¿Qué dicen los que no se quieren vacunar contra la covid-19?

Los que deciden no ser inoculados tienen sus motivos y cuentan porqué optan por no sumarse a la campaña de vacunación. Una investigadora del Conicet y un sociólogo hablan del fenómeno que atribuyen a grupos minoritarios.

El temor a los efectos inmediatos y a largo plazo, la desconfianza por la generación de vacunas en tan corto tiempo y algún caso puntual de alguien que, aun estando vacunado, la pasó mal son algunos de los argumentos de quienes deciden no aplicarse la vacuna contra el coronavirus. Como contracara, están los que animados por la inoculación inundaron de selfies las redes sociales. 

La incomprensión y la estigmatización respecto del rechazo a la vacuna es tal que algunos de los que descartan inmunizarse pidieron no ser identificados con apellido.

Sergio acaba de cumplir 65 años y padece Epoc (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y una insuficiencia cardíaca. Asegura que atravesó dos malas praxis de columna y apenas puede caminar. Por eso, desde el inicio de la pandemia, continúa aislado. “Si me tiene que agarrar, espero tener fuerzas para pelearla. Pero si me pongo la vacuna, me mata”, aseguró y aclaró que no concurre a la consulta médica desde hace más de un año y medio por temor al contagio. De modo que accede a las recetas vía whats app.

Sonia, de 45 años, también considera que la vacunación no es una opción. “Es una vacuna demasiado nueva y todavía no tiene los ensayos que debería tener. Las farmacéuticas y laboratorios que están encargados de brindarte seguridad no se hacen responsables de daños colaterales. Por lo tanto, no me parece seguro”, expresó. 

“Por otro lado, -agregó- no garantiza inmunidad, o sea que si me contagio es básicamente lo mismo. Y también puedo contagiar. Soy una persona sana, así que creería no estar necesitando ninguna vacuna. Si me contagió seguramente voy a transitar la enfermedad como una gripe normal, sin mayores complicaciones. Me cuido haciendo ejercicio, alimentándome de manera saludable y por sobre todas las cosas, sin miedo”.

La vacunas contra el coronavirus se aplican desde fines de diciembre en la Argentina. Archivo

A sus 40 años, Romina no se considera antivacuna, solo desconfía en las actuales. “Las vacunas que ya tenemos datan de estar probadas en, al menos, una generación previa a la nuestra por lo cual ‘el muestral´ es sumamente confiable. Con estas vacunas están arrancando, frenando y cambiando el discurso en forma permanente y ya no creo que sea una cuestión de salud”, dijo. 

Acotó que “no están claros los efectos secundarios de la vacuna. No hay pruebas suficientes y tengo casos cercanos de decesos al mes o mes y medio de dársela”. 


«No tan estudiado»


Al consultarle sobre el sector que rechaza la inmunización, Daniela Hozbor, investigadora principal del Conicet, manifestó: “No es grande, pero está. Tampoco es un grupo homogéneo. Hay personas que, desde hace tiempo no están a favor de las vacunas en general. Luego, está este grupo que, en este contexto, tiene dudas y plantea que no está tan estudiado”. 

«Yo me vacuné», reza el escrito del pizarrón del gimnasio 1 de Bariloche, donde se realiza la campaña de vacunación. Archivo

Esta profesora titular de la Universidad Nacional de La Plata recordó que “las vacunas deben pasar por una serie de evaluaciones, mostrándose como seguras y eficaces. Es un paso obligado. Si no, no pasan a la población en forma masiva”. 

El primer paso, advirtió, fue “tener evidencia en modelo animal y lo hicieron por el Código de Nuremberg. Cuando se tiene esta evidencia, recién ahí se arman los protocolos para hacer ensayos clínicos en humanos, sumamente controlados. Se avanza en un grupo pequeño y si es exitoso, pasas a otras fases y vas aumentando el grupo poblacional que incluye ensayos clínicos. Las vacunas contra la Covid no fueron una excepción”.

La única diferencia, reparó Hozbor, es que “en el último estadio de la fase clínica 3, por la emergencia sanitaria por el impacto de la enfermedad, se analizaron los datos en un punto intermedio, aunque lo suficientemente robusto para que te indique que esto funciona”. En este sentido, la investigadora sugirió mirar los índices de letalidad y “las terceras olas en otros países que afectó a la población no vacunada”. 

Respecto a la importancia de la vacunación, Hozbor destacó que la enfermedad puede “ser letal para cualquiera. Pero, además, las vacunas tienen un impacto que va más allá de lo individual. Al estar inmunizado, contribuís a que la carga de transmisión de la enfermedad disminuya y que haya menos circulación”. 

Por último, planteó: “La decisión de vacunarte o no afecta a uno mismo sino al resto de la población. Es vida o muerte”.   


Todo se cuestiona


El presidente de la Asociación de Sociólogos de la República Argentina, Daniel Natapof, recordó que, desde siempre y en todo el mundo, han existido movimientos políticos de grupos minoritarios que postulan teorías conspirativas que incluyen la oposición a las vacunas. Puso como ejemplo, a los Médicos Argentinos por la Verdad.

Es difícil de comprobar o rebatir ese discurso y en la deslegitimación de todo hacen su cosecha de algún modo”, resumió Natapof, aunque resaltó que no hay que confundir a estos grupos con “las expresiones más masivas antivacunas”. 

Señaló que, en distintos lugares del mundo, hay sectores de la población que dudan o rechazan la vacuna y remarcó que “un error es caer en la estigmatización de que esa gente es medieval o estúpida. Antes de etiquetar, hay que comprender qué ocurre”. 

Postuló diversas hipótesis que podrían influir en el rechazo a las vacunas contra el Covid-19. “La ciencia era sinónimo de progreso. Esa promesa omnipotente se cumplió en muchos aspectos, pero en otros no”, dijo. 

Según Natapof, “la gente naturaliza el estado de vida actual como si siempre hubiera existido. Hoy, gracias a la ciencia, estamos inmunizados contra múltiples enfermedades que antes provocaban la muerte o una calidad de vida espantosa. Estamos sanos y tenemos expectativa de vida como si fuera algo propio de la naturaleza. No es así”.

Paralelamente, este sociólogo puntualizó que “tanto en el campo de la salud como en el religioso y político, estamos en un período de cuestionamiento a la figura de autoridad que antes era intocable. Durante mucho tiempo, esa figura impuso su criterio, muchas veces, arbitrario”. Por eso, se generó “una suerte de reacción que cuestiona y discute todo. Todo cae en un lugar de duda. Eso tiene que ver con cierta arrogancia de la ciencia médica respecto del resto de los seres humanos que teníamos que hacer caso, sin preguntar”.

¿Cómo indicen los medios de comunicación en el rechazo de la gente a vacunarse? Natapof consideró que hay un “tratamiento negligente” por parte de algunos medios de comunicación que, muchas veces, replican información “sin revisar y genera títulos atractivos sin reparar”. “Observo un tratamiento en post de la cuestión comercial para atraer mayor cantidad de lectores. También en el ámbito político, no postularon la antivacuna pero hubo manifestaciones que albergaban esta idea. Y la comunicación del gobierno ha tenido muchos errores y debe ser mejorada de cara a explicar al público qué ocurre”, manifestó. 

El fenómeno de las redes tampoco queda afuera. “La explicación de un infectólogo tiene el mismo valor que cualquier otra opinión. ¿Cómo se enfrenta un joven a la información que circula en forma inagotable? Todo suma”, concluyó.   


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