La ofensiva de Cristina pone al presidente en un dilema: la obedece o la enfrenta

La conflagración estalló, con señal de vaciamiento para empujar las renuncias exigidas por la vicepresidenta. La implosión está en vidriera y deja abierta una crisis institucional. Todo por una interna.

La presión del ala dura kirchnerista se ha vuelto a estas horas insoportable para el presidente de la Nación y una crisis institucional para el país. La orden de Cristina fue vaciar el gabinete ante la resistencia de Alberto de no sacar a los ministros que la vice quiere ver eyectados hace rato, y que se definan medidas populistas que eleven la sensación de mejora para los bolsillos de la gente, en un desesperado intento de revertir la catástrofe electoral del oficialismo.

Quedaron atrás las simulaciones. La ofensiva de “poner orden” es desembozada y la interna por una orientación de poder “sin tibiezas” está en vidriera.


La directiva primero había sido insinuada por los medios K Página 12, Ámbito Financiero y C5N. El primero, a días de la elección tituló: “Es la economía”, le faltó el “estúpido” para completar la célebre frase de James Carville, estratega de la campaña de Bill Clinton. El diario le hacía notar al gobierno que debía acelerar más la maquinita de emisión monetaria para impulsar el consumo. Ámbito, desde la portada, tildaba de “parches” las medidas planeadas por Alberto y reclamaba urgentes cambios en el gabinete. C5N fue más gráfico:colocó placas con las figuras de Martín Guzmán, Matías Kulfas, Matías Lammens y Claudio Moroni pendiendo de una floja cuerda circense.


Ante las presiones (primero disimuladas) del kirchnerismo de generar los cambios, Alberto se mostró con ellos para dar un inequívoco mensaje de resistencia.


Fue inútil. La implosión estalló. Al fin y al cabo, el poder le pertenece a ella.

Primero se le pidió a Axel Kicillof que mostrara renuncias en su gabinete. A las horas, el vendaval interno irrumpió en el propio redil del presidente: los ministros que responden a Cristina -Wado de Pedro (Interior), Martín Soria (Justicia), Roberto Salvarezza (Ciencia) y varios funcionarios de segundas líneas-, presentaron sus dimisiones. Vaciamiento de coacción.

Martín Guzmán es, desde hace tiempo, el blanco de Cristina, el principal señalado entre “funcionarios que no funcionan”. Seguramente no en vano hoy, el ministro -viéndose cercado con cruda intensidad- lanzó frases inusualmente aduladoras en el acto de lanzamiento de la nueva ley de Hidrocarburos: “…Junto con Máximo, Cristina y Axel, siempre trabajando para cuidar a la gente”. Con las horas, y cuando el dólar blue subía inquieto, se hizo trascender que Cristina lo llamó para decirle que no quería su renuncia.

Recordemos que Guzmán estaba dándole suaves puntadas a una propuesta de acuerdo lo más prolija posible para mostrar al Fondo Monetario Internacional, que lo reclama con especial subrayado frente a un escenario complicado por los millonarios vencimientos previstos desde el año próximo, reservas monetarias que caen sin remedio y la directa ausencia de un plan económico.

Internas carnívoras seguidas de reconciliaciones han caracterizado por años al peronismo.

Pero esta conflagración pública declarada contra un presidente en ejercicio, ya es una jugada extrema con impacto institucional y poder de daño, frente a la estupefacción de un país que acaba de pasar por una primaria aleccionadora. Un cimbronazo que los mercados no tienen demasiado tiempo para digerir. El propio electorado afín al gobierno sufrirá esta autoflagelación de final imprevisible. Todo por una fiera interna de poder de una vice que fuerza al presidente a seguir sus reglas o -improbable- a enfrentarlas.


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