Misterioso entierro en el cementerio central de Neuquén: ¿qué se descubrió?

El hallazgo se produjo hace poco más de un año y fue investigado por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Hasta ahora no habían trascendido los resultados.

El 26 de abril del 2022, entre dos ataúdes de una antigua sepultura en el cementerio central de Neuquén que fueron exhumados para su cremación, fue hallado un tercer cuerpo enterrado irregularmente. Nunca se informó la revelación del misterio, que recién ahora se conoce por una investigación de Río Negro.

La historia comenzó en abril del año pasado cuando una familia decidió exhumar los restos de sus abuelos, que había muerto con muchos años de diferencia pero enterrados en la misma fosa del cementerio central, siguiendo una costumbre habitual. El objetivo era cremarlos.

De acuerdo con el informe oficial al que accedió este medio, el 22 de abril se extrajo el primer ataúd con los restos de la abuela, que había sido inhumada el 3 de junio de 1987.

El 26 de abril comenzó el trabajo para extraer los restos del abuelo, sepultado el 8 de enero de 1948.

El descubrimiento


En ese momento descubrieron que había un tercer cuerpo que había sido inhumado de manera irregular entre los dos ataúdes. Los familiares desconocían de quién se trataba.

En primer término intervino personal de Criminalística de la Policía de Neuquén, luego el Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial, y después se convocó al Equipo Argentino de Antropología Forense.

La investigación quedó en manos del fiscal del caso de Homicidios, Andrés Azar.

Sin lesiones o traumas


De acuerdo con la documentación a la que accedió Río Negro, los expertos llegaron a la conclusión de que los restos pertenecían a una persona de sexo masculino, adulto, «sin lesiones o traumas perimortem».

Se hicieron cotejos de ADN con familiares de Sergio Ávalos, el estudiante universitario desaparecido desde 2003, y con la base de datos de desaparecidos durante la dictadura cívico militar, pero dieron resultado negativo.

La conclusión


La conclusión fue que el cuerpo perteneció a un familiar directo del abuelo con el que estaba inhumado: padre, hijo o hermano.

«Dichos restos no presentaban signos de criminalidad» y «no fue posible conocer los motivos por los que en circunstancias de realizar la inhumación de los restos no fueron registrados correctamente», dice el informe que firma el fiscal Azar.

Al no encuadrarse el hecho en ningún delito, el fiscal dispuso el archivo de las actuaciones el 14 de diciembre del 2022, algo que no había trascendido hasta hoy.


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