Mallines: ambientes claves para conservar el agua patagónica

Conocerlos y realizar un uso sostenible es clave para mantener los flujos de agua en la región. Especialistas desarrollan un protocolo de restauración de mallines patagónicos.

Por INTA Bariloche y Cátedra “Manejo y Utilización de Pastizales Naturales” de la Facultad de Ciencias Agrarias – UNCO

Reservorio natural. Los mallines contienen el agua en épocas de escases.

En la última década, la Norpatagonia registró una disminución de las precipitaciones y nevadas que afectaron la disponibilidad de pastizales para la producción regional, lo que obliga a prestar especial atención sobre el uso y manejo de los recursos hídricos.


En este contexto, se incrementaron las tensiones por el uso del agua –al ritmo del aumento de población y los efectos del cambio climático–, y emergen nuevas necesidades de organización y consenso. Para adentrarnos en el debate, es necesario conocer cómo funcionan estos sistemas y los flujos de agua naturales de la región.


En la Patagonia árida y semiárida la oferta natural del agua ocurre mayoritariamente en el invierno en forma de lluvia y nieve. En esa estación del año la demanda ambiental es baja, es decir, no hay crecimiento activo de la vegetación y muchos de los procesos naturales se aletargan a causa de las bajas temperaturas. El consumo de agua por parte de las plantas es mucho mayor en épocas más cálidas donde se convierte en un recurso limitante para el desarrollo de la vegetación y de la vida en general.


En Neuquén y Río Negro las precipitaciones son mayores en áreas de altitud elevada, en las montañas y sierras. La mayoría de los ríos en ambas provincias tienen sus nacientes en la cordillera y precordillera, con lo cual sus cuencas colectan agua desde las zonas más lluviosas hacia los valles más áridos.
En esa dinámica, los pastizales naturales adquieren un rol muy importante porque ocupan la mayoría de la superficie que primero intercepta las precipitaciones en la región.

Los mallines actúan en el paisaje como esponjas naturales que retienen el agua, difiriendo la oferta desde las épocas húmedas a las secas.


Entre los pastizales, los mallines – también llamados localmente “vegas” –, actúan en el paisaje como esponjas naturales que retienen el agua, difiriendo la oferta desde las épocas húmedas a las secas.
Los mallines están conectados con los paisajes que los rodean aguas arriba y abajo, desde la cuenca naciente y hacia donde drena el agua, respectivamente.

Estos reciben el excedente de agua de escurrimiento, la retienen en suelos más fértiles, con alta capacidad de almacenar agua, y la liberan lentamente. Por este motivo, no sólo se convierten en importantes reservorios de agua sino que también proveen buena productividad y calidad forrajera para la ganadería regional. Es necesario destacar la conexión de estos ambientes con sus cuencas, debido a que amortiguan los “golpes de agua” asociados a los eventos de lluvia intensa, así como los efectos negativos que esto conlleva.


El pastoreo excesivo en estos ambientes ocasionó procesos de deterioro muy marcados en forma extendida en la región. La pérdida de cobertura en los mallines, sumado al pisoteo y compactación del suelo, provoca cambios en la dinámica del agua. En estos casos, el agua deja de ingresar al suelo y se escurre superficialmente desencadenando procesos de erosión en forma de surcos y, luego, con cárcavas que pueden llegar a ser muy profundas.


Las cárcavas actúan como un drenaje del mallín y provocan que la capa freática –fundamental en el funcionamiento de estos ambientes–, descienda o desaparezca tempranamente en la temporada de crecimiento, afectando a la vegetación y el rol regulador que ejercen en las cuencas.

Mantenimiento. Para conservar las propiedades del mallín.


Desde hace varios años se extendió una práctica de restauración de estos ambientes patagónicos que busca recuperar la dinámica natural del agua, detener y/o revertir el deterioro así como devolver agua al suelo del mallín. Esto tiene como objetivo recuperar el nivel de la freática mediante la implementación de diques en las cárcavas para interceptar los flujos de escurrimiento y conducirlos al mallín con canales sin pendiente, favoreciendo la infiltración de agua en el suelo.


Es posible lograr muy buenos resultados cuando esta práctica se aplica en las condiciones de suelo, de vegetación y de oferta de agua adecuada. Además de aumentar la productividad, la diversidad de especies y aprovechar los flujos de agua, también se atenúan los picos de caudal que ocurrirían aguas abajo.


Antes de realizar obras y movimientos de suelo, los profesionales recomiendan valorar las condiciones del terreno, estudiar la cuenca, evaluar el pastizal, el suelo y analizar la disponibilidad de agua.
El protocolo de restauración de mallines –elaborado por la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad del Comahue y el INTA– propone un diseño hidráulico de acuerdo a las condiciones locales de esos ecosistemas.


Este procedimiento se valida con diferentes actores del ámbito ganadero de la región con apoyo del Centro PyMe ADENEU y se difunde en los talleres dictados por el Plan Ganadero Bovino de Neuquén. En estos encuentros surgen intercambios valiosos que aportan a la mejora del método y de la eficiencia en el uso del agua.


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