Las cuentas pendientes en Neuquén tras 20 años de barrera sanitaria

El control en el río Colorado no permite ingresar carne con hueso del norte. La producción neuquina muestra signos de dependencia. La seis claves para entender la ganadería.

El 24 de mayo de 2001 se emitió la resolución 58 del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria, Senasa, que ratificó la barrera sanitaria en el río Colorado. Desde el norte del país no podía ingresar carne con hueso o animales en pie. Pasaron 20 años y los avances en la ganadería norpatagónica son tangibles aunque todavía no se pueda observar en el precio al mostrador de la carne, con cierta lógica porque no se trata de una zona de producción forrajera.

Hay unas seis variables, a favor y en contra de la medida sanitaria que tiene efecto directo en el bolsillo de los consumidores.

1: Aumentó el stock bovino en una década en un 10% y se contabilizan más de 230 mil cabezas frente a 12 años de sequía y posterior recuperación de los campos de la ceniza del Caulle. El sector se consolidó sin desbalancear la relación de los medianos y los grandes productores.

2: Cifras oficiales indican que la producción de carne en Neuquén abastece por encima del 30% del consumo de la provincia por lo que sigue habiendo margen de demanda. Se observó un esquema profesional en la mejora genética de los rodeos y la optimización de los campos.

3: Hasta el 2001 el flujo del negocio ganadero es que los terneros que se producían en la zona cordillerana, con calidad sanitaria y genética, se iban a la zona central del país y volvían después en forma de carne. Ese esquema comenzó a frenarse con el surgimiento de una treintena de engordes a corral que , a su vez, sufren la falta de oferta de granos o pasto en invierno, cuyos precios, para variar, penden de lo que puedan “importar” desde el norte del río Colorado. La explicación al fenómeno puede encontrarse en la política de incentivo a la producción local criada, engordada y faenada en la provincia, aunque, se admite, tiene un techo.

4: La industria frigorífica sirve para lo que está y no hay una apuesta a aumentar la capacidad en calidad y cantidad. Hay un planta de faena autorizada a vender fuera de Neuquén, Senillosa. La red de mataderos públicos tiene una función sanitaria y no comercial. Hay una dependencia de intermediarios para los que se dedican al empaquetado de la carne, que sí lo tienen al menos dos cadenas de supermercados, pero en productos sin hueso.

5: La permeabilidad de la barrera sanitaria permitió la generación de un negocio clandestino de planchas de asado hacia el mercado consumidor que paga precios “petroleros” de la zona de Añelo y la ciudad de Neuquén. Fuentes del Senasa indicaron que sólo se logra desbaratar un pequeño porcentaje de los ingresos. Un kilo de asado con hueso en Santa Rosa, La Pampa, se vende a $600 y en Neuquén ese precio se puede llegar a duplicar. El hueso del costillar no transmite aftosa porque no es hueco de allí la crítica de los carniceros que sueñan con volver al mercado tradicional cuando en el 2000 hubo un corredor para este producto.

6: El gobierno provincial plantea trabajar hacia la exportación sobre dos ejes: aquellas carnes diferenciadas que puede aprovechar el estatus sanitario de la barrera que permita competir con este factor en los mercados externos y por otro lado, mediante el incentivo ganadero, la comercialización de vacas, ovejas y cabras de descarte. Se depende, de todas formas, de esquemas nacionales que al ser inestables desalientan la inversión.


Patagonia marca el estatus sanitario a seguir

Opinión de Diego GarcÍa Rambeaud. Presidente Sociedad Rural del Neuquén

Argentina cuenta con una región sanitaria de estatus diferenciado, superior al resto del país, el cual es necesario destacar. Patagonia, producto del cuidado regional mediante la Fundación Barrera Patagónica (Funbapa) zoofitosanitaria, sobre los ríos Colorado y Barrancas, ha logrado ser homologada por la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE), y reconocida por la Unión Europea (UE), Estados Unidos, el Servicio Agrícola Ganadero, SAG, de Chile, como libre de enfermedades cuarentenarias que condicionan los mercados internacionales.

En esfuerzo público y privado, por más de 20 años se ha custodiado la sanidad de los animales ungulados, de “pezuña hendida”, tales como bovinos, ovinos, caprinos, porcinos, cérvidos, camélidos, entre otros, susceptibles a la fiebre aftosa, que representan el grueso de la producción ganadera extensiva de la Patagonia.

El país convive con dos estatus sanitarios respecto a esta enfermedad. Del río Colorado hacia el norte se vacuna anualmente los rodeos. Al sur, desde el año 2013 la Patagonia es libre de aftosa sin vacunación en toda su extensión. Un estatus superior, logrado tras muchos años de intenso trabajo conjunto.

La aftosa es un virus que se transmite rápidamente y provoca fiebre, úlceras en la lengua, labios y pezuña de los animales; siendo el sacrificio de los animales contagiados, como así también de los que han tenido contactos con ellos, el freno y control de un brote.

La Organización Mundial de la Sanidad Animal indicó que “la fiebre aftosa es una enfermedad vírica grave del rebaño, sumamente contagiosa y de repercusiones económicas considerables”.

La ganadería en Patagonia muestra un crecimiento sostenido (Informe Fundación Barrera Zoofitosanitaria e INTA 2020), desde el criador hasta el frigorífico, beneficiando en su camino a toda la cadena de producción y sectores vinculados.

Luego de años de sequía, y mostrando el tesón en las convicciones del sector, los stocks ganaderos han incrementado su número y mejorado los índices productivos. Más tecnología aplicada en el manejo del campo permite contabilizar hoy una mayor cantidad de cabezas, mejores índices de destete, mayor cantidad de kilos producidos, lo cual muestra a las claras los objetivos de maximizar la eficiencia en el sistema.

A su vez, la calidad y cantidad de agua en los fértiles valles irrigados, el manejo y la distribución racional de las mismas, garantizan el abastecimiento complementario del sistema extensivo de producción de forma sustentable, mediante las recrías en pasturas y terminación en feedlot.

A simple vista el escenario es claro y virtuoso, ¿qué falta?

Luego de estos años y en búsqueda del promisorio mercado exportador, se necesita claridad en el objetivo de valorización de lo logrado, y conquista de mercados internacionales. Chile, China, Unión Europea, entre otros, no sacian su necesidad de proteína animal que nuestros productores bien saben hacer.

Las políticas nacionales y provinciales deben promover la producción y también a las plantas de faena con los avales necesarios para despostar y clasificar lo que se consume en nuestro gran mercado interno, y lo que se exporta, y que hoy significa mayormente cortes que nuestro mercado interno no consume y que logra incrementar la oferta de carne a través de la descarga en los campos de animales improductivos (Vacas/Toros de Refugo) que dan lugar a una mayor producción de terneros, que luego termina en la mesa de los argentinos.

Si se logran estas metas de comercio internacional fluido, se logrará el objetivo más valorado y ansiado por los habitantes de nuestra región: el consumo de los cortes preferidos por los Argentinos estará abastecido y garantizado a precios razonables, considerando la tipificación y desglose que se realiza. Es hora de poner en valor el trabajo de tantos años, sin caer en análisis parciales cortoplacistas, ni sesgados, siendo claros en la visión productiva de largo plazo. El cuidado del logro sanitario se sustenta en el fortalecimiento de la barrera, destacando que por cada dólar que se invierte en ella, se generan 4,78 dólares en el sector (Inf. Funbapa INTA 2020).


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