El difícil momento del deporte argentino

Los problemas de la selección sub-20 de waterpolo y las quejas de algunos atletas en Tokio por la falta de apoyo económico puso en el foco de la discusión a cómo se financia a los deportistas.

La viralización de la historia del seleccionado argentino de waterpolo sub-20, cuyos integrantes tienen que vender alfajores para pagar su viaje al Mundial de la disciplina, junto a la floja cosecha de medallas o diplomas en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, volvieron a poner en discusión a las formas en que se financia el deporte en Argentina.

No hay que irse muy lejos para buscar ejemplos. Aquí, en la región, hay sobrados casos de atletas que deben sacarle jugo a las piedras para contar con un sostén económico que les permita dedicarse de lleno a sus entrenamientos.

Al igual que el resto del país, los representantes del deporte nacional sufren la crisis que generó la pandemia pero su situación en particular se vio agravada, ya que desde 2018 el presupuesto se redujo considerablemente.

La reforma tributaria de 2017, que llevó a cabo la gestión de Mauricio Macri, derogó el inciso A del artículo 39 de la Ley 26.573 que le daba al ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) la posibilidad de ser un organismo autárquico.

Ese inciso, también indicaba que su financiación llegaba gracias al aporte del 1% de las facturas de telefonía celular. De esa manera, el presupuesto del deporte argentino pasó a ser un costo más para el Estado.

Al mismo tiempo, se degradó la Secretaría de Deportes a Agencia, lo que también produjo una rebaja en sus ingresos.

Desde la creación de la Ley 26.573, en 2010, el ENARD recaudó unos 37 millones de dólares en promedio por año hasta 2018. Al año siguiente, ya siendo Agencia, recibió 25 millones de dólares.

En aquel momento muchos deportistas olímpicos (Paula Pareto, Sebastián Crismanich, entre ellos) pusieron el grito en el cielo, pero no fueron escuchados. “El ENARD es la única entidad que permite que una delegación de argentinos esté en un escenario de tal magnitud listos para competir”, expresó Crismanich, oro en taekwondo en Londres 2012.

La situación se complicó aún más a partir de la pandemia de coronavirus en 2020. Al escaso presupuesto, que empobreció a las federaciones de todas las disciplinas, se le sumaron las estrictas medidas sanitarias y un Ministerio que no priorizó colaborar con los deportistas, de hecho muchas veces llegó a entorpecer su trabajo.

Las detenciones a deportistas mientras realizaban su entrenamiento durante el ASPO, la demora en las respuestas al pedido de los atletas por mejores condiciones de práctica y la falta de apoyo económico a la delegación de atletismo rumbo al Sudamericano de Ecuador, son algunos ejemplos de ello. La aparición del influencer Santiago Maratea para recaudar fondos y garantizar el viaje del grupo de atletas hizo aún más notoria la penosa situación.

Ahora le toca sufrirla a los pibes de la sub-20 del waterpolo. Su Mundial iba a disputarse en nuestro país, pero la sede se modificó debido a la pandemia y ahora se jugará en Praga, República Checa.

Ante un presupuesto desnutrido, las posibilidades de financiar el viaje (se calculan 3.000 dólares por jugador) por parte de la Federación o el Enard son escasas.

Una vez más, el deporte argentino atraviesa un difícil momento y sin una financiación eficiente, el camino a las medallas se hace cuesta arriba.

La Sub-20 de waterpolo debe viajar a República Checa.

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