Amenazas de rebelión ponen a prueba el control de las burbujas en Neuquén

Un grupo de comerciantes amenazó con no cumplir las nuevas medidas, mientras el sistema de salud manifestó su respaldo. El gobierno buscó despegarse del “botón rojo”.

Las nuevas medidas para bajar la circulación y contener el avance del coronavirus en las principales ciudades de Neuquén debutaron ayer con respaldos y reproches. Mientras desde el sistema de salud evaluaron como acertados los cierres para minimizar el colapso sanitario, comerciantes amenazaron con una “rebelión” justificada en la necesidad económica.

El gobierno provincial eligió despegarse de expresiones como “fase 1” o “botón rojo” para referirse a las decisiones tomadas el lunes, pero afirmó que son disposiciones “que apuntan a reducir drásticamente la circulación de la población en la vía pública”. “Este es un factor directamente proporcional a la circulación del virus en nuestra comunidad”, planteó el jefe de Gabinete, Sebastián González, nuevamente a cargo de explicar los anuncios.

El modo que utilizó el gobierno para comunicar las restricciones volvió a causar malestar, pues estas llegaron a última hora del feriado a través de un comunicado extenso y sin intermediarios.

«Es muy difícil entender el decreto, no queda claro nada, si podemos abrir los comercios o no”, planteó ayer Norma Figueroa, la representante del grupo “Comerciantes Unidos” que ayer se manifestó frente a Casa de Gobierno y la municipalidad de la capital. La escena se repitió en otras ciudades como Zapala y Centenario, aunque no tomó la dimensión de los cacerolazos que se vieron en las viviendas de los intendentes de Río Negro cuando se intentó tomar una medida similar en esa provincia.

Figueroa dijo que las restricciones no se pueden cumplir porque los comerciantes ya no tienen margen económico y cuestionó que “son medidas que se toman de forma aislada, sin pensar en las consecuencias”.

Si bien en la mayoría de los casos no implican el cierre de los locales (a excepción de gimnasios y clubes) sí impiden la atención al público y limitan las ventas al sistema de retiro y delivery.

«Las medidas tomadas eran imprescindibles. Nuestro sistema se saturó y los trabajadores de salud necesitan un respiro”, planteó el Colegio Médico de Neuquén en un comunicado, una de las tantas organizaciones que había presionado la semana pasada por el “botón rojo” para cortar la circulación.

Al respaldo se sumó la secretaria gremial del Sindicato de Profesionales de la Salud de Neuquén (Siprosapune), Noemi Alemany, quien afirmó que era lo que el sistema estaba demandando. “Una acción mucho más positiva y proactiva protegiendo al sistema de salud para que, por lo menos, baje el número de circulación del virus y así se pueda responder bien a la población”, dijo.

Ayer se cumplieron dos semanas con ocupación al 99% de las camas de terapia intensiva de la provincia, aunque no es el único indicador que evidencia el desborde sanitario. Se suman la dificultad para acceder a los hisopados, la saturación del personal para monitoreo domiciliario y la falta de camas para leves y moderados.

La utilidad de las medidas dependerá, en buena medida, de los controles que implementen los municipios y la policía para que no se reduzcan a restricciones declarativas. Ayer hubo librerías, bazares, comercios de ropa y otros rubros no esenciales que levantaron las persianas, mientras que otros no abrieron. Si bien, en algunos casos, se advertía a los clientes que la atención era sólo por delivery o take away, hubo locales que permitieron el ingreso.

El intendente de la capital, Mariano Gaido, aseguró la adhesión del municipio a las medidas para “colaborar con el sistema público de salud que está al límite de su capacidad”, aunque no anunció si saldrán a clausurar o infraccionar a los incumplidores.


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