La aventura de Diego: dos horas remando entre ballenas en Monte Hermoso

Video: una de ellas lo tiró de su tabla de SUP cuando lo tocó con la cola. Acá revive paso a paso cómo fueron esas dos horas inolvidables en las que nunca se sintió en riesgo.

«Me gustan los deportes náuticos, salir a supear (remar parado sobre la tabla), el windsurf, volar con el kitesurf. Y cuando nos internamos en el mar es frecuente ver ballenas. También orcas, elefantes marinos, lobitos. Pero nunca me había pasado algo así», cuenta Diego Schulz, dueño del parador Barrilete en Monte Hermoso, ubicado en la zona del viejo espigón del este, cerca del faro.

¿Que fue lo qué pasó? «Estaba en casa y me llega el mensaje de un amigo: ‘Hay ballenas enfrente de casa’. En Monte tenemos unos 5 km de costanera. Así que nos fuimos para el oeste con mi mujer y nuestro hijo. Habremos estado una hora mirándolas. Eran dos, a unos 300 metros de la costa. Ahí dije: ‘Tengo que entrar’. Fui a casa, me puse el traje de neoprene, agarré la tabla y volví. Iban avanzando hacia el este cuando las veo, habrían hecho un kilómetro, así que paré y me mandé. El mar estaba calmo, eran dos ballenatos de tamaño mediano. Y empecé a interactuar con ellas. Golpeaba con el remo la tabla y se asomaban, daban una vuelta. Cuando se acercaban yo me quedaba sentadito sobre la tabla. Y les hablaba…

-¿Qué les decías?

-Hola gorditas, vengan… cosas de un loco solo con dos ballenas en el mar. Estuvimos un rato navegando juntos. A los 3 km de ir derivando se sumó Gustavo, al que filmo desde mi casco. Se acerca con una tabla de SUP inflabe que parece un kayak. Estaba más loco que yo, con un rompevientos de lona y un short de jean. Justo estábamos intercambiando los Facebook para compartir las imágenes cuando se le vienen las ballenas, las tiene pegadas, se da vuelta y las ve ahí nomás. Ahí le digo «Mirá, mirá lo que te voy a mandar». En ese momento como que se asusta y levanta el remo como para defenderse. Le digo: «Hacé ruido con el remo, hacé ruido con el remo». Ahí como que se afloja y se queda tranqui con la ballenas al lado, se relaja y larga la carcajada.

Se viene una

Fue entonces cuando una de las ballenas encaró para donde estaba Diego. «Se vino, asomó la cola y me da en la tabla como si fuera con el dedo índice, con esa delicadeza, una cosa así. Ahí es donde me caigo y me subo al toque. Y después seguimos navegando juntos. Habrán sido unas dos horas. No me metí nunca entre ellas, las ballenas eran las que venían. Una me pasó por abajo limpito.

-¿Era como un juego?

-La sensación era que estábamos curioseando, interactuando en el agua. El medio donde estaba era el de ellas, no era el mío, el extranjero era yo, así que siempre con mucho respeto. No es mi medio, pero a veces me gustaría estar más en el mar y menos en la tierra… Nunca tuve una situacion de riesgo. Ellas se acercaban y cuando aceleraban no las alcanzabas ni con una lancha. A veces golpeaba con el remo y venían.

-¿Con las orcas nunca viviste una situación de riesgo?

-Nunca. En general siempre las vemos pasar con sus crías. Y hemos visto más orcas que ballenas. A lo mejor como las ves con ese terrible aletón te asustan un poco y tratas de esquivarlas, salirte de la línea. Pero yo creo que si uno se mueve en el mar con respeto no tenés problemas.


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