Entre el duelo y la gloria: la ruta que llevó a una neuquina al Mundial de Atletismo de Montaña en Italia
Lucila Sotelo comenzó a correr en la barda de Neuquén en 2020. Sintió fascinación por la montaña y hoy representará a Argentina.
Ante la pérdida de su pequeño hijo y luego de atravesar 15 cirugías en unos pocos años, Lucila buscó un refugio. Lo encontró en el atletismo de montaña. Hoy, es una de las atletas seleccionadas para integrar la Selección Argentina que representará al país en el Mundial Master de Atletismo de Montaña que se disputará en Meduno, al norte de Italia, entre el 5 y 7 de septiembre.
La disciplina consiste en carreras de resistencia de 10 a 21 kilómetros. Lucila Sotelo, oriunda de Neuquén, arrancó entrenando en la zona de la barda de esa ciudad y en Paso Córdoba en 2020, luego de transitar gran cantidad de intervenciones quirúrgicas tras un diagnóstico de endometriosis, una enfermedad en la que, en la parte exterior del útero, crece un tejido similar a la mucosa interior del útero que puede causar un dolor intenso en la pelvis y dificultar que se consiga un embarazo. «Me crecía tanto el endometrio que tenía el riesgo de que se hicieran malignos. Atravesé por 15 operaciones en las que me abrieron el abdomen. Hoy, mi pared abdominal está hecha de una malla que contiene los intestinos, no tengo carne«, describe.

Esta neuquina de 36 años considera que «las enfermedades vienen de las emociones«. Cuando tenía apenas 16, nació su hijo que murió dos años después a causa de un síndrome nefrótico. «Desde que nació, no le funcionaron sus riñones. Ni su papá ni yo éramos compatibles de modo que no pudimos donarle. Se batalló hasta que dijo basta«, recuerda con tristeza.
«Mi depresión por no poder canalizar su partida -añade-, me enfermó un año y medio después». Se sentía mal, había perdido mucho peso y no entendía qué pasaba. «Entré en un estado oscuro: siempre nos han dicho que morían primero nuestros padres. No estaba preparada para que mi hijo se fuera primero, antes que yo«, dice.
Una vez que le diagnosticaron endometriosis, atravesó las 15 operaciones en 12 años. Las últimas dos intervenciones fueron en 2018 cuando los médicos optaron por extraerle el útero y los ovarios. «Creí que eso era todo. Pero a los tres días volví a caer porque la malla se había pegado en el intestino. Estuve seis meses en terapia. Me salvé de casualidad», comenta.

En ese momento, Lucila debió aprender a caminar de nuevo. «Es increíble lo que pasa con el cuerpo: cómo se muere. Empecé con los primeros pasos pero no sabía cómo hacerlo. Los médicos me levantaban a upa y me ayudaban. La consigna fue: nada de actividad física», menciona. Decidió desoír esa consigna y considera que, de alguna forma, le salvó la vida.
«Siempre me gustó el deporte y empecé a pensar que mi niño me dejaba un mensaje con su partida. Queda en uno entenderlo con el tiempo. Entendí que para algo estoy acá, que se puede salir adelante, que a través de nuestro pensamiento podemos lograr muchas cosas«, señala. En primer momento, arrancó con la bicicleta que tenía en su casa. Le siguió el handball y natación hasta que vio a otras mujeres corriendo por la barda y le llamó la atención. Decidió probar.

«Me acuerdo de esa primera vez: era Forst Gump. Corrí con ganas de desahogo. Y así fui encontrando un camino para volver a conectarme conmigo. Me ayudaba a salir de la depresión. Seguí corriendo y fui ganando carreras y descubrí que soy buena para eso. Entrené más y más», describe.
En cada carrera, siente una fuerte conexión. Pero a la vez, en la montaña, se siente más cerca de su hijo.
«El cruce de Los Andes me enseñó mucho: tres días corriendo y acampando en la montaña, con tanta tesión. Llegué a llorar del dolor, pero ahí arriba, estás solo y no te queda otra que bajar. Hay que calmarse y seguir adelante. Con los kilómetros se vuelve a acomodar el cuerpo y la cabeza. Pasás por todos los estados», describe esta mujer que, ahora, muchas veces corre junto a su pareja.

El Mundial de Italia es el próximo desafío, con 14 kilómetros de recorrido y 800 metros de desnivel. Lucila solo piensa en «cruzar el arco». Entrena 40 kilómetros por semana, lo que combina con gimnasio. “La convocatoria fue una gran noticia. Vengo de una fractura de tibia y me costó dos años recuperarme. La idea es llegar unos días antes para ambientarnos: allá hay mucha humedad y el cuerpo va preparado, pero los pulmones no», contó.
Lucila no es la única neuquina que integra la Selección Argentina. Rafael Iannelli, Vanesa Dinamarca (de San Martín de los Andes), Enzo Morales (de Junín de los Andes) y Darío Gauna (de Buta Ranquil)
también viajarán a Europa.
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