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Si Neuquén fuese un país, sería uno de los más desiguales: el vínculo con el petróleo

Lo explica el historiador Joaquín Perren. El dato surge de un estudio que se está realizando sobre la desigualdad en la Patagonia Norte.

«Si Neuquén fuese un país y midiéramos la desigualdad, sería uno de los mas desiguales del mundo, sería Botsuana», afirmó el doctor en Historia e investigador del Conicet Joaquín Perren. Ha dedicado gran parte de su carrera al estudio de la desigualdad y, de esa experiencia, surge su conclusión sobre la relación de esta disparidad con la renta petrolera, lo que convierte a la capital neuquina en un fenómeno casi único en comparación con el resto de Argentina.

Actualmente, Perren es parte de dos estudios. Uno financiado por la Universidad del Comahue, donde es profesor, que analiza de forma interdisciplinaria la reproducción de la desigualdad en Neuquén. El otro es subvencionado por el Conicet y aborda los distintos procesos que hacen a la intensificación de la desigualdad de la Patagonia norte.

Como parte del análisis, los profesionales miden la calidad de vida, lo que se obtiene combinando indicadores de distintos tipos, como educativos, sanitarios, económicos y ambientales. Para medir la desigualdad usan el índice de Gini, que va del 0 al 1, marcando más desigualdad cuando mayor es la cifra. Según el Banco Mundial es de Argentina, para el 2019, era del 0,42.

De acuerdo a Perren, el coeficiente de Gini para Neuquén arroja un resultado del 0,59: «si fuese un país, sería uno de los mas desiguales, estaría 158 en el orden mundial, para que nos demos cuenta cuan desigual es nuestra ciudad».

El primer paso para abordar el tema es entender la diferencia entre pobreza coyuntural y pobreza estructural. Durante la entrevista que brindó a «Vos A Diario» (RN RADIO 89.3), Perren explicó que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) mide la primera, asociando los ingresos con una canasta básica de productos.

Esta pobreza relativa, según el historiador, es muy sensible al ciclo económico y al tipo de cambio, por lo que la devaluación la termina incrementando.

El otro tipo de pobreza es la estructural, que es más persistente y de fondo, de privaciones como las materiales y educativas. A diferencia de la coyuntural, que se mide cada seis meses, en este caso se hace cada 10 años, con cada censo. El especialista aclaró que este indicador registraba una baja desde 2001 a 2010, pero no se pudo hacer el del 2020 por la pandemia.

Explicadas estas diferencias, Perren volvió a la pobreza coyuntural que, según el Indec, alcanzó al 40,4% de la población del conglomerado Neuquén-Plottier, durante el último semestre del 2020, mientras que en todo el país fue del 42%. El dato de la indigencia fue, aún, más preocupante porque sobrepasó la media nacional del 10,5% con el 12,3%. Fue la segunda más alta de Argentina, después del Buenos Aires con 13,3%.

Estas cifras que Neuquén estuvo muy cerca de la media tanto en pobreza como en indigencia pese a ser una de las provincias con mayor PBI per cápita del país, analizó el historiador. Resaltó que «El título sería: Neuquén es una provincia relativamente rica, con una exagerada cantidad de pobres» y agregó «los ingresos reales tienden a la baja y diferencia a Neuquén de otras provincias».

Para comprender este hecho, el investigador propuso pensar la cuestión petrolera ligada al mercado inmobiliario, en general, y al de alquileres, en particular. Recordó que desde la salida de la convertibilidad, en 2002, el principal resguardo económico pasaron a ser los ladrillos, lo que aumentó el precio del suelo urbano y lo construido encima. Esa fue una tendencia a nivel nacional de valorización inmobiliaria del capital. Esto influyó de forma directa en el alquiler, que se calcula con base a un porcentaje del valor de la tierra o de la unidad que se pone a disposición.


Neuquén, petróleo y desigualdad


La particularidad de Neuquén, puntualizó Perren, es que la riqueza que produce el sector extractivo, o sea la renta petrolera, se vuelca en ese mercado inmobiliario y genera una sobredemanda. Eso explica el desfase de ingresos y precios, aseguró.

De esta forma, la desigualdad crece mucho más q en otras provincias. Con la renta petrolera convertida en renta inmobiliaria, tiende a multiplicarse la disparidad y a impactar de forma cierta en la dinámica urbana: como los alquileres tienden a aumentar se generan desplazamientos a lugares mas alejados.

El historiador indicó que determinados sectores se vuelven cada vez mas homogéneos y elitistas, lo que ocurrió con el centro de Neuquén en estos 20 años y se profundizó en los últimos 10. Otro de los efectos que observó es que las personas que quieren ser propietarias y viven en el centro, deben comprar en otras localidades. «Eso refuerza una urbanización hacia afuera, que no hace más que multiplicar la fragmentación urbana, lo que convierte a Neuquén en un espejo de un montón de caras», describió.

Esta «organización centrífuga» provoca una ocupación muy extensiva el suelo y que la provisión de servicios no sea eficiente. Perren la catalogó como la segunda consecuencia porque la primera son los procesos de segregación, que tiene un efecto en la reproducción de la desigualdad: «un conjunto de piezas totalmente desconectadas entre sí».

Según el historiador, el caso de Neuquén es «bastante excepcional, casi único a nivel país» porque la renta petrolera se convierte en inmobiliaria lo que no es un fenómeno muy recurrente. Consideró que en el interior de la provincia no se repite, pero se puede ver un proceso similar con la renta turística en San Martín de los Andes o Villa la Angostura.


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