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A 11 años de la nacionalización de YPF, ganan espacio peligrosas posturas sobre su futuro

Un día como hoy pero en el año 2012, se anunciaba que YPF era recuperada y volvía a ser nacional. Se trató de una decisión trascendental para el sector, para nuestra región y nuestro país. No obstante, aún hoy genera voces en contra.

Los argentinos estamos asistiendo a un progresivo corrimiento hacia la derecha en la economía, es decir hacia una intromisión cada vez menor del Estado en la actividad económica. Eso se verifica tanto en los hechos como en lo discursivo.

Lo fáctico se refleja, por ejemplo, en la reducción real del gasto público encarnada por Sergio Massa. Más que una decisión política, de alguna manera se trata de una obligación política. La gradual reducción del déficit fiscal como porcentaje del PBI es uno de los puntos del Acuerdo de Facilidades Extendidas que Argentina firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI), durante la gestión de Martín Guzmán. Por otro lado, el descalabro fiscal que implicó la política asistencial del Gobierno en la pandemia hizo del ajuste una necesidad más que una opción, a la luz de la elevada y creciente inflación.

Pero lo que nos compete en esta ocasión es el corrimiento a la derecha en lo que se conoce como “economía normativa”, es decir en el conjunto de preceptos y juicios de valor sobre cómo debería funcionar el sistema. Los sectores que pregonan una mayor libertad en lo económico ganan protagonismo, a la vez que aquellos con una tradición más intervencionista en buena medida atenúan sus discursos y se acercan al centro.

Los sectores que pregonan una mayor libertad en lo económico ganan protagonismo, a la vez que aquellos con una tradición más intervencionista en buena medida atenúan sus discursos y se acercan al centro.

No es más que un reflejo del humor social: la gente percibe que un Estado más grande no redunda en soluciones. Esto se refleja incluso en Buenos Aires, una provincia históricamente peronista donde hoy son más los que se definen o se sienten más cercanos a ideas de derecha o centro-derecha que los que lo hacen con ideas de izquierda o centro-izquierda, según un estudio de la consultora Analogías realizado en enero.

Dentro de la batería de recomendaciones que se esgrimen desde los sectores más liberales de la oposición hay una que impacta: la reprivatización de empresas públicas, en general, y de YPF en particular. Son propuestas con las que afloran remembranzas del neoliberalismo menemista de los ’90 y que se basan estrictamente en la eficiencia.

De bandera. Se cumplen 11 años del anuncio de la recuperación de YPF.

Los criterios contables y económicos son, sin dudas, de gran importancia, pero constituyen solo una de las tantas aristas que se han de analizar al evaluar la gestión de una empresa tan importante perteneciente a un sector tan estratégico a nivel regional, nacional y global.

La eficiencia


El ascenso y permanencia del sistema capitalista como paradigma económico dominante a nivel mundial tiene sustento. No solo la teoría, sino también la historia ha demostrado que el sector privado es más eficiente que el sector público para producir y ofrecer bienes y servicios. Dicho esto, plantear que por ese motivo las empresas públicas no tienen razón de ser es una simplificación absurda.

En el caso particular de YPF, los argumentos privatizadores son más escasos, pues se trata de una empresa rentable y en franca expansión. Según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), la empresa de mayoría estatal comenzó el 2023 con su mayor nivel de producción mensual de petróleo en prácticamente dos décadas. El dato no dice mucho hasta que se observa la evolución antes y después de la renacionalización de la compañía: su volumen de extracción de petróleo decreció sistemáticamente entre 2002 y marzo de 2012, mes previo a la expropiación. Desde entonces, y hasta febrero de este año, la producción petrolífera registró un incremento del 50,6%, en buena medida explicado por la gran aceleración tras la irrupción de la pandemia por la Covid-19, como se observa en el gráfico adjunto.

Si se toma en cuenta la producción de hidrocarburos conjuntamente (petróleo, gas y GLP), este mayor dinamismo postpandemia de la empresa también se verifica, pues hubo “un incremento del 7,8% entre 2020 y 2022, lo que representa el mayor crecimiento orgánico de los últimos 25 años”, señala el CEPA. El rol de Vaca Muerta en esta expansión es fundamental, lo que se refleja en la participación cada vez mayor de los hidrocarburos no convencionales en las operaciones de la compañía.

Dato

U$S 4.900.000.000
Fueron las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones de YPF en 2022.

De la mano de estos mayores volúmenes, también se da una mejora en los resultados de la compañía. Las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones (EBITDA por su sigla en inglés) que YPF obtuvo en 2022 fueron de 4,9 mil millones de dólares, las terceras más cuantiosas de su historia, según el CEPA. Se trata de un dato no menor, pues se trata del resultado que genera el núcleo del negocio de la compañía. Un factor determinante de esta mejora es la sistemática reducción de costos en las operaciones shale (no convencionales).

En suma, la empresa de mayoría estatal está consiguiendo niveles históricos de producción con costos decrecientes. Eficiencia en una palabra, la palabra favorita de quienes proponen privatizarla, para “argumentar” que así como está es insostenible.

El punto débil de la compañía radica en el valor de sus acciones. Tras su estatización, 11 años atrás, la cotización de la empresa en Nueva York se derrumbó debido a las dudas sobre la gestión de la empresa por parte del Estado argentino, el temor a acciones legales y la entonces escasa disponibilidad de recursos. Si bien en 2013 y 2014 se dio un repunte importante de la mano del descubrimiento de Vaca Muerta, en los años posteriores los precios deprimidos y las crisis domésticas llevaron la cotización de los ADR a valores bajísimos. La buena noticia es que desde mediados del 2022 se registra una mejora sostenida en el valor de las acciones, y ya opera en máximos desde 2019 (niveles previos a las PASO de aquel año).

Más allá de la eficiencia


Quienes pretenden defender la reprivatización de YPF con el balance en la mano se quedan sin argumentos: deficitaria no es. No negamos que la rentabilidad de la empresa es un aspecto importante, pero circunscribir el análisis a su “debe y haber” es un error conceptual.

La empresa de mayoría estatal está consiguiendo niveles históricos de producción con costos decrecientes. Eficiencia en una palabra, la palabra favorita de quienes proponen privatizarla, para “argumentar” que así como está es insostenible.

El contexto geopolítico actual, signado por la invasión rusa a Ucrania y la competencia entre Estados Unidos y China por el liderazgo en el mapa económico global, han puesto de relieve como pocas veces en la historia la importancia de la soberanía energética, máxime si se trata de recursos no renovables y tan esenciales para el mundo y la civilización como lo son los hidrocarburos. Particularmente, el gas natural se erige como estratégico en el marco de la transición energética que atravesamos, y Vaca Muerta es la segunda reserva de gas no convencional del mundo.

Una empresa de bandera que asegure la provisión de energía fronteras adentro es vital, sobre todo considerando que las multinacionales hidrocarburíferas extranjeras priorizan el abastecimiento de otros mercados, de otras naciones. La actual crisis energética en Europa es para Argentina una oportunidad con YPF, pero podría haber sido una amenaza sin YPF.

Dato

2/3
Es la proporción de argentinos que tienen una imagen positiva de YPF.

Uno de los principales cuestionamientos de la privatización de YPF en 1993 fue la falta de inversiones en exploración y la consecuente caída de reservas en los años siguientes, pese a que el Estado argentino mantuvo la denominada “acción de oro” en la empresa hasta 1999. Ese año, se resolvió la total privatización de YPF, que pasó a ser Repsol YPF. El desarrollo del sector hidrocarburífero nacional quedó así totalmente relegado en los planes de la empresa.

Surge una pregunta obvia: ¿Vaca Muerta sería una realidad como lo es hoy sin el ingreso de capitales nacionales ni la renacionalización impulsados por Néstor Kirchner y Cristina Fernández? La cronología de decisiones y hechos indican que no.

La entrega de YPF a manos privadas nuevamente es una posibilidad en tanto las ideas libertarias sigan ascendiendo en la consideración popular.

La entrega de YPF a manos privadas nuevamente es una posibilidad en tanto las ideas libertarias sigan ascendiendo en la consideración popular. No es casual que Javier Milei, referente el partido “La Libertad Avanza”, reividinque el primer menemismo. Sin eufemismos, respondió con un “obvio” ante la pregunta de Diario Río Negro sobre si hay que privatizar la petrolera. Lo hizo en Neuquén, cuna de Vaca Muerta.

“YPF no es un desastre como Aerolíneas Argentinas”, respondió el expresidente Mauricio Macri ante similar pregunta en La Pampa este año. En los espacios de posiciones más moderadas no es algo que se proponga, al menos no explícitamente. De hecho, durante el mandato de Cambiemos no se hizo y, hasta donde se conoce, tampoco se evaluó.

Promover el desarrollo de YPF en manos públicas debería integrar el consenso social y constituir una política de Estado.

De acuerdo a un estudio realizado a nivel nacional por la consultora Analogías en el mes de octubre, un 41,9% de los argentinos y argentinas considera que las empresas públicas no deben ser privatizadas como en la década del 90, mientras casi 2 de cada 3 encuestados tienen una imagen positiva de YPF.
Promover el desarrollo de YPF en manos públicas debería integrar el consenso social y constituir una política de Estado. Hemos tratado de justificarlo aquí, pero si no fuera suficiente sumamos un argumento más: YPF es parte de nuestra identidad, de nuestra historia y de nuestra cultura.


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