«Majo» Marini, la pastelera y chef de Viedma que este verano sobresale en Las Grutas

Reimagina los ingredientes y los productos locales en posibles combinaciones que sorprende y realza la gastronomía patagónica. Desde los frutos de mar con los mejores vinos hasta las más frescas tortas con té, su cocina es una celebración digna de conocer y probar.

«Majo» Marini, la pastelera y chef que sorprende este verano en Las Grutas. Foto: Pablo Leguizamón

Reimaginar los ingredientes y los productos locales en posibles combinaciones es una de las destrezas y virtudes mayores que tiene María José Marini, la pastelera creadora de «La Celestina» en Viedma y que hoy comparte junto al chef Martín Baquero una de las cocinas más exquisitas y sofisticadas de Las Grutas. Desde diciembre último ambos encabezan su nueva creación, “Santo Marino Cantina de Mar”, justo en la tercera bajada, frente al Atlántico. No podía tener mejores vistas esta cocina patagónica que sorprende plato a plato, día a día, este verano en este balneario rionegrino.
Aquí se celebra lo local, con el profesionalismo que caracteriza a ambos, innovando y jerarquizando aún más la gastronomía de Las Grutas.
En este lugar la cantina comparte espacio -en el primer piso y una terraza- con “La Celestina del mar” (la primera sucursal de “La Celestina” fuera de Viedma y ya trabaja en el desarrolla de la franquicia de su marca).

A saborear, invita «Majo» Marini. Foto: Pablo Leguizamón

En un stop en un almuerzo donde abundaban los productos de mar y vinos sublimes de la zona conversamos con Majo, alma mater del lugar. Martín está en la cocina, donde se escuchan el sonido y el ritmo de los cuchillos y cucharas y las sartenes que dan a las hornallas, el burbujeo de un agua que hierve en una gran olla y de mariscos que se mueven en una gran fuente. Aquí los aromas se conjugan para que una partecita de esta gran atmósfera marche en algún plato a una mesa de la cantina.
Majo se abstrae de este berenjenal y con total serenidad se dispone a la entrevista.

Frutos de mar en todas sus variantes y preparaciones.


– ¿Cuán apetitoso se come aquí?

-Pocas ciudades en el mundo tienen un patrimonio natural como en el que nosotros tenemos el privilegio de vivir todos los días. Somos responsables de poder difundir las bellezas del Valle Inferior y nuestras costas marítimas, aprovechando al 100 % el recurso natural que nos brinda para generar un turismo sustentable.

Enfocados desde la enogastronomía como forma de vida y pasión, esta es una riqueza que debemos aprovechar y revalorizar.

-¿Por qué se enfocan en la enogastronómica?

-Porque es una experiencia sensorial que permite conocer la cultura, la historia y la pasión de un lugar. La Celestina del mar y Santo Marino buscan una conexión inmediata a un recuerdo nítido logrado a través de un sabor. “Es increíble lo que la cocina o un plato puede hacernos sentir”, suelen decirnos algunos comensales.

En la cocina, en plena preparación, «Majo» Marini y todo su equipo. Foto: Pablo Leguizamón

-¿Cómo es que llegaron a esta carta que hoy ofrecen?

-Somos emprendedores nacidos y criados en la Patagonia. Tenemos como objetivo la búsqueda constante de revalorizar la materia prima de excelente calidad que caracteriza a nuestros productos locales y regionales.

Con Martín comenzamos con este emprendimiento hace tres años en el balneario El Cóndor, lo continuamos en Viedma con una trattoria Italiana “Santo Palote” -nombre en honor a los palos de amasar con los que tantas abuelas nos deleitaron y nos deleitan con las pastas de los domingos-.

Y ahora, desde hace un mes- estamos instalados frente al golfo azul más hermoso de la Patagonia con Santo Marino Cantina de Mar. Y la primera sucursal de casa de té La Celestina.

¿Así nació, entonces, esta sociedad con Martín?

Nació por un proyecto que armamos para presentarnos en una licitación de paradores en el río que lanzó el municipio de Viedma hace tres años en la costanera de la capital rionegrina del que somos adjudicatarios y está en proceso…
El lugar se llama Parador del Muelle y está ubicado exactamente al lado del parador de lanchas de la costanera.

Desde diciembre último, «Majo» Marini alterna su vida entre Viedma y Las Grutas. Así seguirá su vida de ahora en más. Foto: Pablo Leguizamon

«Es redundante pero hay que decirlo igual: la alianza entre la cantina y la pastelería permite ofrecer postres tremendos. Como nos enfocamos desde la enogastronómica para nuestra propuesta gastronómica el vino es un gran aliado y tiene como objetivo de lograr una armonía entre las sabores y aromas. Los postres asumen un protagonismo importante porque es el sabor final de la experiencia, por lo tanto, no podría ser de otra manera que dulce y sutil», concluye «Majo» Marini con «Yo Como».

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Lo dice ella que también es sutil. Y mutante, dinámica y simple, como la cocina que ofrece este punto estratégico de Las Grutas, que va a estar abierto durante todo el año. Una muy buena noticia para los sibaritas locales y visitantes.

Escenas de la ceremonia del té que propone «Majo» Marini



Quién es «Majo» Marini

El itinerario patagónico de “Majo” Marini se refleja en su cocina que es bien inmigrante y mutante.
Nació en Rawson, donde sus padres replicaron la tradición calabrese en una chacra de manufacturar buena parte de lo que comían.
De padre camionero, supo acompañarlo por estas rutas interminables que tenemos en esta parte del sur del mundo.

Fue en uno de esos andares siendo adolescente que conoció a María Elena, una de las dueñas de Ty Gwyn, en Gaiman. Esta emblemática casa de té le sedujo totalmente. Y quizás la conexión mágica que se dio con la anfitriona de ahí en más lo que la llevó a tener a la pastelería como un sueño para alguna vez, cuando fuese grande. Maria Elena le enseñó a hacer recetas y develar los mejores secretos del ritual de té galés.

«Majo» con María Elena, su gran mentora, en Gaiman.


Terminado el secundario vino a Viedma a estudiar el profesorado de Educación Física.
“Desde esa fecha soy rionegrina”, afirma la entrevistada.

Una vez recibida comenzó a trabajar en el ministerio provincial de Educación de Río Negro.
Al tiempo y paralelamente a esto abre una casa de té en El Cóndor. Viene la pandemia. Después traslada su emprendimiento “La Celestina” al centro de Viedma y hoy tiene su réplica en Las Grutas.

“Cuando comencé con La Celestina, gracias a la respuesta de la gente, no podía ir con las dos cosas y la verdad, mi pasión es la pastelería y la gastronomía. En ese momento estaba en el ministerio de Educación, renuncié y cambié totalmente de rumbo. La verdad que muy feliz. Cuando encontrás algo que te gusta, no es un sacrificio sino todo lo contrario, disfruto mucho de esto todos los días”, comentó tiempo atrás a “Río Negro”.
En el IAG estudió primero pastelería y luego para chef vegano en la carrera Plant Based. Todas las semanas viajaba a Buenos Aires para cursar.
Luego entró en sociedad con el chef y consultor gastronómico Martín Baquero, profundizando así su desempeño en la cocina. Esta última etapa la posiciona como una de las pasteleras y chefs más consolidadas de esta parte de la Patagonia.


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