Donde hubo fuego, semillas se necesitan

La colecta de semillas de especies de los bosques nativos arrasados por los incendios forestales es el primer paso para planificar su restauración. En ese camino, esencial para una recuperación activa de estos ecosistemas, avanza el INTA Bariloche junto con técnicos del Parque Nacional Lanín.

La temporada de incendios 2025 nos dejará más de 40.000 hectáreas de bosques devastados en la Patagonia. La mayoría de esta superficie iniciará una trayectoria de recomposición natural que demandará varias décadas hasta recuperar un bosque maduro. “La fuerza de la naturaleza es implacable, siempre que la dejemos actuar”, señala Mario Pastorino, del Grupo de Genética Forestal del INTA Bariloche. Y puntualiza: “Un plan de restauración muchas veces apunta a eso: remover los factores de perturbación para dejar que la naturaleza actúe, lo que llamamos restauración pasiva”. 

Una parte importante de los ecosistemas quemados, ubicada en sitios algo rudos, con bajos niveles de precipitación y uso ganadero (entre otras actividades productivas), solo se recuperará si contribuimos a ello en forma activa, con esfuerzo para que suceda. “En estos sitios será necesario ayudar a la regeneración de las especies emblemáticas del ecosistema, de las que no han sobrevivido semilleros ni tienen capacidad de rebrotar. Si no plantamos árboles de estas especies, el nuevo ecosistema que surgirá será muy distinto al que perdimos, tal vez ni llegue a ser un bosque. La tarea de asistencia a la regeneración natural define la estrategia de restauración activa”, completa Pastorino. 

Especies como el coihue, la lenga o el ciprés de la cordillera, no son rebrotantes y dependen de sus semillas para la regeneración. Si no quedaron árboles semilleros no habrá forma de que recolonicen el área quemada por sí solas. Aquí redoblan su importancia las tareas de cosecha de semillas que realiza anualmente el INTA Bariloche junto con el Área Forestal del Departamento de Conservación y Manejo del Parque Nacional Lanín, desde hace más de 15 años. 

Tras los incendios forestales en la Patagonia, es momento de la recomposición de bosques nativos.
Tras los incendios forestales en la Patagonia, es momento de la recomposición de bosques nativos.

Nuestro objetivo es asegurar la disponibilidad de semillas de especies forestales nativas para que puedan ser utilizadas por los viveros regionales; son semillas que no pueden conseguirse en el mercado”, explica María Marta Azpilicueta, también investigadora del INTA. “Para esto es clave la asociación entre INTA y Parques Nacionales, así como el apoyo de las direcciones de bosques de las provincias, ya que ellos son custodios de los recursos genéticos de estas especies”, continúa. 

La suerte quiso que este año de grandes incendios coincidiera con un año excepcionalmente productivo en semillas de casi todas las especies forestales de los bosques de Neuquén, Río Negro y Chubut. Pareciera que la naturaleza nos tirara una soga, o al menos una oportunidad que no podemos desaprovechar. Hace pocos días, un grupo de técnicos del INTA y del Parque Nacional Lanín salieron a colectar semillas de roble pellín en la Provincia de Neuquén, en la localidad Pilo Lil, y en el paraje Yuco Alto dentro de este Parque Nacional.  

Llegando a Pilo Lil atravesamos el humo del incendio del Valle de Magdalena”, cuenta Liliana Lozano, Técnica del Parque Lanín. “Mientras cosechábamos las semillas imaginábamos los árboles que en ese mismo momento se quemaban a pocos kilómetros, y cruzamos los dedos para que el fuego no llegara a ese bosque -agrega Lozano-, pensando también que las semillas en nuestras manos tal vez serían necesarias para restaurarlo”. 

La suerte quiso que este año de grandes incendios coincidiera con un año excepcionalmente productivo en semillas de casi todas las especies forestales de los bosques de Neuquén, Río Negro y Chubut.

La cosecha sigue un estricto protocolo de madurez de las semillas, número de árboles, distancia entre ellos y registro de estas variables. “Seguir los protocolos nos asegura la calidad de la semilla, no solo fisiológica sino también genética”, explica Marcelo Peñalba del Área Forestal del Parque Lanín. “Cosechamos 20 árboles en cada uno de estos bosques, cuidando que se encuentren dispersos. De esa manera el lote de semillas contiene una diversidad genética adecuada para propósitos de restauración”. 

La temporada de cosecha aún está en desarrollo. Los técnicos están planificando la cosecha de raulí, de lenga y de ciprés. Todo lo cosechado se traslada al laboratorio de semillas del INTA Bariloche. Allí se secan los frutos, se extraen las semillas de su interior y se limpian de restos vegetales hasta lograr un grado de pureza adecuado para almacenarlas. Se hacen pruebas básicas de calidad para caracterizar al lote y finalmente se guardan en frío hasta su uso. 

“Esperamos que este año la demanda de semillas de árboles nativos sea alta. Todos quieren contribuir a la restauración de los bosques quemados, y para eso se necesitarán semillas de las especies claves”, comenta Alejandro Aparicio, investigador del INTA. 

Las catástrofes ambientales como los incendios forestales deben prevenirse cuanto sea posible, y cuando prevenir no alcanza, deben combatirse. Luego de esta gran batalla desigual entre los combatientes y el fuego, el daño que finalmente queda en la naturaleza debe restaurarse. Cuidar a la naturaleza es, en definitiva, cuidarnos a nosotros mismos.  


La temporada de incendios 2025 nos dejará más de 40.000 hectáreas de bosques devastados en la Patagonia. La mayoría de esta superficie iniciará una trayectoria de recomposición natural que demandará varias décadas hasta recuperar un bosque maduro. “La fuerza de la naturaleza es implacable, siempre que la dejemos actuar”, señala Mario Pastorino, del Grupo de Genética Forestal del INTA Bariloche. Y puntualiza: “Un plan de restauración muchas veces apunta a eso: remover los factores de perturbación para dejar que la naturaleza actúe, lo que llamamos restauración pasiva”. 

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