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Neuquén, sus alimentos y la trampa en la que podría caer al impulsar Vaca Muerta

El primer informe sobre soberanía alimentaria relevó que el impulso de la industria de los hidrocarburos más el desarrollo inmobiliario, están profundizando las dificultades que tenía la Patagonia para conseguir comida. Advierten que las posibles soluciones que se ensayan, no reciben suficiente apoyo del Estado.

El efecto secundario que el impulso de Vaca Muerta está teniendo en Neuquén es el de complicar el acceso a los alimentos, algo ya de por sí complejo para toda la Patagonia. Así se infiere del primer informe sobre soberanía alimentaria en Argentina, publicado a mediados de noviembre. Fue realizado por cátedras universitarias y organizaciones abocadas a la temática.

La Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria y Colectivos Afines (Calisas) organizó talleres por región para poder abordar la producción y comercialización. Cada provincia se reunió de forma presencial y así interactuaron con las otras a través de un videollamada.

De nuestra región participaron el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y el seminario de soberanía alimentaria y salud socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas. A Neuquén lo representó la cátedra libre Tierra, Territorio y Soberanía Alimentaria del asentamiento de San Martín de los Andes de la Universidad Nacional del Comahue.

Uno de los integrantes de esa cátedra es el doctor en estudios sociales agrarios Gabriel Stecher, quien analizó que si bien la región «no es una zona núcleo productiva, tampoco hay una práctica de favorecer este tipo de producciones», en referencia a la agricultura local.

Al abordar la producción, en el informe se señaló a Vaca Muerta «como motor de crecimiento a nivel nacional y a la vez de destrucción socioambiental de la región, por los cambios de uso del suelo». Entienden que el impulso estatal a la industria de los hidrocarburos no está acompañado del mismo respaldo al sector agropecuario.

Hay un cambio de uso del suelo en el que la actividad petrolera y la urbanización vienen desplazando el área productiva»,

advierten en el informe de soberanía alimentaria.

Otro reflejo que observan en ese mecanismo es que muchos productores venden sus tierras productivas a desarrollos inmobiliarios porque les generan mejor rentabilidad o son, en muchos casos, su única salida. Un ejemplo podría ser el de los expedientes que chacareros cuya actividad económica principal no es la productiva, que pidieron autorización para lotear en Valentina Sur. Después de las críticas por la pérdida de tierras productivas y humedales, el jueves pasado el Deliberante de Neuquén capital aprobó la urbanización de esas 2.000 hectáreas.

«Nuestra frontera que se expande es la inmobiliaria», lamentó Stecher.

Desde la red Calisas también observan que es necesario que se finalice el relevamiento del territorio de pueblos originarios que ordena la ley 26.160. En Neuquén, este proceso quedó atado al protocolo de consulta libre, previa e informada. Se estimaba que estaría finalizado entre noviembre y diciembre, pero debe sortear una enorme polémica para la provincia: cuáles son las comunidades que se reconocen a la hora de hacer una consulta. Hay muchas que reclaman su personería jurídica, como la Fvta Xayen, que reside en Tratayén, donde se construye el gasoducto Néstor Kichner.

El informe marcó que una disputa por la tenencia de la tierra de familias campesinas criollas, en particular de aquellas que aún practican la trashumancia. Stecher indicó que el problema es que los crianceros que históricamente hacen la veranada, no poseen la titularidad.

Apoyo para producir, pero también para vender

Según se desprende del informe, el acompañamiento del Estado para Vaca Muerta se puede contraponer al que recibe el sector agrario, especialmente en la esfera familiar. Por ejemplo, en el informe se indicó que uno de los principales problemas que tienen los productores locales para comercializar es la falta de espacios cerrados donde hacer las ventas y las trabas en la habilitación de salas de elaboración. «El acompañamiento de las políticas públicas para facilitar estas tareas es deficiente y si existen, surgen a partir de las organizaciones de base», detallaron.

Saber cómo hacer el trámite para obtener la personería o tener capacitaciones sobre manipulación de alimentos fueron parte de las necesidades que surgieron del taller.

La construcción colectiva de la Soberanía Alimentaria propone alimentar a la humanidad de forma justa y sustentable. (Gentileza).-

Lo que remarcan es que sin apoyo estatal, no es posible la producción y comercialización de alimentos por el «desorden» que generan «las condiciones climáticas, la complejidad del acceso a la tierra, al agua, la falta de insumos, de financiamiento y de tecnología».

Otra dificultad que perciben desde la Red Calisas es la dificultad de fijar precios justos, que retribuyan al trabajo y los altos costos de los insumos y la inflación. Steche contó que, justamente, uno de los grupos que se desprendió de la cátedra en San Martín de los Andes está enfocado a lograr un precio justo de la producción, con comercialización directa para evitar los supermercados.

En el informe también se destacó que la llegada de bolivianos «cambió la dinámica productiva y de comercialización, y cubre en varias localidades el acceso a verdura fresca».

Como resultado del proceso que se describió, en el informe se señaló que la Patagonia muestra valores alarmantes de malnutrición y que «las infancias son el grupo más vulnerable ante esta situación, presentando porcentajes de sobrepeso mayor a la media nacional».

Menos gente para producir

El informe puntualizó que, durante los últimos 50 años, todas las provincias de la Patagonia redujeron su población rural. Aseguran que fue por las crisis de las economías regionales, más las oscilaciones de la actividad económica y el mercado laboral.

Marcaron que la población rural dispersa fue la más afectada por el aumento de los costos de producción (entre dos y tres veces), la reducción de la receptividad ganadera debido al deterioro del ambiente por los procesos de erosión y la presión de actividades extractivas e inmobiliarias en las últimas décadas.

El proceso neuquino y patagónico, no es solamente regional. En el informe se recordó que, de acuerdo al informe realizado para el Foro Mundial de la Alimentación 2022, “la disminución de unidades de producción es una constante desde los años ’90, el negocio del agro ha obligado a muchos productores a cambiar su relación con la tierra, vendiéndola y convirtiéndose en prestadores de servicios, o bien urbanizarse completamente, con los conocidos efectos en las ciudades, según datos de OXFAM”.

Escuchá a Carlos Carballo, ingeniero agrónomo de la Catedra libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Agronomía de la UBA, en «Vos a Diario» por RÍO NEGRO RADIO:

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