Marcela Sibilla fue adoptada en Buenos Aires, pero volvió a Bariloche a fin de encontrar a sus padres biológicos
Según el legajo, nació el 16 de octubre de 1968 en el hospital de Bariloche. La mujer argumentó que una monja la entregó a un equipo de adopción en Buenos Aires. De a poco, fue reconstruyendo su historia, pero aún busca respuestas. "No sé si mi mamá me quiso dar en adopción o no", dijo.
Con 56 años, Marcela Beatriz Sibilla volvió a Bariloche, donde nació, con la necesidad de cerrar un capítulo de su vida.
«Marta Parra y Antonio José Lira me pusieron el nombre de Adriana Lira. Marta, hace 56 años atrás cuando me dio a luz, se encontraba con desnutrición. Una monja se comunicó con el equipo de adopción San José, me subieron a un avión y me llevaron a la casa de la directora. Solo deseo que mis progenitores estén bien y les agradezco por darme la vida«, posteó Marcela en las redes sociales, tras su regreso a Bella Vista, provincia de Buenos Aires, donde vive.
«Marcela Beatriz Sibilla es mi nombre actual. Soy jubilada docente de nivel inicial. Nací en el hospital de Bariloche, según los legajos, aproximadamente el 16 de octubre de 1968«, dice esta mujer a diario RIO NEGRO.
Siempre lo sospechó, pero recién a los 20 años, pudo confirmar que era adoptada. Su padre, entre llantos, reconoció la situación y argumentó que nunca le había dicho la verdad por temor a que se fuera. Dijo no saber quiénes eran sus padres biológicos, aunque admitió que había nacido en el hospital público de Bariloche. Con su madre adoptiva, en cambio, tenía una pésima relación y nunca consiguió ninguna información.
«En 2009 tuve necesidad de recorrer el hospital de Bariloche para ver si accedía a algún tipo de información. El entonces director del hospital me dijo que, dos años atrás, había fallecido el director de aquel momento. Pero me llevó a recorrer el lugar donde nací y la incubadora donde permanecí tantos días«, comentó la mujer.
Años después, decidió regresar a la ciudad cordillerana en busca de alguna otra información. «Un trabajador del área de Seguridad me contó que él había nacido ahí en 1966 y que su madre había trabajado en el hospital toda su vida. Dijo que, en esa época, había tres monjitas en el área de Maternidad que entregaban a los niños en estado de vulnerabilidad en adopción«, contó.
Según lo que logró reconstruir a través de las actas, mencionó, una de las monjas se comunicó con el Equipo de Adopción San José de la ciudad de Buenos Aires, perteneciente al Movimiento Familiar Cristiano. «Yo tenía tan solo 20 días. Me buscaron por Aerolíneas Argentinas y las monjas me entregaron a mi y a un varoncito. En esa época, era algo muy común. En Buenos Aires, me entregaron a mis padres adoptivos que nunca me contaron la verdad», subrayó.
¿Cómo supo? Cuando estudiaba Trabajo Social, ingresó a trabajar a un instituto de menores y allí una mujer le reveló, sin querer, su historia. «En seguida, encaré a mis padres para preguntarles. Mi papá se puso a llorar y me reconoció que sentía temor de que me fuera. Siempre negaron saber quiénes eran mis padres biológicos», señaló.
Marcela fue armando su historia a modo de rompecabezas. «Cuando acudo al Registro de las Personas me encuentro con el nombre de mis progenitores. En mi expediente dice que mi madre me abandonó. Figuro como Adriana Lira, hija de José Antonio Lira y Marta Parra. Pero nunca me inscribieron en Viedma. Por eso, intervino un juez«, afirmó.
Tiempo atrás, le diagnosticaron diabetes y sintió una necesidad fuerte de conocer sus antecedentes para evaluar el camino a tomar con su enfermedad. Por eso, decidió regresar. «Contraté a una abogada pero no pudo dar con mis padres biológicos. No sé si mi mamá me quiso dar en adopción. O no. No se si tengo o no tengo hermanos. Pero necesito un cierre. Por eso, volví a Bariloche que es, de alguna forma, mi raíz», concluyó.
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