8 de marzo: mujeres voluntarias abastecen al Hospital de Allen hace 92 años

La institución sanitaria ya cumplió el centenario, pero su Cooperadora sigue siendo sostén de muchas necesidades. Desde la primera comisión a la actual, el pilar fue femenino.

Cuando las mujeres aún no votaban y sus roles en la comunidad se resumían al hogar, a la escuela, al hospital, a la chacra, al galpón o a la iglesia, varias encontraron en la solidaridad la forma de abrirse paso en las instituciones. La cooperadora del Hospital de Allen fue una de ellas y este 8 de marzo te invitamos a conocer su historia.

María Aurora Vinayo y Susana González son parte del equipo que sostiene lo que inició Elena Freyman hace más de 90 años. El 17 de octubre de 1933 fue la fecha fundacional que quedó registrada, en un tiempo en que Río Negro era aún territorio nacional y cuando todo en la región estaba en proceso de concreción, por lo que se necesitaba recaudar para no depender de la lejana Buenos Aires.

Hoy ambas miran hacia atrás y coinciden en que fue la “voluntad de servir” lo que las hizo sumarse a la Cooperadora, desde finales de los ‘90. Docente jubilada la primera, perito mercantil y profesora de dactilografía la segunda, se las ingeniaban para trabajar y atender a sus hogares, coordinando con sus maridos, hasta que se involucraron en esta labor de lleno. Si bien varios las ayudaban, el pilar siempre fue femenino: nunca hubo integrantes hombres en las comisiones.

Desde 1933 y “sin interrupciones”, como bien lo remarcan ahora, se fueron sucediendo las voluntarias en cada generación, yendo a buscar apoyo, cara a cara, en chacras, empresas, hornos de ladrillos, instituciones y otras dependencias. Cosecharon confianza por el buen manejo de los fondos y los resultados a la vista, pero también encontraron evasivas y excusas de quienes no veían la importancia de su labor.

«Una vez nos pidieron hacer una importante compra así que salimos a visitar a los dueños de galpones, era enero, hacía mucho calor», relataron en diálogo con Diario RÍO NEGRO. «El médico que nos acompañó sólo podía hacerlo en el horario de la siesta, así que tuvimos que ir igual. En cada lugar nos presentamos y explicamos la necesidad: muchos no dudaron en firmar un cheque, aunque otros nos esquivaban. Llegando a Roca nos animamos a intentar conseguir algo de ayuda, aunque con cierta incredulidad, teniendo en cuenta que estábamos recaudando para Allen, pero nos sorprendió la respuesta del propietario: ‘sé que mis peones se atienden allá’, nos dijo, así que nos hizo un buen aporte para la causa», compartieron.

8 de marzo | Mujeres con empuje propio


El grupo original se denominó con la típica elegancia de la época: Comisión de Damas Cooperadoras Pro-Hospital Común Regional, integrada por reconocidas vecinas del naciente pueblo, pero recordadas, como también marcaba la costumbre, por los apellidos de sus esposos: Ramasco, De Prado, Suárez, De Tullio, Gutiérrez, Diazzi, Senra y sigue la lista. Es cierto, los nombres, los vínculos y la clase social abrían puertas, pero las que pusieron el empuje con Elena fueron Ramona Brosard, Irene Tula, Aída Tojo, Balbina González, Consuelo Díaz, María Amparo De Tullio, Rosa Torruella y tantas otras.

Algunas de las primeras integrantes, con Elena al frente, vestida con un abrigado tapado con piel y gorro oscuro.
Recorte Archivo Diario Rio Negro, década del ’60.

“Esta cooperadora hizo donaciones que importaron varios miles de pesos y para recordar alguna basta con mencionar la provisión de todo lo necesario para habilitar el pabellón de tuberculosos, la máquina eléctrica de lavar, una mesa de operaciones modernísima, estufas, camas, ropas para internación, sábanas, remedios. El vecindario de distintas localidades de los territorios ha respondido siempre con donaciones y se encuentra dicha institución en estado floreciente”, describía el desaparecido periódico local, “Voz Allense”.

Cabe recordar que el centro de salud regional ocupaba un predio de varias hectáreas, con inmensos pabellones e importante cantidad de camas, además de otros sectores imprescindibles, que recibían a enfermos de todo el norte patagónico, porque no había una complejidad similar en kilómetros a la redonda.

8 de marzo | Labor sin cortes, incluso en pandemia


Susana y María Aurora se sostienen con las demás, entre compañeras, activas y con agilidad de gestión entre proveedores, presupuestos, pedidos, pagos, rendiciones en el banco y tantas responsabilidades más, aun cuando ya superaron los 80 años. Bajo el lema “el dinero de terceros es intocable”, honran el legado de quienes las precedieron, como Delia Montenegro, Susana Mir, María Peña, Amelia Arcaute y Elvira Gambini, esta última histórica presidenta de la comisión, cuyo fallecimiento se conoció días atrás, así como también el de otras tantas.

Organizaron cenas, kermeses o kioscos a beneficio, torneos, concursos, ventas de comida, ferias de ropa, colectas y más para cumplir con el objetivo establecido en el Estatuto: “colaborar con el Hospital en la mejor atención que allí se prodiga a los enfermos carentes de recursos, supliendo la falta de remedios, víveres, vestidos y ajuar para niños”. Se formalizaron como asociación civil en 1968, con el nombre de su fundadora como emblema, aquella inmigrante belga recordada por sus aportes en varias instituciones, así como también por sus destrezas en el trabajo de su chacra.

El equipo de la Cooperadora en una visita al Hospital en 2017, con varias que ya no están.

Pese a que se trata de una labor voluntaria, no remunerada, exige la misma dedicación y la responsabilidad de cualquier trabajo e incluso mayor, porque no tiene horario de cierre. A reuniones regulares mensuales que suelen extenderse por dos horas, dependiendo el temario, se les suman cinco horas en mañanas enteras dedicadas a trámites o salidas para recorrer los centros de salud barriales.

En total, son una decena de vecinas, con un promedio de edad que empieza en los 70 años, cuyo vínculo en algunos casos lleva hasta 30 años de participación. Aquellas designadas al manejo de la Tienda de Ropa para feria, por ejemplo, se abocan a eso tres horas dos veces por semana y en el caso de la tesorera, debe sumar a lo cotidiano, al menos dos jornadas enteras sólo para la elaboración de rendiciones cada seis meses, para presentar a la contadora que las asiste. Equipos similares, aunque con una integración más repartida entre hombres y mujeres, funcionan en Cipolletti, Viedma o el Valle Medio.

8 de marzo | Voluntarias y resilientes


En el último tiempo, la construcción del actual edificio del “Ernesto Accame”, inaugurado en 2019, las obligó a demoler la sede de la cooperadora para no interferir con la obra, aunque después comprobaron que ese espacio no terminó siendo utilizado. Resilientes, acondicionaron otro lugar, sobre calle San Martín casi Los Robles, para mantener la Feria de Ropa, tal como publican en su perfil de Facebook.

500 socios las acompañan con una cuota mínima pero necesitan que sean más, para poder asistir mejor, ya no sólo al hospital central, sino también a todos los Centros de Atención Primaria de la Salud que funcionan en los barrios. Pasaron 92 años, pero saben que “enviarnos una nota a nosotras es más rápido” que llegar al Ministerio provincial, aunque Viedma ya no sea tan lejana. Por eso se volvieron fundamentales, aunque no hagan mucho alarde.

Frente del local que ocupan actualmente en Barrio Alborada, al este de Allen.

Cuando las mujeres aún no votaban y sus roles en la comunidad se resumían al hogar, a la escuela, al hospital, a la chacra, al galpón o a la iglesia, varias encontraron en la solidaridad la forma de abrirse paso en las instituciones. La cooperadora del Hospital de Allen fue una de ellas y este 8 de marzo te invitamos a conocer su historia.

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