Femicidio de Agostina: la confesión de Monsalve replantea el juicio

En la primera jornada del juicio por jurados, el principal imputado confesó el femicidio tal como había anticipado Río Negro. Buscó despegar al resto de los imputados, y ensució la memoria de la víctima.

«Buen día. Mi nombre es Juan Carlos Monsalve. Es verdad, yo la maté a Agostina». 14 segundos demoró el principal imputado en confesar el femicidio, en la primera jornada del juicio por jurados. Fue una teatralización ensayada con un solo objetivo: cargar con toda la responsabilidad y desligar al resto de los acusados.

Aunque no resultó inesperada Río Negro había anticipado que Monsalve declararía el primer día del juicio, y que asumiría la autoría del femicidio- la confesión obliga a replantear estrategias, en especial para la fiscalía.

Monsalve (48 años) mencionó todas las pruebas reunidas en su contra, pero les dio otra lectura. Por ejemplo, admitió que tuvo sexo pago con la víctima, de 22 años y madre de una niña de 2, pero negó que su esposa Ana Perales (30, acusada de instigadora) le haya exigido que la matara para recomponer el matrimonio.

También negó que Gustavo Chianese (56) haya sido el entregador, y que su sobrino Enzo Monsalve (22) y su empleado Maximiliano Zapata (25) lo hayan ayudado a cometer el femicidio.


Objetivo: ensuciar a la víctima


Relató una historia que no se basa en ninguna prueba conocida hasta ahora. Dijo que se dedicaba a vender droga, además de papa y cebolla, y que Agostina le había robado 1,3 millón de pesos, marihuana y cocaína. No hay rastros en la investigación de que Monsalve haya tenido algún vínculo con el narcomenudeo.

El imputado señaló que se reunió con la víctima el 14 de mayo del año pasado, día del femicidio, para exigirle el pago de la deuda, pero la joven estaba drogada «y en esas ocasiones era brava». Describió que mantuvieron «una discusión que se fue de las manos» y terminó con la muerte de Agostina.

Es decir, en su supuesta confesión siguió ensuciando la memoria de la víctima (a la que llamó, en distintas ocasiones, «pobrecita» y «paquete») y prácticamente la culpó de buscar su propia muerte.

La defensora pública Natalia Pelosso, quien fue guiando a Monsalve en su declaración para que no se desviara del eje, lagrimeó cuando se dirigió al jurado popular. «Hemos escuchado este relato triste. No es cómodo para nadie. Este señor acaba de confesar que es responsable que una hija no tenga más a su mamá. ¿De qué les voy a hablar yo?»

Se recompuso de inmediato, invocó la presunción de inocencia, remarcó que «no es intención de esta defensa justificar lo que sucedió» pero aclaró que «la confesión de Monsalve no es prueba. Es la fiscalía la que tiene que demostrar» cómo sucedieron las cosas.

El fiscal general Gerez (a la derecha) se acercó a escuchar los alegatos de apertura. (Florencia Salto)

Luego se dedicó a desvincular al resto de los imputados, el verdadero objetivo. «Ustedes escucharon que Monsalve es el único autor de esa muerte, les dijo que no necesitaba a otras personas, les explicó que no fue a pedido de su mujer, y ubicó a Agostina a través de otras personas, no de Chianese».

«Nadie quiere justificar este trágico final, nadie quiere estar sentado acá. Pero hay que llevar este juicio adelante. Mi tarea es hacer el control de legalidad de la prueba», dijo por último, visiblemente incómoda.

Para el fiscal jefe Agustín García el desafío es desmontar el discurso de Monsalve y demostrar que tuvo cómplices para cometer el femicidio. Cuenta con testigos, audios y videos para ello. Su tarea es convencer al jurado popular a lo largo de diez días de juicio.


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