Literatura: Bette Howland, una perla entre los resabios de la locura y la memoria de una época

El sello Eterna Cadencia recupera la obra de una autora signada por su condición de mujer trabajadora y madre de familia cuya obra recobra su esplendor con las traducciones de Inés Garland de "S-3", una memoria de su paso por un psiquiátrico tras un intento de suicidio, y "Cosas que vienen y van", un compendio de nouvelles protagonizadas por mujeres.

En una operación de rescate de una pluma tan sagaz como poco reconocida a nivel literario, el sello Eterna Cadencia recupera la obra de Bette Howland, una autora oriunda de Chicago signada por su condición de mujer trabajadora y madre de familia cuya obra trasciende el olvido y recobra su esplendor con las traducciones de Inés Garland de «S-3», una memoria de su paso por un psiquiátrico tras un intento de suicidio, y la última novedad, «Cosas que vienen y van», un compendio de nouvelles protagonizadas por mujeres.

Bette Howland es, como se ha dicho en tantas oportunidades en relación a otros autores y autoras, una escritora rescatada del olvido. Pero esta expresión, en su caso, no es una manera de decir: su obra fue descubierta, re-publicada y traducida al español luego de que una editora literaria encontrara, por casualidad, su novela «S-3» en un canasto de saldos a un dólar en una librería de Manhattan.

«Está todo bien ahora. Vas a estar bien. Ya pasó todo, ya pasó. Vas a empezar de nuevo, renovada». Este mensaje escucha la narradora en «S-3» cuando comienza a salir del coma que la dejó en terapia intensiva tras la ingesta de un frasco de somníferos. En la sala donde está internada escucha las máquinas que monitorean a sus compañeros de habitación, personas de las que luego reconstruye vida e historia.

La memoria que edifica Howland en esta novela es una operación en donde la llamada «literatura del yo» se expande y se universaliza, y la experiencia individual se transforma en la voz de una experiencia compartida. La historia de Howland se vuelve así una memoria colectiva en la que la autora reconstruye la realidad de las vidas rotas dentro de un pabellón psiquiátrico de un hospital de Chicago.

Una vida de Bette Howland

Bette Howland nació en 1937. Hija de inmigrantes judíos, se casó muy joven y tuvo dos hijos varones. Aunque siempre quiso dedicarse a la escritura, la situación económica delicada de la familia hizo que tuviera que dedicarse a cuidar a sus hijos. Se divorció a los pocos años de casarse y tuvo que sostener varios trabajos precarizados, entre ellos un empleo como bibliotecaria en la Universidad de Chicago.

En 1968, luego de años de padecimiento, decidió consumar un intento de suicidio, pero fue encontrada tras la ingesta de los sedantes e internada en el pabellón psiquiátrico que dio origen a su obra más reconocida, publicada originalmente en 1974. Luego de esta novela vino «Blue in Chicago», un libro de cuentos publicado en 1978 que no fue traducido, todavía, al español.

«Notablemente, su apellido es Howland: la tierra de los gritos. Howland grita en su literatura, aúlla. Tiene un humor absolutamente genial y una manera de mirar que es muy difícil de describir, porque tiene una impronta muy cercana pero también una distancia del objeto que mira. Y la mirada es una de las claves que le permite entrar a la sala psiquiátrica con la lucidez de quien no se conforma con los lugares comunes de la locura», explica la escritora y traductora de la obra de Howland, Inés Garland, flamante ganadora del Premio Strega Ragazze e Ragazzi de Italia.

En 1983, una vez recuperada del intento de suicidio, se publicó en Estados Unidos «Cosas que vienen y van», un libro que compila tres nouvelles de la autora. En 1984 Howland ganó una beca MacArthur y a partir de ese momento y sin aparente razón no se supo nada más de ella: no escribió artículos, no publicó reseñas en revistas ni hubo reediciones de sus libros. Dejando una estela fantasmagórica, se esfumó por completo de la esfera literaria.

«Notablemente, su apellido es Howland: la tierra de los gritos. Howland grita en su literatura, aúlla. Tiene un humor absolutamente genial y una manera de mirar que es muy difícil de describir».

Inés Garland, escritora y traductora de la obra de Bette Howland

Su rescate llegó recién en 2015 y producto de una absoluta casualidad. En ese entonces, una editora de la revista literaria «A public Space» ( https://apublicspace.org/books/things-to-come-and-go ) paseaba por la ciudad de Nueva York cuando entró a una librería de usados. En un cajón de saldos se topó con un ejemplar de «S-3» y se lo llevó a su casa por un dólar.

Hechizada por la prosa de Howland, esta editora decidió salir a la búsqueda de algún rastro o pista que pudiera dar con la historia y otras perlas de la obra de esta autora. Después de un tiempo llegó a uno de sus hijos, Jacob Howland, y a partir de ese encuentro se produjo la recirculación de su obra en «A public Space».

«Este contacto hizo que Jacob investigara en los papeles y recuerdos de la madre y encontrara una serie de relatos inéditos que luego fueron publicados. También hallaron cientos de cartas que Howland cruzaba con Saul Bellow, su editor y, posiblemente, amante. A partir de ese encuentro llegaron, también, la publicación de Bette en español», agrega Garland.

Hija de inmigrantes judíos, Bette Howland se casó muy joven y tuvo dos hijos varones. Aunque siempre quiso dedicarse a la escritura, la situación económica delicada de la familia hizo que tuviera que dedicarse a cuidar a sus hijos

Las obras de Howland publicadas por Eterna Cadencia forman parte de una constelación de libros del sello que se agrupan dentro de una idea madre que los orbita: son libros que arman mapas mentales bastante particulares, enredados, neuróticos y en algunos casos psicóticos. Así, la autora oriunda de Chicago se codea con textos de Lorrie Moore, Salvador Benesdra, Claire Louise Bennet, Stephen Dixon y Jorge Barón Biza.

«Lo que hace Howland en ‘S-3’ demuestra que no hay tanto derecho al «yo» cuando somos parte de una humanidad. Es poco lo que cuenta sobre su propio trauma, como si la suya no fuese una historia excepcional. Esta obra no habla de ella, aunque sea basada en su experiencia: habla de otros hombres y mujeres. Y arma ese mundo en donde combina el humor con aspectos inesperados, como la aparición de cuestiones del orden religioso. O entran voces que de repente no son de la escritora, y son un hallazgo», sostiene Garland.

Howland escribe con ternura, franqueza y sarcasmo. La atmósfera de este libro es un tanto atemporal, como si estuviera mirando la esencia humana con una lupa, y el tono es tan transparente que parece mostrar la vida dentro de una institución de salud mental con su organización (dominadores y dominados, rutinas, sometimientos y espacios breves de placer) como si fuera a su vez la vida misma, fuera del psiquiátrico.

El sarcasmo que vemos en «S-3» es trasladable a «Cosas que vienen y van», una obra que recorre con gran sentido del humor el poder de los detalles pequeños y las emociones breves de la vida cotidiana. Su prosa, detallada y lírica, ilumina los momentos aparentemente cotidianos y los convierte en experiencias memorables. Cada relato es tan claro y vívido como si hubiera sido escrito hoy.

En «Díos los cría» Howland construye la vida de Esti mediante recuerdos de su infancia y arma una genealogía amorosa repleta de escenas ruidosas, peleas y también mucho humor, con especial hincapié en la figura de su abuelo, un inmigrante que iba detrás del sueño americano, un sueño americano trunco que también podemos identificar en «S-3».

Otro de los textos memorables de esta compilación es «La vida que me diste», relato en donde una mujer recibe un llamado que le anuncia que su padre se cayó de una escalera y está herido de gravedad. La noticia es sólo un puntapié para esta historia que reconstruye recuerdos, peleas y escenas del pasado que vuelven, propias de cualquier familia.

«La buena literatura debería ser captable en un segundo, en una línea de lectura. Y esto es lo que decididamente sucede con Howland, por eso para mí siempre es un lujo y un desafío traducirla», agrega Garland, a la vez que concluye: «Y siempre, en todos los casos, lo que hay por debajo de sus obras, como subterráneo, es el amor. Siempre el amor.»

 Josefina Marcuzzi/Agencia Télam


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