Análisis: El cantado derrumbe de Rubén López

La salida del dirigente de la Fruta libera al sindicato, pero no a él de las investigaciones en su contra.

Quedan sólo jirones de aquél Rubén López poderoso y coercitivo gremialista, que tuvo la fortuna de ser legislador y de gozar de las mieles del gobierno rionegrino.

Finalmente ayer, a exactos tres años de las denuncias de “Río Negro”, López dejo de ser mandamás del Sindicato de la Fruta tras el clamor de casi todas las seccionales avergonzadas de tener un representante de esa laya. En abril del año pasado tuvo que renunciar a la banca que nunca debería haber ocupado.

“Los barones de la fruta” fue la investigación que dio el puntapié para desenmascarar al sindicalista. “Río Negro” mostró cómo prosperó en negocios particulares, detalló las cuantiosas propiedades que se le atribuían, sus testaferros, guardias pretorianas y beneficios para todo el clan familiar y un selecto círculo. Explicó cómo se saquearon las arcas del gremio bajo su mandato y se acumularon deudas siderales. Cómo él y sus secuaces lograron ser “empresarios” doblegando a tradicionales firmas frutícolas a fuerza de coerción. Puso en evidencia la protección política e impunidad que López ostentaba, al punto que recibió millonarios regalos en subsidios de parte de la administración Weretilneck, tal como reveló también este diario.

Luego surgieron otros vergonzosos capítulos. El abuso sexual a una empleada doméstica que trabajaba en su casa le valió a López una condena a prisión en suspenso. El gremialista tuvo -recientemente- más suerte con la denuncia de abuso que le hizo una joven a él y a un exfutbolista. Ambos fueron absueltos por el beneficio de la duda en un proceso teñido de la sospecha de un falso testimonio a cambio de beneficios, que la Justicia necesita profundizar.

El universo gremial de la fruta se liberó de López, pero éste no se liberará de las causas pendientes. Deberá sentarse nuevamente en el banquillo por la denuncia de administración fraudulenta de fondos pertenecientes al sindicato realizada por los dirigentes opositores Luis Vega y Julio Aliaga.

Deberá también rendir cuentas ante la Justicia Federal. La Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) lo investigó en base a los informes de “Río Negro” y radicó la denuncia ante la Fiscalía Federal de Roca.

El penoso raid de López, que finalmente condujo a su caída, debería hacernos reflexionar sobre la calidad y las ansias de perpetuidad de ciertos dirigentes que obtienen un cómodo placet para hacer y deshacer, extorsionar y lucrar, sin control ni rendición alguna.


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