“Bridgerton”: ucronías para corregir injusticias

Basada en la saga de novelas de Julia Quinn, esta serie romántica que es todo un éxito en Netflix, propone una historia alternativa donde los afromaericanos también integran la nobleza británica.

La repercusión de “Bridgerton”, serie romántica de Netflix que sigue los dramas entre familias aristocráticas de la Londres del 1800 en una suerte de historia alternativa en la que los afro-británicos también integran la nobleza, se inscribe en una tendencia en el cine y la tevé de los últimos años a proponer relatos racialmente diversos en universos que en la realidad eran sumamente conservadores.

Las tramas así descriptas se inscriben en el género de la “ucronía”, que define a aquellas narrativas basadas en hechos posibles pero que no sucedieron.

“Bridgerton” fue creada por Chris Van Dusen y producida por la afamada Shonda Rhimes, autora de marcas televisivas como “Grey’s Anatomy” o “Lecciones del crimen” que en 2017 firmó un contrato con la plataforma por una sustanciosa suma de cerca de 150 millones de dólares.

Basada en la saga de novelas de Julia Quinn, la serie retrata las competencias entre los miembros de la alta sociedad durante el período de la Regencia, en el momento del año en que las hijas de las más adineradas familias eran presentadas ante la Corte para arreglar sus matrimonios con jóvenes aristócratas, bajo el escrutinio de sus madres.

En ese marco, Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor) se convierte en la más codiciada de las solteras, y luego de una sucesión de pretendientes rechazados por parte de su hermano mayor acuerda simular una relación con Simon, el duque de Hastings (interpretado por el actor de raíces zimbabuenses Regé-Jean Page), que busca sacarse de encima las presiones de su padre por darle continuidad al apellido.

Sin embargo, la farsa se verá en peligro a raíz de los boletines de chismes que circulan en el entorno firmados por una tal Lady Whistledown, que día a día saca a la luz todos los secretos de la clase pudiente y cuya voz en off -provista por la legendaria actriz británica Julie Andrews- es la que lleva la narración de la trama.

La serie, que resulta una suerte de híbrido entre la novela “Orgullo y prejuicio” de Jane Austen y el drama adolescente “Gossip Girl” -en el que un famoso blog se dedicaba a contar rumores sobre un grupo de jóvenes multimillonarios neoyorquinos-, utiliza un clásico del género como los romances que hoy en día se calificarían como “tóxicos”, con parejas forzadas o dependientes que, a pesar de las adversidades y de una evidente falta de atracción, terminan enamorándose por obra del destino.

Pero aunque no busca problematizar esa dinámica, más allá de alguna frase aislada de una de las hermanas Bridgerton que se asemeja mucho a Jo March de la “Mujercitas” de Louisa May Alcott, el show fue bien recibido por millones de espectadores e integra el top 10 de lo más visto en la plataforma hace semanas.

Seriéfilos y seriéfilas parecen haber encontrado no solo algo liviano para consumir el día de Navidad sino una estética bien lograda y elementos que la distinguen de otras producciones del estilo.

Así, “Bridgerton” apuesta por una historia en la que los blancos no eran los únicos que ostentaban riquezas y poder en la época, entre los cuales se encuentra al mencionado duque, cuya relación interracial con Daphne es tomada de la manera más natural por los integrantes de la alta alcurnia.

Rege-Jean Page y Phoebe Dynevor, protagonistas de la serie.

El personaje de Regé-Jean Page no es el único de color en la serie: en el elenco también destacan los papeles de Adjoa Andoh como la mentora de Simon, Ruby Barker en el rol de Marina Thompson, una prima lejana de los Featherington, la familia rival de los Bridgerton; y de Golda Rosheuvel encarnando a la reina Carlota, esposa del rey Jorge III.

Acompañada por coloridos vestuarios y una banda sonora repleta de canciones del pop contemporáneo desde Ariana Grande hasta Maroon 5 y Billie Eilish en clave de cuarteto de cuerdas, “Bridgerton” se suma a la lista de series y películas que modifican la historia conocida al incluir elencos racialmente diversos entre sus producciones de época.

Al respecto, también en Netflix dijo presente la miniserie “Hollywood”, creada por Ian Brennan y Ryan Murphy, ya conocidos por poner el foco de sus trabajos en la sexualidad, la diversidad de género y la discriminación en Estados Unidos.

La propuesta sugiere un escenario sobre el “star system” de fines de los 40 que incluye personajes afroamericanos y homosexuales ubicados en lo más alto del circuito e imagina un cambio en las dinámicas de poder y cómo eso hubiera revolucionado a la gran pantalla.

En tanto, en el terreno del cine se halla el drama “Las dos reinas” (2018), sobre la rivalidad entre Isabel I de Inglaterra (Margot Robbie) y su prima María I de Escocia (Saoirse Ronan), en la que la actriz de ascendencia china Gemma Chan interpreta a Bess de Hardwick, una de las nobles más renombradas de la época.

También se registra la tendencia en “The Personal History of David Copperfield” (2019), filme de Armando Iannucci basado en la novela de corte autobiográfico de Charles Dickens, que cuenta en el rol protagónico con el británico e hijo de indios Dev Patel; mientras que Benedict Wong, de padres hongkoneses, y la actriz nigeriana Nikki Amuka-Bird, interpretan al señor Wickfield y a la señoria Steerforth, respectivamente.

Por último, en la cinta producida por Netflix “Enola Holmes” (2020), sobre las aventuras de la hermana menor del icónico detective Sherlock Holmes en plena era victoriana, el personaje del inspector Lestrade, perteneciente a la policía londinense, es encarnado por Adeel Akhtar, de origen paquistaní-keniano.

Agencia Télam


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