El Bolsón vuelve a caminar: los refugios del Río Azul renacen con reglas nuevas, precios y cómo recorrerlos

Tras el incendio que dejó cicatrices visibles en la cordillera, El Bolsón reabre su red de refugios del ANPRALE con reglas claras, controles y una apuesta fuerte al cuidado del bosque.

La red de refugios del Río Azul es la más grande de Sudamérica y atraviesa un proceso histórico de regulación turística.

Los pasos por los senderos arrancan despacio. Primero el sonido del río, después la sombra y, más arriba, el murmullo de quienes llegan con mochilas cargadas de expectativas. En El Bolsón, los refugios de montaña del Área Natural protegida Río Azul–Lago Escondido (ANPRALE) lograron renacer del fuego y por estos días vuelven los visitantes. Bosque adentro los esperan con los brazos abiertos y también con un acuerdo tácito: esta vez entrar implica aceptar reglas nuevas.

El incendio de enero del año pasado, fue como una cachetada para toda la Comarca Andina, pero con trabajo, la red de refugios más grande de Sudamérica retomó la actividad con un cambio histórico: este año, todos los refugios están habilitados, tienen controles unificados y cupos diarios para ordenar un destino que creció muy rápido.

“Hoy podemos decir que prácticamente todos los refugios están abiertos. Es algo histórico y muy positivo, porque tiene que ver con un proceso de regulación turística y comercial que nunca habíamos tenido antes”, explica la subsecretaria de Turismo de El Bolsón, Sofía Seroff. Son 15 refugios en total, distribuidos en distintos circuitos. Actualmente, 13 están en funcionamiento. Permanecen cerrados el Dedo Gordo, y el Motoco, arrasado por un incendio semanas atrás.

Bosque adentro, los refugios funcionan con reglas claras: cupos, registro previo y permanencia controlada.

El circuito más conocido y transitado es el famoso Circuito Troncal. El recorrido comienza en La Playita, sigue por La Tronconada, continúa hacia el Cajón del Azul, avanza a El Retamal, El Conde, Casa de Campo. En el Retamal, si viramos para la derecha, vamos ya para lo que es La Horqueta, el camping Los Maníos y Los Laguitos, que es donde está la Laguna Lahuán y el Lago Soberanía.

Y si en El Retamal nos desviamos para la izquierda y ahí tenemos el Conde y Casa de Campo. Ese camino troncal concentra la mayor cantidad de recursos y, por eso, es el más elegido por los que llegan por primera vez.

En materia de infraestructura, hay novedades importantes. La provincia licitó dos pasarelas: una ya está finalizada y mejora el acceso a La Tronconada; la otra se encuentra en plena construcción y permitirá un ingreso más seguro hacia Camping Hue Nain y el Hielo Azul.

El incendio dejó cicatrices visibles en los sectores altos del ANPRALE y marcó un antes y un después en la gestión del destino.

Este verano también cambió la forma de llegar a algunos de los clásicos de montaña. El acceso al Hielo Azul y al Lago Natación quedó unificado por Wharton. porque las obras en marcha obligaron a reorganizar los ingresos.

Además del Troncal, hay otros circuitos que amplían la experiencia. El Encanto Blanco se accede por el campo de la familia Tillería: allí se dejan los vehículos y se caminan algunos kilómetros hasta llegar al refugio. También está el circuito del Cerro Piltriquitrón, y el refugio Perito Moreno, que durante el invierno funciona como confitería y al que se llega desde la base del cerro.

Se trata de una red amplia que confirma el potencial del destino para el senderismo, las caminatas de día y las travesías de varios días, con opciones para todos los niveles.


La voz desde el refugio


A ocho kilómetros de Wharton, después de una caminata que puede demandar entre una hora y media y tres horas, aparece La Playita. Es el primer refugio del circuito y, también, el lugar donde se mide el pulso de la temporada. “Los refugios están abiertos y estamos trabajando normalmente con los servicios que siempre brindamos. Lo que cambia este año es que hay una restricción en el ingreso: se estableció un cupo diario de visitantes”, cuenta Sebastián, responsable del refugio.

Sebastián, refugiero de La Playita, mide el pulso del verano entre la expectativa, la cautela y la memoria reciente del fuego.

El sistema establece 300 personas por día para visitantes que van y vuelven en el día y 1.000 cupos para quienes pernoctan en la montaña. Un dato clave: esos cupos no se liberan hasta que el visitante baja. El registro de montaña es el paso número uno antes de empezar a caminar (www.anprale.com).

Sebastián cuenta que la temporada arranca con cautela. El fuego no alcanzó la zona baja del circuito troncal, La Playita y Cajón del Azul están intactos, pero sí golpeó fuerte en sectores altos. “Venía siendo un destino que crecía mucho, y el incendio fue como un freno de mano”, reconoce Sebastián.

“Igual, vemos interés: en redes sociales se nota que la gente sigue con ganas de venir. Ahora estamos expectantes, viendo cómo reacciona el público después de lo que pasó. Hay gente que quedó con miedo y otra que quiere venir a ver cómo quedó la zona. En reservas estamos bastante por debajo del año pasado”.

La Playita es el primer refugio del Circuito Troncal y el termómetro de la temporada: desde aquí empieza la caminata y también el nuevo sistema de controles.

Para quienes conocen el lugar, el incendio dejó algo más que marcas visibles. “Este fue un fuego intencional, no un accidente”, afirma Sebastián. “Ojalá sirva para que la gente tome más conciencia”.
La masividad y la viralización en las redes de los últimos años cambió el perfil del visitante. “Antes venía más el mochilero, con otra conexión con la naturaleza
. Hoy, al volverse tan viral, llega mucha gente que viene más a sacarse la foto que a disfrutar y cuidar el lugar”, dice Sebastián. Aun así, defiende el trabajo hecho: “A pesar de la cantidad de gente, esta es una de las zonas mejor cuidadas de la comarca. Eso no es casualidad, es mucho trabajo que los refugieros hacemos hace años”.

Desde Turismo coinciden. “Hoy podemos decirle al turista que va a dormir en un refugio regulado, con condiciones de seguridad y cuidado ambiental”, remarca Seroff. El objetivo es claro: preservar el recurso para que siga existiendo y que siempre se pueda volver.


Precios del verano, buenas reservas, precios y 100 años


El verano empieza a tomar forma en El Bolsón. Según un relevamiento reciente, las reservas para Año Nuevo ya rondan el 45%, un número que suele crecer con fuerza a último momento, cuando muchos viajeros definen sin planificación previa. La primera quincena de enero también muestra un buen nivel, lo que permite anticipar una temporada positiva.

Y hacia fines de enero, El Bolsón celebra sus 100 años. Los días 27 y 28 de enero se realizará una gran fiesta aniversario, con escenarios y bandas en vivo, city tours, apertura del museo y una línea de tiempo que repasará la historia de la localidad. “Va a ser un evento muy importante, no solo por la celebración sino por todo lo que se va a mostrar”, anticipó Serof.

El Cajón del Azul, intacto tras el incendio, vuelve a recibir visitantes bajo un esquema de cupos diarios y registro obligatorio.

A la agenda festiva se suma el movimiento productivo típico de la estación. “Ya empiezan a verse las primeras frambuesas y frutillas, se abren las chacras de agroturismo y el motor del verano empieza a moverse con fuerza”, detalló la funcionaria.

En un contexto donde se habla de una posible caída del turismo, el panorama local es alentador. “Vemos consultas y reservas. Los precios están equilibrados y siguen siendo accesibles”, señaló Serof. Un hospedaje, por persona, ronda los $20.000 la noche.

En los refugios, el pernocte bajo techo (cama o colchón) se ubica en torno a los $40.000 por persona y por noche. Por su parte, la opción de acampe oscila entre los $20.000 y $25.000 por persona, dependiendo de cada refugio.

Además, la comarca andina continúa siendo clave en la experiencia del visitante. “El Bolsón funciona como centro de distribución, mucha gente se aloja acá y recorre todas las bellezas que tenemos a pocos kilómetros”, concluyó.


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