Lo que el virus destapa

La pandemia “abrió puertas celosamente clausuradas”, plantea el psiquiatra Jorge Luis Pellegrini. Desde la vejez y los geriátricos al consumo del alcohol.

Cuando apareció la novedad de una epidemia en China, producida por un virus desconocido, se pusieron en marcha distintos modos de negar la situación. Que era muy lejos, que no llegaría, que quizás fuera una noticia exagerada.


Cuando se declaró la pandemia a principios de marzo y el virus arrasó con Europa, las imágenes que llegaban instalaron el miedo y la incertidumbre. La posterior cuarentena con aislamiento obligatorio en nuestro país, nos planteó la inmediatez de la amenaza, e hizo que para millones de argentinos se impusiera ver la realidad por temible que nos pareciera.

El virus abrió puertas celosamente clausuradas. Cuando la enfermedad hizo de los ancianos sus víctimas prevalentes, se descubrió que los viejos existían a pesar del culto permanente a la juventud, a la novedad y a la falta de historia.

Lo anticuado ingresó al presente y con ello los espacios en que esa llamada tercera edad despliega su vida cotidiana. Los “hogares” geriátricos, tan silenciados socialmente, saltaron a la plana de los diarios, porque no sólo alojaban al sector con mayor riesgo de enfermar, sino también por las condiciones insalubres y de abandono que allí reinan en la gran mayoría de los casos. El virus hizo visible lo evidente.

Lo mismo está sucediendo con el alcohol y su consumo. Hoy la pregunta sobre si el aislamiento obligatorio ha aumentado el consumo de alcohol se hace frecuente. Cosa que no sucedía antes de la pandemia, cuando los datos sobre el enorme aumento del proceso de alcoholización en la juventud, en hechos como los femicidios, accidentes de tránsito, etc. pasaban – siguen pasando – como cifras, como estadísticas que no logran atravesar la piel de la gran mayoría de los argentinos.

Silenciados socialmente, los geriátricos volvieron a tener preponderancia.


El virus también abrió esa puerta, en la medida en que finalmente nos obligó a mirar la realidad humana y preguntarnos sobre nuestros propios riesgos en la pandemia.

No hay datos estadísticos del consumo de alcohol en este tiempo de epidemia global. Los comerciantes dicen que ellos registran un aumento de la venta de alcohol. Es probable que sea así, no sólo por el aislamiento sino también porque la normatización asistencial ha modificado las planificaciones en los centros asistenciales, centrándolas muy especialmente en tratar el Covid.

Existen datos referidos a los tratamientos de enfermos alcohólicos aprovechando los recursos de comunicación virtual, y también con visitas domiciliarias a los pacientes.

Por este medio muchos tratamientos de la enfermedad continúan, como sucede, por ejemplo, en Bariloche, Cipolletti, Catriel, Chimpay, Choele Choel, Lamarque, Beltrán en Río Negro. Lo mismo en San Luis, Mendoza, Buenos Aires, Santa Cruz y otras provincias donde existen los Grupos Institucionales de Alcoholismo (GIA). Es una experiencia nueva sostenida por un trabajo con más de treinta años de vida.


El virus ha vuelto a mostrar la peligrosidad de los depósitos de seres humanos (enfermos, niños, ancianos, discapaces), de la concentración de viviendas precarias habitadas por desocupados y malnutridos; de la falta de servicios esenciales (agua, electricidad, cloacas); de la alcoholización que obstaculiza cumplir con el aislamiento social obligatorio Y cuando hablo de peligrosidad no me refiero solamente al enorme riesgo social que corren los afectados directos, sino también al que corre el conjunto de los habitantes, que somos todos potencialmente contagiables.

Esta pandemia, con la tragedia que encarna, nos muestra la crisis que la posibilita. La vacuna que necesitamos es también contra esos virus sociales y políticos.


Por Dr. Jorge Luis Pellegrini, Médico Psiquiatra.
Premio Mundial Geneva 2005/2008 de la Asociación Mundial de Psiquiatría por su Defensa de los DDHH en Psiquiatría. San Luis. Argentina.


Recomendaciones de la Sedronar



Establecer horarios para el consumo de alcohol, evitarlo mientras se realiza trabajo remoto, tareas domésticas o de cuidado y comer o tomar abundante agua antes, además de llamar al 141 en caso de necesitar intervención profesional, son algunas recomendaciones emitidas por la Sedronar para el período de la cuarentena por el coronavirus.

La secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) elaboró recomendaciones dirigidas a la población en general “para prevenir el consumo abusivo de alcohol, la sustancia por la que más consultas se reciben en la línea 141”.

Controles en los geriátricos en tiempos de pandemia.


Lo que se busca es “evitar situaciones de riesgo que puedan afectar la convivencia y la salud de las personas en cuarentena, así como las descompensaciones que representen una sobrecarga para el sistema sanitario”, indicó el organismo en un comunicado.

Al respecto, destacaron que desde que comenzó el aislamiento social preventivo y obligatorio, el 43% de los llamados a la línea 141 estuvieron orientados a brindar servicios de escucha, información y orientación en temáticas relacionadas con el consumo de sustancias en forma directa para usuarios e indirecta para familiares o parejas.

La mayoría (el 82%) de los contactos provienen de la provincia de Buenos Aires, la Ciudad, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, indicó el texto oficial.

Por eso, desde la Sedronar elaboraron una serie de “recomendaciones preventivas” para descargar desde su web con información precisa sobre consumo y consejos para fortalecer la estadía en casa.


La prohibición por sí misma y como un hecho aislado no resuelve las situaciones de consumo. Hace falta mucha información para jóvenes y adultos con diferentes estrategias de cuidado, y también para estimular el pensamiento crítico acerca de las verdaderas motivaciones del consumo”, sostuvo la titular de Sedronar, Gabriela Torres.

Y agregó: “No debemos caer en el discurso del peligro y la estigmatización de quienes consumen alcohol ni asociarlo con la diversión, el pasatiempo o la manera de evadir la angustia durante la cuarentena”.

Por eso, en su página destacan que el alcohol puede profundizar los sentimientos de angustia, tristeza o ansiedad que produce el aislamiento.

En ese sentido, sugieren:

– comer algo y tomar mucha agua antes de consumir alcohol.

-establecer horarios para hacerlo

– sostener rutinas y comunicación con otras personas

– evitarlo durante la realización de trabajo remoto, tareas domésticas o de cuidado ya que “reduce la capacidad para pensar, hablar y moverse”.


Además, “el consumo en exceso puede provocar accidentes domésticos o producir descomposiciones en nuestro cuerpo” en un contexto donde “tenemos que cuidarnos mucho más para no sobrecargar al sistema de salud y las guardias hospitalarias”.

Respecto a los adolescentes, el organismo destacó que “todo consumo de alcohol en menores de 18 años es un consumo de riesgo”, que “afecta el rendimiento en los estudios porque altera la capacidad de atención y concentración” y “aumenta el riesgo de dependencia en la edad adulta”.

Por último, frente a una situación de consumo problemático sugieren pedir intervención profesional a la Línea 141 de escucha, contención y seguimiento que funciona todos los días las 24 horas, en todo el país.


Cuando apareció la novedad de una epidemia en China, producida por un virus desconocido, se pusieron en marcha distintos modos de negar la situación. Que era muy lejos, que no llegaría, que quizás fuera una noticia exagerada.

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