Bariloche ya usó en tres elecciones la boleta única

Ese instrumentó se implementó en septiembre de 2013 tras la sanción de una ordenanza a pesar de la resistencia de algunos partidos políticos. Desde entonces está en vigencia. Destacan que es un sistema transparente y que evita el "acarreo".

El debate instalado a nivel nacional sobre la posible adopción de la boleta única de sufragio suele tomar como ejemplos o referencias los casos de Santa Fe y Córdoba, pero también hay otros distritos con experiencia en la materia como Bariloche, donde el municipio ya lleva tres elecciones con ese sistema.

Entre quienes tuvieron que gestionar la aplicación la boleta colectiva y organizar esos comicios la evaluación es muy favorable y no tiene directa relación con sus partidos políticos de pertenencia.

Cuando se estrenó la boleta única, en septiembre de 2013, la Junta Electoral Municipal era presidida por Karina Chueri (promovida por el Frente para la Victoria) y le tocó tomar decisiones que generaron algunas quejas. Hoy, considera que “el cambio fue positivo y cumplió con los objetivos”.

Su sucesor en el cargo, Diego Tislak, opina también que la nueva boleta que reemplazó las tradicionales papeletas individuales por partido “es muy práctica, evita el acarreo y el famoso robo de boletas”.

Subraya además que representa “un ahorro importante” en los costos de impresión y existe “un aspecto ambiental que es para considerar”, ya que se reduce mucho el derroche de papel, inevitable con el sistema viejo. “Es mucho más transparente”, afirma Tislak, quien llegó a la presidencia de la Junta en 2019 por impulso de Juntos Somos Río Negro.

La boleta única fue aprobada por ordenanza el 9 de mayo de 2013 y se aplicó por primera vez en septiembre de ese año, cuando hubo una elección especial solo para elegir al intendente que completara el mandato del destituido Omar Goye.

En forma provisoria la titularidad del Ejecutivo estaba a cargo de María Martini, quien ganó la reelección. Su organización política, el Frente para la Victoria, se opuso a la boleta única, pero tenía solo dos votos en el Concejo y no le alcanzó.

Hubo especulaciones sobre un posible veto de Martini, quien declaró por esos días que la nueva herramienta tenía ventajas “como las de evitar la manipulación y el robo de boletas» del cuarto oscuro, aunque consideró que su puesta en práctica demandaría «capacitación, concientización y también una fuerte inversión» que no estaba prevista en la ordenanza.

Al final Martini la promulgó el 28 de mayo con alguna incomodidad, porque su partido la desaprobaba. Dijo que compartía “muchas de las cuestiones” expuestas por sus compañeros en el debate del Concejo, pero había valorado más los puntos a favor.

Cuando la Junta Electoral inició el proceso para homologar las candidaturas y diseñar la boleta surgió una agitada discusión por las posibles confusiones de los votantes debido a la falta de hábito. En función de esas críticas Martini dispuso postergar la elección por tres semanas, pero el Tribunal Electoral de Viedma anuló esa resolución y obligó a respetar la fecha original.

Finalmente Martini ganó, a pesar de que llevó la peor parte en el sorteo de lugares y quedó en el décimo lugar de la boleta, leída de izquierda a derecha. A priori todos querían el primer lugar a la izquierda y el favorecido fue Gustavo Gennuso, quien terminó tercero en la elección.

Además de una intensa campaña de difusión, y de la capacitación para las autoridades de mesa, la Junta Electoral debió encargar nuevas urnas, porque las que se usaban hasta entonces resultaban muy chicas.

La boleta única barilochense mide 42 por 29,5 centímetros, se introduce doblada en cuatro, sin sobre, y las nuevas urnas miden 50 centímetros por 25 cm y 60 cm de fondo. Las anteriores era de 30 por 25 por 50.

Al momento de votar el elector recibe la boleta de la autoridad de mesa, con una lapicera, y debe marcar el casillero del candidato elegido, sin marcar dos o más, lo cual anula el voto. Si no marca nada es voto en blanco.

Evolución

Dos años después del debut, en 2015, hubo otra prueba de fuego, porque la boleta ya debía contener los nombres para todas las categorías en competencia. Es decir, no solo el intendente sino los once concejales y tres miembros del Tribunal de Contralor, con sus suplentes. Se presentaron una decena de partidos y la boleta incluyó casi 300 nombres, además de la foto del candidato principal y el logo de cada partido.

Debido a las observaciones surgidas fue necesario modificar la ordenanza original para regular otra vez el tamaño de letra, que quedó fijado en 0,3 centímetros como máximo. El sorteo en ese caso dejó tercero (de izquierda a derecha) a Gennuso, quien ganó la elección. El primero fue Osvaldo Nemirovsci, que obtuvo apenas un 5%.

Esa vez la Defensoría del Pueblo, que estaba a cargo de Andrea Galaverna (por entonces cercana al Frente para la Victoria y surgida del Movimiento Evita), generó un “observatorio” de la elección, cuyas conclusiones destacaron los méritos del nuevo sistema. Dijeron por ejemplo que facilitaba el voto “cruzado”, es decir la elección de distintos partidos para cada categoría. En la elección municipal esos votos rondaron el 30%, cuando en las provinciales no habían sido más del 11%.

El observatorio señaló también que la ausencia de boletas partidarias permite optimizar la organización del espacio, ya que no hacen falta una gran aula para cada cuarto oscuro y se pueden reemplazar por “boxes”, una ayuda clave en varias escuelas que tienen pasillos muy estrechos y complican la espera de los electores.

Una encuesta realizada en aquella oportunidad por el observatorio de la Defensoría determinó que el 90% de las opiniones calificaron como “fácil” o “muy fácil” el uso de la boleta única. Entre los factores en contra se remarcó la extensión innecesaria del escrutinio por falta de capacitación de las autoridades de mesa.

Algunos reparos

La boleta única se volvió a utilizar en las municipales de septiembre de 2019, cuando resultó reelecto Gennuso, y se notó la mayor familiaridad de los electores, según reconoce Tislak, quien encabezó la junta electoral en ese caso. Recuerda que el ancho de las columnas para cada partido fue un punto de discusión, y quedó fijado en 3,8 centímetros para cada uno.

Tislak admite que a futuro ese factor podría ser fuente de nuevos conflictos, por ejemplo si se presentan y cumplen las condiciones 15, 20 partidos o todavía más, ya que no hay límite legal. “Entiendo que la discusión va por ese lado y son cuestiones a resolver -sostiene-. Pero hay que resaltar el concepto, que es claramente un avance, y para mí es necesario profundizarlo. Hay que trabajar todavía más en la educación, llevarlo a las escuelas, explicar cómo votar, como se usa la boleta, cómo elegir y qué mirar”.

Aclara que en Bariloche la boleta única de papel debe ser solo “una transición”, ya que “hay un mandato por Carta Orgánica de implementar el voto eletrónico”. Chueri opina que el recurso de la BU “es un paso adelante que genera más transparencia y que hace más fácil el recuento”. Coincide en que el acento debe estar puesto en la capacitación.


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