La clase dirigente y un «plan perverso» contra empresarios

La columna de CAIC sobre la actualidad de las actividades económicas genuinas y el rol del Estado.

La mirada de CAIC

Lamentablemente, nuestra clase dirigente lleva a cabo lo que consideramos como plan perverso. Hace décadas que las actividades económicas legales y genuinas están sometidas a una persecución sistemática. Los grandes grupos hegemónicos, el poder económico, el empresario -que solo persigue un beneficio económico-, es el enemigo público y ese concepto parece ser de transmisión obligada a las nuevas generaciones.

Pero ¿qué es un empresario?

Un empresario es aquella persona o grupo de personas que, de forma individual o colectiva, fija los objetivos y toma las decisiones estratégicas acerca de las metas, los medios, la administración y el control de las empresas, y asume la responsabilidad tanto comercial como legal frente a terceros. Se trata de la persona física o jurídica, que con capacidad legal y de un modo profesional combina capital y trabajo con el objetivo de producir bienes y/o servicios para ofertarlos en el mercado, a fin de obtener beneficios.

Se puede sugerir que en el rol del empresario se encuentran tres funciones distintas: La de propietario, capitalista o financiero; la de gerente o administrador y la de emprendedor o innovador. En cualquiera de los tres posibles roles, asume riesgos. Eso es lo que caracteriza a un inversor, emprendedor, gestor o aquel que lleva a la práctica un proyecto. A eso se suma otro elemento no menos importante: lo que se pone en juego son recursos propios.

Empresario es tanto el dueño de Mercado Libre como el de Mercado Manolo; ese mercado de barrio es el que fía y atiende a cualquier hora. En la estructura global, el 90 % de los empresarios son del tamaño del Mercado Manolo.

Se ataca al empresario con la falaz afirmación de que “solo quieren ganar plata”. ¿Por qué está mal que un empresario persiga beneficios económicos por su esfuerzo?; de la misma manera podríamos afirmar que un asalariado solo persigue un ingreso económico.

¿Por qué en un Empresario está mal, y en un asalariado no?

Con una clara diferencia, el asalariado siempre recibe una suma positiva, correcta o no, siempre es positiva. El empresario por lo contrario, a fin de mes puede encontrarse con que su remuneración es negativa. Eso es asumir RIESGOS.

A lo largo de los años el Estado fue reforzando su rol del mayor empleador del país, y así fue destruyendo el concepto de “productividad”. La disociación entre Salario y Prestación ataca el concepto de productividad. En el Estado, las reglas son otras y allí no hay premios ni castigos, el salario se percibe igual sin ningún tipo de compromiso o contraprestación. Y lamentablemente, se termina contagiando al sector privado, donde la “productividad” es clave para la supervivencia de la actividad.

La incapacidad de generar un ámbito propicio para nuevos emprendimientos o crecimiento de los existentes, se intenta suplir generando puestos en el Estado. Se generan nuevas dependencias, muchas veces innecesarias y que, muchas veces, no tienen el lugar físico para desarrollarla. No podemos denominarlo de otra manera, evidentemente es un PLAN, o estamos ante la clase dirigente más inepta de todos los tiempos.

¿Por qué la estructura impositiva es tan complicada?

Por un lado, obliga a las empresas a disponer personal solo para ello, con un gran esfuerzo económico, y por otro lado genera organismos de control con alta demanda de empleo público. Entre más complicado mantengamos la estructura impositiva, generamos más empleo público y obligamos a las empresas a más esfuerzo. La pandemia aceleró un proceso lamentable. El cierre definitivo de quien no soportó más la persecución y presión del estado, con la pérdida irremediable de actividades totalmente licitas, y generadoras de riqueza genuina y, por otro lado, los que debieron migrar a la informalidad, imposibilitados de seguir manteniendo una estructura legal.

La actividad informal ha crecido en forma desmesurada, los mismos que deben controlar y asfixian a las empresas que todavía se mantienen dentro de la formalidad, son los que facilitan que muchas actividades se muevan libremente dentro de la informalidad.

Es necesario, desde el lugar que cada uno ocupa, promover el cambio de concepción de autodestrucción. Grandes empresas privadas en manos de políticos inescrupulosos, la desaparición de la actividad privada, y una dependencia total del estado. Todos terminaremos siendo empleados públicos, rehenes de los políticos de turno y sin ningún horizonte de crecimiento personal. El plan perfectamente ejecutado.

Se ataca al empresario con la falaz afirmación de que “solo quiere ganar plata”.

Comisión Directiva


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