Video | En Playas Doradas, Fede y su hija pescan de todo con un palo: «No hacen falta cañas grandes»

Cada verano salen desde Neuquén rumbo a la costa. Su destino es el balneario que aman por sus playas y la pasión de la pesca. Sus cañas artesanales armadas con ramas y la cantidad de peces que pican causan admiración entre turistas y pescadores.

Cada mañana, Fede y Josefina buscan una linda rama en el árbol de su casa y arman su caña artesanal para ir a pescar a las cuevas y pozos con la marea baja.

Federico y Josefina Riffo, padre e hija, como todos los años volvieron al lugar donde más disfrutan de la pesca: «las cuevas» de Playas Doradas. Es un lugar mágico, rodeado de fauna marítima muy variada, sol y los colores del mar y su costa. 

Se empieza entonces con los preparativos: hay que mirar la tabla de mareas, ya que para pescar tiene que estar baja, seguido por buscar y cortar una buena rama del árbol paraíso de casa, un poco de tanza y con las piedras huecas que juntamos para la plomada y un simple azuelo estamos listos para ir a pescar en las cuevas (o pocitos) en las piedras que quedan al descubierto cuando la marea baja.

Nos levantamos a eso de las 9 a.m, desayunamos en casa y emprendemos el rumbo.

La pesca comenzó espectacular: Josefina pesca y Fede hace de guía; indica los mejores lugares y también encarna y saca el anzuelo al pez atrapado para liberarlos

Se pescan muchos meros y cabrillas además de disfrutar de juntar algunas estrellas de mar y caracoles. La fauna que ofrece el mar y el día acompañando con un sol espectacular hacen de este lugar el mejor escenario posible.

Esto sucede en la playa llamada “La Escondida” o “Los suecos”. Un lugar de rocas, especial con sus pozos y lagunas, ahí donde esta esta maravillosa fauna y flora marina.

Y, finalmente, si de pasar el día, tarde o atardecer se trata nuestra playa preferida es “Playa Bonita”. Ubicada a unos 2 km del centro, un lugar hermoso de arena fina y mucha tranquilidad en Playas Doradas.


«Los turistas se quedan asombrados con esta pesca»

Solamente es la pesca, Josefina, papá y el mar. Federico se encarga de guiar a Jose, indicándole los mejores lugares. Cuando llega el momento de la pesca también se encarga de sacar el anzuelo y devolver los peces capturados al mar. Es pesca y devolución. Y cuentan que sólo a veces si la pesca incluye algún mero grande lo llevan para hacer alguna comida rica, un ceviche, por ejemplo.

«Los turistas que suelen pasar y ver, se quedan asombrados con esta pesca. Con los pescados, su tamaño y sobre todo con nuestras “cañas”. Muchos creen que para pescar se necesitan cañas grandes y sofisticadas, para tirar más de 50 metros al mar; y al ver que pescamos los mismos peces y hasta a veces en mayor cantidad e incluso de manera más divertida y con gran variedad (desde mero, cabrilla, vieja del agua, sargos, entre otros) aparecen las ganas de copiar y sumarse a esta pesca al palo», relata Federico.

Josefina desde los 3 años que pesca de esta manera. Hoy con 9 años, sigue disfrutando de ella y todos los veranos pide cómo actividad obligatoria hacer este ritual con su papá. Es una amante de la pesca, cómo él. Federico también de niño disfrutaba de la pesca y hoy de adulto continua con esta pasión, pero con la pesca con mosca.

Federico Riffo y su hija Josefina en Playas Doradas, donde viven divertidas aventuras de pesca.

Más allá igual del disfrute y la aventura de esta pesca atípica, es también el disfrute por el compartir esos momentos únicos entre padre e hija.

«Playas Doradas, es un lugar mágico, que visitamos como familia todos los veranos. Nosotros somos de la ciudad de Centenario, provincia de Neuquén y hace más de 15 años que visitamos estas hermosas playas, en un rincón tan lindo de la provincia hermana de Río Negro. Ojalá la vida nos permita seguir así por muchos años más, hasta que por generaciones se vaya pasando esta tradición de pesca al palo», dice Federico.


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