La escuela del retorno deberá privilegiar vínculos y afectos antes que contenidos

Cuatro especialistas en educación opinan que el primer punto en el cara a cara con los chicos serán las emociones. Los directivos, protagonistas en esta vuelta a clases.

No será cosa solo de docentes, directivos, el Estado o las autoridades educativas; tampoco de los estudiantes, familias, porteros o personal de servicios auxiliares sino de toda la escuela y sus distintos componentes, que la hacen una unidad colaborativa, cada una en su papel. Y al directivo de cada institución, a lo largo y ancho del país le tocará, al principio, la tarea más compleja, la de evaluar su propia y peculiar realidad y en un acuerdo amplio con los demás protagonistas, tratar de llevar a su mejor posibilidad el nuevo lema de “maximizar la presencialidad”.

Pero los primeros días de clases, cuando acontezcan, deberán enfocarse en las emociones como todo reencuentro entre personas que han estado separadas por meses, con tristezas y vivencias en mucho traumáticas, pero que no se pudieron compartir ni alivianar.

Cuatro profesionales de la Psicopedagogía y Psicología reflexionan a pedido de «Río Negro» acerca de este aparentemente inminente regreso a las aulas, aunque aún condicionado por las circunstancias epidemiológicas del coronavirus y su evolución en el país y las distintas provincias.

“Me imagino una escuela muy afectuosa, muy contenedora,
la escuela como unidad de trabajo, de un contrato entre docentes, estudiantes, familia. Todo va haber que contemplarlo, estar muy atentos” dice el psicopedagogo Alejandro Castro Santander, escritor especializado y docente en Mendoza en la Universidad Católica Argentina (UCA).

El lema de maxima presencialidad lo tendrá que resolver cada provincia, pero el que tiene el ‘lápiz’ para ver la realidad es el director o la directora”.

Alejandro Castro Santander, psicopedagogo.

“Por eso lo primordial para estos primeros encuentros con los estudiantes en las aulas tiene que ser que circule la palabra, volver a brindar el momento para la mirada, para la escucha, y darles lugar a todos”, coincide Emilse Quipildor, psicopedagoga de General Roca, Río Negro.

«Y a los padres que continúen acompañando como lo han venido haciendo todo el año pasado a sus hijos y que ha sido tan difícil”.

Emilse Quipildor, psicopedagoga.

“Será importante darle un primer tiempo al encuentro con el otro, amigo, compañero, docente, que permita desplegar las vivencias y sentires atravesados durante el aislamiento” señalan en conjunto la psicóloga Ornella Vellico (MPRN 1662) y la psicopedagoga Pamela Berguer (MPRN 594), quien es técnica de Apoyo en la Escuela en el sector público, además de trabajar junto a su colega con niñas, niños y adolescentes en el ámbito privado de Roca. ¿Y de qué modo? -reflexionan-: “Dándole espacios y tiempos al juego, al diálogo, a las emociones, a la construcción de cuentos y/o historietas compartidas, entre otros. Será un tiempo respetuoso a lo que cada grupo en cada institución precise singularmente para producir el reencuentro”.

No podemos plantear una vuelta a la normalidad, a lo que fue, porque eso hablaría de la gran dificultad de aprender de lo acontecido”.

Pamela Berguer, psicopedagoga y técnica de Apoyo a la Escuela.

Hay que escuchar temores y dudas, acompañar y educar en la solidaridad y empatía para cuidarnos y cuidar al otro”.

Ornella Vellico, psicóloga y especialista en Salud Mental Comunitaria.

El directivo protagonista

Previo a eso, menuda tarea le aguarda al directivo de cada escuela para compatibilizar los protocolos sanitarios con las particularidades del establecimiento, la localidad, los recursos en general, y humanos con que cuente -incluso presupuestarios- y las demandas de madres y padres que desean saber que enviarán a sus hijos a un sitio seguro. En lo estrictamente pedagógico, le toca al directivo hacer un diagnóstico ajustado pero pronto de lo aprendido o no por los niños y planificar una nueva currícula, lo suficientemente abierta para aproximar las enormes diferencias entre los que medianamente pudieron seguir con su educación a distancia, los que lo hicieron muy dificultosamente y, sobre todo, los que perdieron todo vínculo escolar.


De sentido común es que serán esos justamente los grupos priorizados para la vuelta al aula, sea escalonada o alternada por días en la casa y en la escuela.

El porcentaje de pérdida de contacto con la escuela fue estimado por el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, en un 10% y dio una cifra global de alrededor de 1.000.000 de alumnos.

Sin embargo, el anuario estadístico del organismo educativo publicado el 16 de agosto de 2020 dice que hay 13 millones de estudiantes en el país entre todas las modalidades y niveles, con excepción de los universitarios. De manera que el 10% sería alrededor de 1.300.000 estudiantes alejados de toda formación.

En nuestra región, la proyección de ese porcentaje da por resultado que en Neuquén, unos 22.500 alumnos quedaron afuera virtualmente del sistema mientras que en Río Negro serían unos 23.000.


Apreciaciones por demás inciertas y conservadoras, se ocupa de recortar Alejandro Castro Santander, quien señala que “tenemos cifras generales de la ong Argentinos por la Educación, pero son trabajos relativos porque es comunicación que han tenido con gente que tiene internet, que se puede comunicar, no le han preguntado a los completamente desconectados”.

Hasta ahora sí parece claro que se trabajará como una continuidad pedagógica los ciclos 2020 y 2021, y hasta es posible que 2022, según aventuró Trotta a los medios de comunicación.

Situación abierta

En esa ansiada vuelta a la escuela que la sociedad argentina reclama, los cuatro especialistas consultados refieren la necesidad de un nuevo contrato con los miembros de cada comunidad educativa para adecuar los protocolos de cuidado con días y modalidades de dictado de clases, tanto presenciales como virtuales, que tenga muy presentes las posibilidades, requerimientos y temores de progenitores, docentes y estudiantes de todas las edades.

Porque como señala Quipildor, es necesario que “las condiciones estén dadas para que los chicos puedan volver de una manera segura y que esos padres también puedan sentirse confiados de que la escuela es el mejor lugar donde pueden dejar a sus hijos”.

Para las profesionales Berguer y Vellico “el regreso a la escuela no puede ser sólo una decisión gubernamental. Quienes estén en el escenario, en el campo educativo deben tener un espacio para desplegar sus opiniones, sus propuestas y sus pareceres. Y sobre todo los chicos y chicas porque para que el regreso sea posible, precisan comprender cuáles son las nuevas legalidades de este espacio educativo transformado”.


En cuanto a la otra gran preocupación que son los contenidos, los cuatro especialistas coinciden en que hay que cambiar la currícula.

Ornella Vellico y Pamela Berguer opinan que “no podemos pensar en los contenidos escolares como hasta ahora. Es necesario que podamos darle un espacio privilegiado a los chicos y chicas. Durante todo el año pasado cada uno de ellos ha aprendido mucho y las diferencias vendrán a potenciar a cada uno; no caigamos en la búsqueda de la homogenización y la igualdad de saberes y contenidos para todos porque iremos derecho al fracaso institucional. Promovamos la construcción de un nuevo escenario educativo en que el contexto social, cultural y mundial se entrelace con lo escolar. Serán tiempos donde reinen las preguntas y no tanto las certezas”.

Castro Santander razona “tenemos una unidad pedagógica, una realidad en 2020 que fue muy pobre, alumnos que no estuvieron directamente y es como si no hubieran ido nunca a la escuela. Otros lo han hecho -bien, mal, regular-; hay que evaluarlo. Luego de esa diagnóstica, hay que reprogramar ese proyecto que estaba pensado para una normalidad, hay que cambiarlo”.
Priorizar. “Menos es más”, sugiere. “En momentos en donde se ha visto todo tan disminuido y coartado hay que seleccionar los contenidos fundamentales que el chico no puede dejar de tener y que le permiten ir promocionando. Va haber un montón de cosas que vamos a tener que renunciar, que a uno le gustaría dar pero no están dadas las condiciones para eso”.

En esa línea, Emilse Quipildor precisa “hay estudiantes que no han podido tener siquiera el contacto una vez cada dos semanas con sus docentes. Por eso tenemos un gran número que están en un grupo de riesgo y es el educativo. Todo el año pasado se habló de una planificación bianual. Los docentes van a tener que evaluar qué tipo de contenido han podido brindar y qué es lo que va quedando y se van a encontrar”. Propone además que “esos días que los estudiantes puedan estar presentes juntos, se puedan desarrollar propuestas de aprendizajes colaborativos, investigaciones”.


Cada director o directora, sea primaria o secundaria, conoce de su escuela lo tecnológico, didáctico, el espacio, el presupuesto; y sabe que alguno de estos tópicos los va a encontrar peor todavía; pero es quien tiene el “lápiz” para ver cuál es la realidad. Antes del primer día de clases le espera, al menos:

• Hacer un análisis muy serio de su propia realidad,
la física, las condiciones de sanidad (agua, baños, provisión de artículos de higiene y limpieza) y el presupuesto para ello.

• El recurso humano, cuántos docentes y personal va a contar en el lugar.

• El tema de cómo se hará el distanciamiento en esa escuela en particular.

• Recuperar el contacto con los desconectados del sistema.


• Repensar su proyecto curricular institucional: qué se va a dar, cómo se va a dar, cuánto se va a dar.

La manera de acompañar al docente, que al no estar respaldado por los límites físicos del aula, sino en patios o al aire libre, le será más difícil controlar a los chicos. ¿Colaborarán los padres como en otros países?

• El problema de la velocidad de conexión y de las capacidades que tiene cada uno de los docentes y familias para continuar con educación remota.

Estimación

1.300.000 alumnos
no universitarios, de los 13 millones que componen la totalidad del sistema nacional han quedado sin contacto alguno con la escuela
10 %
del alumnado de todos los niveles, inicial, primario, secundario, especial y adultos de todo el país ha quedado sin formación según el Ministerio de Educación de la Nación. Especialistas creen que es mucho más.

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