Transición agroecológica en municipios del Alto Valle: «Deja de ser una idea y empieza a ser una política local»
En el noroeste de la región de Río Negro, los gobiernos locales ensayan nuevas formas de producir y gestionar el territorio para reactivar chacras y diversificar la economía.
En distintos puntos del Alto Valle de Río Negro, los municipios comienzan a dar forma a una nueva mirada sobre la producción y el uso del territorio. Frente al desuso de hectáreas de tierra crece la intención de impulsar modelos agroecológicos y sostenibles que permitan recuperar la función productiva del territorio y fortalecer la economía local.
Entre los municipios que avanzan en esa dirección, Contralmirante Cordero y Barda del Medio es hoy el que muestra el desarrollo más sólido: cuenta con una ordenanza de promoción agroecológica, una Subsecretaría de Producción y Medio Ambiente y programas activos para ordenar el riego y reactivar chacras mediante contratos de aparcería. En tanto, Cinco Saltos comienza a recorrer ese camino con un proyecto piloto de seis hectáreas junto al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria Alto Valle y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue, que busca recuperar una chacra en desuso y generar un espacio demostrativo de producción agroecológica.
En otros puntos de la región, la agenda ambiental adopta matices propios, aunque bajo la misma premisa de reordenar el territorio y cuidar los recursos. En Catriel, el municipio impulsa su propia producción agroecológica, aunque reconocen que “aún no se logró la transición con los productores convencionales”. En Campo Grande, el foco está puesto en equilibrar la convivencia entre la producción y la actividad hidrocarburífera, con controles ambientales más estrictos y el diseño de un código urbanístico que definirá las distintas zonas del ejido y servirá de base para futuras políticas rurales.
Contralmirante Cordero y Barda del Medio: el municipio que más avanzó en la transición agroecológica
En Contralmirante Cordero, la política agroecológica tomó forma a partir de 2022, cuando se aprobó una ordenanza municipal que promueve esta modalidad de producción. “Ese año se creó la dirección de Producción, que después pasó a ser subsecretaría. Desde entonces trabajamos en la organización de los sistemas de riego y en acompañar a las familias en la transición agroecológica”, explicó Ricardo Verdugo, subsecretario de Producción y Medio Ambiente.
El municipio avanzó sobre el sistema de riego del Lote G, un área de 270 hectáreas con fuerte tradición agrícola. “Era un sistema que funcionaba hacía más de veinte años, pero sin una organización formal. Hicimos gestiones ante el Departamento Provincial de Aguas, relevamientos con INTA y la Dirección de Agricultura, y trabajos de limpieza en más de tres kilómetros de canales. Tomamos cantidad de hectáreas, cultivos, compuertas, canales secundarios y primarios, y se trabajó en darle forma a este sistema de ordenanza”, señaló Verdugo.

En el Lote G viven alrededor de 70 familias, y la mitad de la superficie está cultivada con alfalfa. Según el funcionario, la meta es extender el ordenamiento a otros sectores rurales, como Paraje El 15 y las zonas cercanas al arroyo. “Son áreas con mucho potencial productivo. Queremos que el riego se administre de manera equitativa y eficiente para todos”, sostuvo.
Además, Cordero implementa un sistema de contratos de aparcería para reactivar chacras abandonadas. “El municipio se encarga del desmonte, la siembra y la labranza, y después se reparte la producción entre el municipio y los productores. De esa forma se recuperan tierras ociosas y se genera trabajo local”, explicó Verdugo.
El decano de la Facultad de Agrarias, Esteban Jocker, destacó la relevancia de esa recuperación. “El sistema de riego del lote G fue el primero del Alto Valle, diseñado por el ingeniero Cipolletti. Su reactivación no solo tiene valor histórico, también amplía la superficie agrícola en un momento donde muchas chacras se pierden por urbanización o actividades industriales”, señaló.
“Son experiencias todavía en desarrollo, pero marcan una tendencia clara. La agroecología deja de ser una idea y empieza a ser una política local”,
Esteban Jocker, decano de la facultad de Ciencias Agrarias de la UNCo.
Jocker explicó que estas iniciativas son fundamentales ante posibles escenarios de sequías: “Hay reportes que alertan sobre una disminución importante en la disponibilidad de agua para riego. Por eso, mejorar la eficiencia y reducir el uso de plaguicidas es fundamental para sostener la producción sin comprometer la salud de las comunidades”, explicó.
El académico agregó que la Facultad mantiene convenios con Cordero, Cinco Saltos, Catriel, Centenario, Vista Alegre y General Roca, y que todos comparten el mismo desafío: “Son experiencias todavía en desarrollo, pero marcan una tendencia clara. La agroecología deja de ser una idea y empieza a ser una política local”.
Cinco Saltos: recuperar chacras en desuso y regenerar el suelo
En Cinco Saltos, el diagnóstico es claro: buena parte de las chacras bajo riego están fuera del circuito productivo. Algunas fueron adquiridas por empresas o particulares que instalaron depósitos o galpones, y otras permanecen directamente abandonadas. Frente a ese escenario, el municipio comenzó a trabajar junto al INTA Alto Valle y la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCo en un proyecto agroecológico de seis hectáreas que busca mostrar una alternativa viable de producción regenerativa.
“El proyecto tiene muchos puntos de encuentro con otras experiencias de la región; lo que buscamos es establecer una forma distinta de hacer agronomía”, explicó José Luis Zubizarreta, ingeniero agrónomo del INTA con más de 30 años de experiencia y doctorado en Agroecología. “Hace tres años que la chacra no recibe agroquímicos, y eso permitió que el suelo comience a regenerarse naturalmente. Es una buena base para iniciar una experiencia agroecológica”.
«En ese sentido, el Estado municipal cumple un rol clave: se transforma en intermediario entre la propiedad de la tierra y los productores agroecológicos»,
José Luis Zubizarreta, ingeniero agrónomo del INTA.
El predio está ubicado cerca de la Ruta 151 y la Escuela 88, y contempla una producción diversificada con huerta, frutales, vivero forestal, aves de pastoreo y colmenas. “La idea es que funcione como un espacio demostrativo, con riego eficiente y manejo responsable de residuos”, detalló Zubizarreta.
El secretario de Planificación Territorial, Daniel Montero, explicó que el proyecto surge también como respuesta al avance industrial sobre el área rural. “Estamos haciendo un relevamiento de aquellas empresas que se asentaron en zona rural sin empadronamiento ni certificación ambiental. Detectamos 42 establecimientos fuera del área industrial. Nuestra intención es relocalizarlos y devolver esas chacras al uso agrícola”, indicó.
Montero agregó que la zona agrícola de Cinco Saltos abarca unas 2.500 hectáreas bajo riego, pero que el 90% de las unidades son pequeñas. “En esas condiciones la fruticultura tradicional se vuelve inviable. Por eso buscamos promover modelos más diversos y sustentables que permitan sostener la producción local”, dijo.
Zubizarreta coincidió: “Hay un número llamativamente alto de chacras sin actividad productiva en el Alto Valle, incluso contando con agua de excelente calidad y un sistema de irrigación operativo. La agroecología puede ser la herramienta para devolverle productividad y equilibrio al valle”.
El especialista remarcó que los modelos que impulsan los municipios “no son recetas fijas, sino experiencias adaptadas a cada lugar”. Y subrayó que “los sistemas diversificados, donde conviven cultivos, animales y forestales, permiten aprovechar mejor los recursos y reducir riesgos económicos y ambientales”.
Un proceso agroecológico que empieza a tomar forma en el Alto Valle
Las experiencias de Cordero y Cinco Saltos se inscriben en un proceso más amplio que atraviesa al Alto Valle: repensar el uso de la tierra y el agua, recuperar la capacidad productiva de las chacras y generar condiciones para un desarrollo sostenible. «Se ha formado un corredor agroecológico desde Catriel a Cinco Saltos, donde participan todos los municipios, en algunos casos con acciones conjuntas y en otros de manera aislada, pero con el mismo objetivo: promover la actividad agroecológica«, afirmó Zubizarreta.
Además, afirmó que dentro de ese marco está el Nodo Agroecológico Territorial (NAT), con sede en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad del Comahue, donde confluyen estos enfoques. «En ese sentido, el Estado municipal cumple un rol clave porque se transforma en intermediario entre la propiedad de la tierra y los productores agroecológicos«, remarcó el ingeniero agrónomo.
“Lo virtuoso es que estos proyectos surgen desde el territorio, con municipios, universidades y productores trabajando juntos. Son modelos que se arman en función de las necesidades reales de cada lugar”,
José Luis Zubizarreta, ingeniero agrónomo del INTA.
El especialista cerró con una reflexión que resume el espíritu de esta transición: “No tiene sentido comer frutas que vienen de 10.000 kilómetros cuando acá podemos producirlas todas. Vivimos en un valle virtuoso, con agua de excelente calidad y suelos que tienen más de un siglo de historia agrícola. Es hora de volver a mirar esa riqueza con otros ojos”.
En distintos puntos del Alto Valle de Río Negro, los municipios comienzan a dar forma a una nueva mirada sobre la producción y el uso del territorio. Frente al desuso de hectáreas de tierra crece la intención de impulsar modelos agroecológicos y sostenibles que permitan recuperar la función productiva del territorio y fortalecer la economía local.
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