Ancla salarial y control militante, soluciones rústicas

La inflación camina al 4% en el último cuatrimestre y se encamina a ser récord. Lejos de las soluciones estructurales, el gobierno vuelve a apostar por el techo en paritarias y los acuerdos de precio.

«La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos”, dijo alguna vez el célebre empresario Henry Ford.´No hay mejor descripción para un flagelo como la inflación, que azota al país desde hace décadas. Existen miles de páginas escritas, cientos de libros, otros tantos papers, cátedras universitarias dedicadas a estudiar y analizar el problema. Aun así, nadie ha logrado en medio Siglo solucionar el fenómeno. Afrontarlo es demasiado más complejo que analizarlo. En general los políticos son expertos en solucionar la inflación mientras calzan el traje de oposición, y parecen desaprender todo lo que sabían al respecto una vez que llegan al poder.

“Solucionar la inflación, será lo más sencillo que deba hacer cuando sea Presidente” supo decir un Mauricio Macri candidato a mediados de 2015. “Le pido a Macri que no se enoje con la gente y pare con los aumentos, la gente no tiene nada que ver…” exclamaba el Alberto Fernández candidato en 2019. Ninguno de ellos dio con la solución definitiva. Dos ejemplos recientes de las dificultades que representa resolver el tema precios una vez que se llega al poder.

La reciente publicación de los datos de inflación para el mes de enero vuelve a encender las luces de alerta. El avance de los precios en el primer mes del año volvió a ser del 4% y comienza a configurarse un escenario de tendencia al alza en el nivel general de precios. A ello hay que agregar, que el mayor impacto al alza se registra en rubros que configuran parte de la canasta de primera necesidad: según los datos oficiales, los alimentos aumentaron un 42,3% en los últimos doce meses, mientras que las prendas de vestir lo hicieron un 60,5%.

Si esa tendencia se proyecta resulta un acumulado anual en niveles récord, lo que no solo complicaría todo lo que el gobierno proyecta en materia económica hasta el final del mandato, sino que además pondría en serio riesgo la performance electoral del oficialismo en las legislativas de este año. Las soluciones que hasta el momento ensaya el gobierno, no parecen ayudar a desentrañar la problemática en el corto plazo.


Proyección compleja


El dato de la inflación mensual de enero puede tal vez no generar demasiada sorpresa. En efecto el ratio es idéntico al registrado en el mes anterior, al cierre de 2020. No obstante, si se mira en perspectiva, el número es verdaderamente preocupante.

Ampliar la mirada implica analizar la forma en que el registro mensual de inflación configura más tarde el ratio acumulado de inflación al final de cada año.

El último año de gestión macrista resultó ser el de mayor inflación acumulada de los últimos 28. Nunca antes desde la puesta en marcha del Plan de Convertibilidad en 1991, la inflación anual había perforado el techo del 50%. Al observar la inflación mes a mes durante 2019, resulta que el registro promedio fue de 3,7%, con picos de 4,7% en marzo, de 5,9% en septiembre y 4,3% en noviembre, y un piso de 2,9% en enero y 2,2% en julio (ver gráfico adjunto). El acumulado anual resultó de 53,8%.

Durante el primer año de Alberto Fernández en cambio, la tendencia fue a la baja, con una inflación promedio mensual de 2,6% que registró sus máximos en marzo (3,3%), en noviembre (3,8%) y en diciembre (4%), y sus mínimos en abril y mayo (1,5%). No es casualidad que la mayor reducción coincida con los dos meses de mayores restricciones producto de la pandemia, en que la actividad económica estuvo virtualmente paralizada. La serie muestra con claridad como a medida que se flexibilizaron las restricciones, también comenzó a crecer la inflación mensual. El resultado al final del año fue una inflación acumulada de 36,1%.

Ambos años sirven como anticipo de lo que puede suceder en 2021.


En primer lugar vale decir que durante los últimos dos años, marzo es un mes de alta inflación, lo que permite suponer que la tendencia puede repetirse este año, con una salvedad: en 2021 la inflación ya es alta antes de marzo. Un objetivo de cortísimo plazo para el gobierno es evitar ese salto estacional.

En segundo lugar, es posible trazar al menos tres escenarios en relación a lo que podría suceder con la inflación al final de 2021.

Si el gobierno pretende cumplir la pauta del 29% anual establecida en el Presupuesto, debería lograr que a partir de febrero la inflación mensual se ubique en el rango del 1,5%/2%. Significa que el ritmo al que hoy corren los precios debería reducirse drásticamente a menos de la mitad, y sostenerse así el resto del año. Luce verdaderamente inverosímil.

Si en cambio se busca “salvar la ropa” y mantener lo logrado el año pasado con un ratio anual de entre el 33% y el 35%, la inflación mensual debiera ubicarse desde febrero en el rango del 2%/2,5%. Aparenta ser más “posible”, pero no por ello deja de ser un enorme desafío en medio de un año electoral.

El verdadero problema emerge si el ratio mensual de inflación se mantiene en el rango del 3,5%/4% como viene sucediendo en el último cuatrimestre. En ese caso la proyección anual arroja una inflación acumulada de entre el 60% y el 66%. Significaría un nuevo y triste récord.


Histórica variable de ajuste


En verdad, discutir si la inflación será del 30%, del 40% o del 60%, no se parece en nada a una solución estructural al problema de la inflación. Con todo, sería un verdadero éxito de gestión si se lograra que la inflación anual se ubique cerca de la meta presupuestaria del 29%.

El camino elegido por el gobierno, es una convocatoria a empresarios y sindicalistas, para participar de una mesa en la que se trazarán acuerdos básicos de precios y salarios de cara a lo que resta del año.

No hay que ser muy avezado para comprender que el objetivo es lograr que las paritarias se enmarquen en torno al 29%. De hecho las dos primeras rondas de negociación salarial de 2021 ya transitan esa senda. Los bancarios acordaron hace apenas dos semanas un tope de aumento del 29% para todo el año. Del mismo modo, en el inicio de la paritaria nacional docente el planteo oficial es un aumento anual del 29%, mientras que los sindicatos docentes pretenden un piso del 30%, más un plus atado a la inflación.

Dicho en criollo, la primera herramienta a la que acude el gobierno en busca de moderar los precios, son los salarios. El haber de los trabajadores registrados volverá a ser el ancla anti inflacionaria.


Sirve poner en contexto. En cuatro de los últimos seis años, los salarios perdieron contra los precios, y en tres de ellos el golpe fue fuerte. La última vez que el salario real se recompuso fue el 2015. Ese año los salarios le ganaron la carrera a los precios por 7,5%. Al año siguiente, el salario real cayó un 6,7%. En 2017, los salarios volvieron a ganar, aunque la mejora de 5,7% no alcanzó para recomponer la caída de 2016. Pero el golpe real llegó en 2018 y 2019, cuando los salarios perdieron 21,3% y 16,8% respectivamente. De punta a punta durante la gestión Macri, los trabajadores vieron recortado un 39% el valor real de sus remuneraciones. El 2020 no escapó a la tendencia, los salarios reales cayeron otro 0,8%.
Con tal antecedente, la pregunta es si tras perder 40% en cinco años, existe margen para un nuevo recorte al salario real en 2021.

Las proyecciones ya habilitan a pensar que si las paritarias se ubican en torno al 30% y en un horizonte optimista el gobierno logra una inflación similar a la de 2020, el salario perdería un 5%. Pero si se verificara el peor de los escenarios con paritarias al 30%, el recorte al salario real sería superior al 25%.


“Pacto de caballeros” y “control militante”


Vale decirlo, no es lo mismo “acuerdo de precios” que “control de precios”. El gobierno apuesta oficialmente por lo primero, pero coquetea con lo segundo.

La convocatoria multisectorial para discutir precios, luce como un “pacto de caballeros” en el que el gobierno y los empresarios de diferentes rubros estipulan no subir los precios por encima de determinado margen durante cierto lapso de tiempo.

La experiencia demuestra que tales acuerdos solo funcionan en el cortísimo plazo, y quedan pulverizados cuando el primer “caballero” decide romper el pacto. En general, los únicos pactos que los caballeros respetan, son los que tienen que ver con poner límite al salario. Los acuerdos de precio en cambio, rápidamente pasan al olvido.

Párrafo aparte merece la iniciativa de control militante de precios, mediante la cual las organizaciones sociales “vigilarán” el cumplimiento del programa de Precios Cuidados.

Miltante. El método de control que elige el gobierno para marcar la cancha a los formadores de precio.


Por diferentes motivos la idea carece de sentido si lo que se espera es solucionar la inflación. Primero que nada porque Precios Cuidados no es un programa de precios máximos, sino un programa de “referencia de precios”, a fin de que el consumidor sepa cuál debería ser el precio “razonable” para cada producto. En ese sentido no hay nada que controlar, dado que todos los Precios Cuidados están disponibles en la página web del programa. Si por el contrario se busca denunciar los faltantes de productos bajo el programa Precios Cuidados que pudieran verificarse en las diferentes cadenas de supermercado, esa posibilidad existe desde el inicio del programa también a través de la página web . Cualquier ciudadano puede denunciar, y no hace falta para ello pertenecer a ninguna agrupación política o social. Si la intención es cambio movilizar las organizaciones sociales a las sucursales en las que se verifiquen faltantes o sobreprecios, y organizar un piquete en la puerta, la idea roza el ridículo, no soluciona nada en absoluto, y probablemente termine generando más molestias que beneficios a los consumidores a los que se pretende ayudar.

Datos

29%
El objetivo oficial trazado en el Presupuesto para la inflación en 2021.
60%
Sería la inflación a fines de 2021 si se mantiene la tendencia mensual del 4% registrada en el último cuatrimestre.

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