Europa en bici: Guido vuelve a Eslovaquia con sus pinceles

Séptima etapa del viaje del pintor de Villa La Angostura. Guido Ferrari llega a casa de una familia, recorre ciudades y galerías de arte. En los bosques en los que duerme debe sortear algunos obstáculos.

Estar de nuevo en lugares donde estuviste por primera vez, meses atrás, es una sensación nueva para mi.

Después de pedalear Austria a lo ancho, de oeste a este (aunque parezca muchísimo pedalear un país, esto solo equivale a un 10% del territorio de Argentina) y permanecer en los Alpes más de 3 semanas, volví en tren a Eslovaquia, allí me esperaría Michal Mach de Pezinok, con Lucía su hija y Veronika la mujer.

Michal y yo compartimos la misma pasión por la pintura y el mismo mentor, Georg Miciu. Hace siete años atrás Michal viajó a Argentina para conocerlo y aprender de él.

Así fue que, ahora, estuvimos muy motivados dos semanas pintando Eslovaquia, conociendo diferentes ciudades y viñedos.

Con Mach de Pezinok y su hija en Eslovaquia.

Un día fuimos a una galería de arte en Modra, yo me sorprendí al entrar y ver la galería vacía, porque en un mes empezaba una exhibición, entonces se me ocurrió preguntarle en el momento si le interesaba al galerista y a Michal exhibir una obra de cada uno en la vidriera, mientras la galería hacia el cambio de muestra.

Los dos me miraron con cara de “¿a este raro que le pasa?” el galerista dijo que esto se hacía en los lugares donde hay turismo. ¿Y yo que soy? Me pregunte. Sin embargo, con una mano atrás, aceptaron.

Al día siguiente volvimos y colgamos dos pinturas. Tres días después nos contactó una mujer desde Estados Unidos con ánimo de compra, una semana más tarde las pinturas ya estarían camino a USA.

Sankt Pölten es la capital del estado de Baja Austria.

Le entregaríamos la plata correspondiente al galerista y luego participaríamos de una exhibición junto con artistas locales. Agradecido con Michal y su familia, que sin conocerme me recibieron dos semanas en su casa, me regalaron una carpa, un aislante y ropa, las heladas ya estaban llegando.

Hacia París

Arranque la pedaleada a París, el objetivo era muy claro, llegar lo antes posible para poder ver museos, galerías, monumentos, plazas, etc.
Así fue que pedaleé como nunca, el tirón era como Villa La Angostura – Buenos Aires. Con mucho peso más salí de lo de Michal, también habíamos puesto varios paspartú a las pinturas entonces era como llevar el doble.

En el camino debería pasar a visitar a Christine y la galerista Ursula que me contactó con la publicación en Baja Austria. Así fué que desde Viena le escribí un mail, que en un día estaría en Sankt Pölten, ella me respondió que nos reuníamos en la Galería.

Se reunió con Christine y la galerista Ursula para pautar fecha para una exhibición.

Al día siguiente, después de un baño en el río a la mañana, con alrededor de 5 grados, me reuní en la galería, una mansión de 4 o 5 pisos muy antigua, con un montón de pinturas en todas las paredes en la localidad de Neulengbach, donde Egon Schiele (discípulo de Klimt) estuvo preso. Pautamos fecha para la exhibición y también lo invitaríamos a exhibir a Michal, el 15 de diciembre.

Seguiría por el mismo camino que había hecho unos meses atrás, pero ahora en comienzos de otoño, los colores eran diferentes, los ciervos y jabalíes se mostraban menos pero aun así la vida seguía radiante.

Pedalear cuesta arriba

Vientos en contra, lluvias y montañas en resumen, eso fue cruzar Austria, Alemania y finalmente Francia. De Viena a París, en Alemania ya estaba muy cansado por las montañas, no muy grandes, pero tenía mucho peso.

Sentía que mi rendimiento iba cada vez peor, y sólo me preocupaba por llegar a Francia.

Una noche dormí en el fin de un bosque muy extenso, este terminaba en un campo de maíz que a su vez alrededor tenia una decena de puestos de caza. Dormí cerca de este campo ya que era un espacio abierto y el sol a la mañana valía oro.

Por las noches en los bosques, debe estar atento a los riesgos.

Pero cuando estaba preparando la bicicleta, a eso de las 9 de la mañana, un auto se escucha frenar. Dos alemanes vestidos camuflados se empiezan a acercar con carácter y cara de enojados, uno con un pucho en la mano, recién prendido y a su vez temblando, el otro, más adulto, con una mirada muy tranquila, decidida.

Me empezaron a interrogar, con un poco de distancia, el del pucho no sabía a donde mirar, la bici de ciudad por un lado, la carpa recién desarmada, la ropa colgando de los pinos, una bolsa de basura.

“Con Christine pautamos fecha para la exhibición y también lo invitaríamos a exhibir a Michal, el 15 de diciembre”.

Guido Ferrari, pintor de Villa la Angostura, en viaje por Europa.

Entre pregunta y pregunta, el nervioso, me pide el pasaporte, se lo doy sin renegar y muy tranquilo, cuando ambos vieron que me encontraba tan tranquilo empezaron a pensar preguntas mas coherentes, y les conté que estaba viajando y que el día anterior llovía, se hizo de noche, entonces encontré este lugar, para luego en la mañana seguir a mi destino. Me preguntaron a dónde iba, les dije a París y el del pucho no pudo contener la risa. Cuando uno esta seguro de su objetivo, otro ya no puede ofender, ni con la burla.

Al final de la conversación por supuesto ellos sin creerme todo, me advirtieron de que era una zona con muchos jabalíes y que pueden ser potencialmente peligrosos. No me gasté en decirles que hace 4 meses vengo durmiendo junto a ellos.

En realidad lo potencialmente peligroso son los cazadores que a la noche cazan con infrarrojo, entonces al ser un bulto de energía hay peligro.

Técnica para elegir un lugar

No descarto el peligro de los jabalíes, cada noche que estaban cerca de la carpa hacia un ruido fuerte para espantarlos, por si se les ocurría buscar algo en las mochilas, pero sé que no son como los osos que habitan ciertas zonas. Una mujer que conocí en Viena me dijo que en su País (Rumania) todos los años algún oso se hace de un turista curioso y es que no hay cómo el hambre de un oso antes del invierno.

Una chancha jabalí preñada aparece, sin ser invitada, en el campamento.

Aparte se pueden tomar precauciones antes de dormir en cualquier bosque, las mías básicamente eran: protegerme de la lluvia, la primordial. Lo mejor son los árboles con las hojas en abundancia, para ellos buscaba árboles de aspecto joven o fuerte, siempre miraba el piso si estaba en un pantano o se podía desprender. Abajo del árbol miraba el cielo y si las ventanitas al cielo eran cerradas a la lluvia y si podía o no llegar a la carpa.

También el suelo, si hay pequeñas montañas en el piso, como revuelto, sé que allí hay jabalíes buscando trufas, de la misma manera que miraba los caminos, si en este crecían plantas en la huella a mi me decía que no es muy transitado, por lo tanto, los cazadores y turistas no me molestarían.

También hay muchos bosques de árboles no nativos y algunos de ellos no están preparados para los suelos blandos, entonces caen más fácilmente. Por supuesto no dejar comida afuera, esto es una invitación, a ratones, jabalíes, cuervos, lobos, zorros, etc.

Y generalmente cualquiera sea el bosque me asentaba a la tardecita, y a la mañana con las primeras horas de sol seguía el camino.

En cercanía de ciudades y pueblos grandes se complica un poco más, entonces hay que tener en cuenta que se precisa más tiempo para escoger el lugar.

Contacto: www.guidoferrari.com
Instagram y facebook: Guido Franco Ferrari


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