Es el 12 de enero del 2017 en el refugio de montaña Hielo Azul en El Bolsón. Ella intenta colgar su campera empapada después de un trekking al glaciar, no llega por la altura, él la ayuda. Ahí empieza una charla divertida que se interrumpe pronto, cuando Laura Benavides vuelve a Neuquén y Mariano Candiotto a La Plata. La historia sigue, por Skype, por WhatsApp, con visitas cortas.


Un día de febrero del 2018 Mariano se sube a un colectivo que lo deja en la terminal de la ciudad del Alto Valle. Laura lo va a buscar y desde entonces están juntos. Él carga con sus bolsos y una esperanza: sueña con salir a conocer el mundo. Mientras se integra al emprendimiento familiar de transporte escolar y suma horas como profe de Educación Física, no tarda en proponérselo. Insiste hasta que ella le da el ok y juntos le dan forma al plan de recorrer América en kombi. Recuerdan ese momento, cada detalle de esa mañana en el departamento que alquilaban y todo estaba a punto de cambiar.

“Siempre tuve ganas de hacer algo así –cuenta Mariano–. Me había cansado lo de trabajar todo el año para si tenés suerte poder tomarte 15 días y gastar un montón de plata. Siempre tuve ganas de decir ‘me voy’. Se lo propuse a Lau”.

En la Carretera Austral, Chile. Fotos: Soltar y Viajar.

“Y yo, obvio, le decía no, no, no –cuenta Laura–. Tenía otra idea: recibirme, el auto, la casa. Ese era mi plan. Pero Mariano me abrió la cabeza. Al principio discutíamos un poco, hasta que entendí que me invitaba a pensar en otra opción de vida. Empecé a seguir a gente que viajaba, gente que lo hacía. Y sí, empecé a darme cuenta: era posible”.



Parten el domingo 12 de enero del 2020 desde Centenario , con minicaravana incluida que los escolta en los primeros kilómetros de su nueva vida, hasta que se quedan solos en la ruta y suena Puentes, de Gustavo Ceratti, su tema. “Gracias por venir”, cantan el estribillo, las ventanillas bajas. No puede ser más lindo lo que sigue en los caminos de la cordillera rumbo a Bariloche. Cruzan a Chile, bajan por la Carretera Austral, vuelven al país, se maravillan también con El Chaltén. Mariano se revela como un muy buen vendedor de artesanías y así entre los dos generan ingresos. Todo va bien, hasta que de pronto el mundo se detiene.  



La pandemia los sorprende en la ciudad de Santa Cruz en la que ya no pueden ir a ver los glaciares como habían planeado. Los dejan quedarse con la kombi estacionada en una estación de servicio y un par de días después convencen a una funcionaria municipal para que los deje hacer la cuarentena en un camping en el otoño de la Patagonia. Hay agua caliente y electricidad, no es poco en medio del desbande.

Camping de Calafate. Sonrisas el día anterior a volver a Centenario en medio de la cuarentena. Fotos: Soltar y Viajar.

Toman una buena posición cerca de la galería y los baños, que se turnan para limpiar con la legión de varados que llegaría después que ellos, aunque no todos asumen el compromiso.  Un mes y medio más tarde pueden volver a Centenario. Sueño en pausa.


Con cuarentena no hay transporte escolar. Toca buscar otras forma de generar ingresos. La encuentran en repartir paquetes y vender frutas y verduras con la trafic, ya que nadie puede salir. Y así pueden volver a hacer lo que más les gusta: viajar. Las entregas también pueden ser en la cordillera y llegan hasta Villa Pehuenia y Aluminé.

A la kombi modelo 1988 hay que hacerle el motor. ¿Qué es mejor? ¿Invertir los ahorros en esa reparación o en pasajes de avión? Se acerca la respuesta.


Ya casados y Mariano con ciudadanía italiana, averiguan cada detalle para vivir y trabajar en España. Pronto aprenderían, como explica Mariano, que lo mejor es seguir al 100 % los requisitos oficiales en el consulado y estar atentos a las novedades y actualizaciones. Saben entonces que Laura puede entrar como familiar directo con el acta de matrimonio apostillada. Cuentan también con el acta de matrimonio plurilingüe, que demuestra que un italiano está casado con una argentina, que Mariano gestiona en el Consulado de Italia.

Laura y Mariano en Mari Menuco, Neuquén. Fotos: Soltar y Viajar.

Entran a España, además, con PCR negativo y tras bajar una App en la que declaran no tener Covid. Lo que sigue para él: obtener el Certificado de Residencia, algo necesario si quiere quedarse a vivir y además para que también pueda conseguirlo ella. De las tres opciones (trabajador contratado, autónomo o demostración de fondos) optan por la última, la más rápida.  

Un solo banco, La Caixa, le deja a Mariano abrir una cuenta y le dan el certificado de fondos, aunque la cantidad necesaria puede variar en cada ayuntamiento y según el grupo familiar.

Les piden también Empadronamiento (la dirección donde van a vivir y el certificado de convivencia, el vínculo con quienes habitan la casa) y seguro médico por tres meses, pero solo se los venden por un mes o un año. Compran un año.

“En charlas con argentinos que entraron antes nos dimos cuenta de que las condiciones para ellos fueron mucho más flexibles”, dice Mariano. Les llama la atención, también, lo bien que se adaptaron, lo bien que le fue a la mayoría. Una buena cantidad de esos compatriotas dejó la Argentina tras la gran crisis del 2001. Y aquí están, en la isla del Mediterráneo donde las ventanas quedan abiertas, a la noche caminan sin temor a los robos, el transporte público es impecable y con un sueldo promedio se llega a fin de mes sin angustias.

En un video que publicaron en su cuenta en Youtube cuentan paso a paso todas las peripecias burocráticas y aclaran que no presentan ninguna fórmula para entrar, sino solo el relato de su experiencia. E insisten que lo mejor es seguir al pie de la letra los requisitos oficiales, más allá de los consejos de los viajeros. Todo cambia rápido y el riesgo de que te falte un papel se paga con meses de espera.


Se alojan en Sa Pobla, al norte de la isla, en la casa de familiares de Mariano, Sandra y Claudio, una mano clave y una frase que explica todo: «Pueden quedarse acá el tiempo que quieran hasta que se acomoden». Llevaron todos los papeles tan prolijos que una semana después de presentarlos Mariano ya puede trabajar. Lo de Laura demoran un mes, rápido en comparación con otros casos. Lo adjudican a haber seguido al pie de la letra los requisitos y a estar atentos a las actualizaciones. «Presentamos todo tal cual, detalle por detalle», recuerda Laura, que al estar casada con Mariano puede obtener su propio NIE (Número de Identidad de Extranjero).

Ya con todo en regla, Mariano camina la costa y deja su currículum a los jefes de playa. Lo acompaña Laura. Pronto cumple un viejo deseo: ser guardavidas en las playas de Muro, de la que tanto le había hablado sus amigos y compañeros de estudio.

Y Laura en junio ya tiene su propio trabajo como camarera de bar en un hotel. No inventa un pasado en bares y restaurantes. En su CV escribe la verdad: es licenciada en Administración de Empresas, no tiene experiencia como moza. Pero de tanto golpear puertas se abre una, mientras ahora el que acompaña es Mariano. «Creo que fue por la insistencia que me llamaron», dice ella. «Entraba y decía la verdad, que nunca había hecho ese trabajo pero que quería hacerlo, que iba a aprender lo que hiciera falta», agrega.

Atardecer en el Mediterráneo. Se hicieron amigos de Lucía, Mauricio y Melisa, de Córdoba. Fotos: Soltar y Viajar.

Comprueba dos cosas: la primera, que más allá de tu experiencia o tus estudios, gana tu actitud. La segunda: sus compañeros fueron generosos para enseñarle el oficio en esta isla que copan turistas alemanes e ingleses. “Yo no sabía hacer nada y los españoles, ese gran grupo que me tocó, me abrió las puertas. Estoy muy muy agradecida con ellos”, dice.

Cada oficio tiene sus trucos y secretos y le compartieron todos, desde preparar un café o un cóctel a la manera de comunicarse en inglés con los clientes. A la carrera, suma palabras y expresiones en español: por ejemplo, bayeta es la rejilla y nos decimos cosas es nos hablamos.

«Al principio nos quedábamos esperando que nos dijeran las cosas, hasta que la agarramos», recuerda Mariano y los dos se ríen. También sumaron un verbo y si escuchan coge el estropajo ya saben que es agarrar la rejilla. Y como pisos son los departamentos, lo que se friega (lava) es el suelo.


Después de trabajar toda la temporada de verano, cuando baja la oferta laboral y terminan los contratos temporarios en Mallorca, llega el premio: un viaje de 16 días por Italia con parte de lo que ahorraron. Los acompañan Lucía Garzón, Mauricio Guindo y Melisa Taormina, de Córdoba y tan buena onda que se convierten en inseparables compañeros de aventuras.

Del Vaticano a los paisajes del norte de Italia con Lucía, Mauricio y Melisa, de Córdoba. Fotos: Soltar y Viajar.

Con ellos concretan el periplo que Mauricio planificó al detalle. Y entonces son otra vez Soltar y viajar, como los encontrás en las redes. Arrancan desde el sur y una sorpresa sigue a la otra: los ecos del 10 en Nápoles, Pompeya y sus ruinas asombrosas, la costa Amalfitana que los encandila tanto como Roma, el deseo de salud y viajes al tirar las monedas en la mítica Fontana de Trevi, la magia de Florencia y la Toscana con esos caminos alternativos entre viñedos que viran del ocre al rojo en el fin del otoño y que transitan en un auto alquilado. La famosa Torre de Pisa, Cinque Terre y sus pueblitos colgados de la montaña. Bolzano, al norte, ya con nieve y un lago congelado.  

Sol de otoño en Venecia y la postal de Laura y Mariano. Fotos: Soltar y Viajar.

Se acerca el invierno cuando conocen Venecia y sus canales, el sueño hecho ciudad. «Fue increíble ese viaje a Italia», recuerdan. Ya es tiempo de trabajar en la temporada del frío.


El pequeño principado entre España y Francia se convirtió en los últimos en una meca del invierno europeo para muchos argentinos, que pueden ingresar solo con el pasaporte. Hay instructores que trabajan en contraestación y muchos otros que buscan los sueldos en euros en los centros de esquí, hoteles y restaurantes.

Con sus amigos cordobeses, Laura y Mariano llegan con la misma ilusión que tantos. Pero las cosas se complican: como les habían contado, hay trabajo pero no sobra alojamiento. Y no quieren separarse y vivir en lugares alejados, la opción que se les presenta.

Y si en este equipo Mariano se cargó la lectura escrupulosa de cada requisito para entrar a Europa y poder residir y trabajar, ahora es Laura la que se mete en Google, teclea centros de esquí y hoteles cercanos y envía correos electrónicos a todos.

“Aprendimos a mandar mails en conjunto: ‘Mi marido y yo buscamos empleo’ , escribíamos. Con tanta demanda, nos podía servir ofrecer ese 2×1. ¡Y nos salió!”, recuerda. Antes, deben enviar su NIE (Número de Identidad de Extranjero), el de Seguridad Social, el de la cuenta de banco, fotos  y el certificado de vacuna Covid. “¡Teníamos todo, imaginate, a los dos segundos lo mandamos!”, agrega Laura.


Si el primer correo lo mandan el 26 de noviembre, dos días después llegan a Baqueira Beret y el primero de diciembre empiezan a trabajar. ¿Cómo son las cosas para ellos en el centro de esquí más grande de España?

En el centro de esquí de los Pirineos Fotos: Soltar y Viajar .

Son ayudantes de camareros en las confiterías, pero también palean nieve, cobrar en las cajas, limpian terrazas, baños, pisos, preparan café, sándwiches, descargan y reponen mercadería, ocho horas por día. Les dan el almuerzo y tienen pase gratis a las pistas de esquí. Mariano llega a su puesto esquiando. Entre los que levantaron la mano para ese vacante, lo eligen para hacer el curso de cinco días con un instructor en horario de trabajo. Los dos se ríen cuando recuerda que intentaron aprender a esquiar mirando videos en Youtube. Otros tiempos.

En el centro de esquí de los Pirineos Fotos: Soltar y Viajar .

“¿ Cuánto cobramos? Unos 1200 euros, con 40 horas semanales y dos días de descanso. Te pagan 50 euros por día de descanso no disfrutado más horas extras”, describen. La temporada invernal se extenderá hasta mitad de abril.

Después, tienen pensado volver a Mallorca para el verano. Ya tienen trabajo y dónde vivir. ¿Qué seguirá? No lo saben. Una de las ideas es ahorrar para comprar un autito y poder recorrer esa hermosa isla del Mediterráneo de montañas, playas y aguas azules en los francos, algo que en el verano pasado no pudieron. Otra, aplicar para una visa Work and Holliday en Australia, esa que permite trabajar y viajar durante un año. El tiempo dirá: el mundo es una invitación a recorrerlo y ahí están las rutas, esperando a las almas viajeras.

El camino trajo nuevas canciones. Una de sus preferidas en estos días es «Un beso en la nariz», de Adrián Berra. Dice así:

«Todo es tan frágil, todo es tan ágil que viene y va / No camines solo, quiero caminar con vos / Que en esta vida todo es más lindo y se hace más fácil / Si se hace de a dos.

«Desata el nudo que até en mi panza / Mi corazón no descansa / Y quiere salir a este mundo loco / Para empezar a latir un poco y sonreír».


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