Viaje a los paisajes nevados del norte neuquino: dónde ir y cómo llegar

Cascadas, volcanes, cajones, tótems naturales, la cordillera pintada de blanco: por estos días las joyas del norte de la provincia se ven así. Martín Muñoz, guardafauna y fotógrafo, lo recorre a diario y capta estas imágenes de esos paraísos vírgenes.

El norte neuquino es una maravilla que vale la pena descubrir también en invierno, con sus paisajes nevados. Ya cuando vas por la mítica ruta nacional 40, después de una curva sigue una recta que conduce hacia Chos Malal (390 km desde Neuquén capital), las montañas que aparecen como telón de fondo te trasladan en un golpe de vista a los paisajes andinos. Si esa imagen es impactante, lo que sigue se pone cada vez mejor, una sorpresa tras otra.

Ruth y su caballo «Moro» en la ruta 43 a unos 15 km de Varvarco. Foto: Martín Muñoz.

Pero antes de seguir, es bueno saber que la ciudad cabecera del norte de la provincia es un destino en sí mismo, mucho más que una oportunidad para cargar combustible y tomar algo y cargar el termo. Si bajás a estirar las piernas en la primera capital neuquina vas a respirar historia y a comprobar que la costanera está a la altura de la belleza agreste que la rodea. Volveremos a Chos Malal, en esta ocasión seguimos viaje más al norte para acompañar las recorridas del fotógrafo y guardafauna Martín Muñoz, experto conocedor de la zona.

La Cordillera del Viento en las cercanías de Andacollo.

Después hay que tomar la escénica ruta provincial 43. El parte diario de Vialidad de Neuquén indica que hoy está transitable con precaución por probabilidad de hielo por heladas matutinas. Frente a Andacollo es la primera parada de este recorrido, de cara a los maravillosos paisajes que propone la Cordillera del Viento. Por allí anduvo en los últimos días Martín y aquí comparte las imágenes. «Hasta Manzano Amargo y Los Bolillos se llega bien, los caminos están bien, sin barro«, cuenta.


Rumbo a Los Bolillos


Ya otra vez en la 43, una vez que pasás Las Ovejas (hasta donde llega el asfalto) hay que seguir por el ripio y la tierra hasta Varvarco. Aunque pasa la máquina, mejor ir con cuidado por los serruchos.

Una vez que cruzás el puente sobre el río, hay una parada que no te podés perder: la confluencia de los ríos Neuquén y Varvarco.

La confluencia de los ríos Neuquén y Varvarco.

Después hay hacer unos 15 km más hasta el desvío a Los Bolillos, que indica el cartel. Son 4 km más hasta el santuario de los tótems naturales de la Patagonia, que invitan a viajar en el tiempo: fueron esculpidos durante millones de años por el viento, la lluvia y la arena.

Ya desde donde dejás el auto, sobre una loma, la vista es estremecedora: una sucesión de rocas con forma de agujas, conos y domos que viran del rojo al ocre. Detrás, los campos de los crianceros y los álamos y pinos que protegen los puestos en el valle del río Varvarco. Más allá, entre las nubes, se recortan los picos nevados de la cordillera. Una panorámica incluye más maravillas en forma de piedra tallada a derecha e izquierda, bajo el cielo celeste de una soleada mañana invernal en la Patagonia.

Los Bolillos, norte neuquino. Foto: Martín Muñoz.

Por si le faltara un detalle, las cruces escondidas entre las rocas remiten a tiempos de pestes y leyendas. Escala siguiente: el cajón del Covunco.


El cajón del Covunco


Cajón del Covunco. Foto: Martín Muñoz.

El Cañadón del Covunco está a 30 km de Varvarco en el Área Natural Protegida Domuyo, en el corazón del norte neuquino. Sus paredones se acercan por tramos a los 200 metros de altura en este sitio bendecido por su belleza sobrenatural donde nidifican los cóndores. Tiene unos cinco km de extensión y apenas unos 20 metros de ancho donde se hace más angosto.

Recorrida por los paisajes nevados del norte neuquino.

Durante su trayecto atraviesa los géiseres de Los Tachos y en los meses sin deshielo la temperatura ronda entre los 30°C y los 35°C. Luego de atravesar el cañadón, desemboca en el río Varvarco y es uno de sus afluentes que le aporta la turbidez que se hace evidente cuando confluye con el río Neuquén, otro espectáculo recomendable desde el mirador de Varvarco.

Aquí se encontró con una familia de cóndores: mamá, papá y el pichón. Foto: Martín Muñoz.

En estos días se puede llegar en un trekking con guías y se estima que en un par de semanas se podrá hacerlo en camionetas, pero hay que chequear antes en Vialidad.


Volcán Domuyo


Volcán Domuyo. Foto: Martín Muñoz.

Como un enorme faro blanco que custodia la Patagonia, el volcán Domuyo está ubicado en el Área Natural Protegida se trata de un lugar para contemplar desde la ruta pero para acercarse es recomendable llegar con guías y siempre dando aviso a los guardarques para contemplar esta zona desde lo alto.


Cascada La Fragua


Cascada La Fragua. Foto: Martín Muñoz.

Tiempo de desandar el camino y volver atrás por la ruta 43, cruzar el puente. Ahi nace la ruta 54 que lleva a Manzano Amargo. Cuatro km después, está la cascada La Fragua, un salto de agua de unos 40 metros. Allí cae el arroyo La Fragua, que nace en las surgientes del bosque de los Llao Llao, unos 5 km arriba. Hay un espacio amplio para estacionar y un sendero que lleva hasta el mirador reacondicionado. Hay que caminar con mucho cuidado para no resbalar sobre la nieve y el hielo. En el invierno, con las temperaturas extremas, suele congelarse.

¿Hasta dónde se puede llegar por la ruta 54? Consultado por el Voy hoy por la mañana, otro gran conocedor de la zona como Chicho Aravena, ex comisionado de Fomento de Manzano Amargo relató que las rutas 43 y 54 están bien mantenidas y que por la 54 se puede llegar hasta Pichi Neuquen a unos 10 km de la cascada. «Desde ahí solo se puede hacer unos kilómetros más en 4×4, pero no demasiados, por los bardones de nieve», dijo.

Si avanzás un poco más hacia el oeste desde el salto de agua, quizás te encuentres a Brian y Mario, que caminan y caminan y trepan y trepan con sus tablas para esquiar en las laderas del cerro Frutillar y mostrarle al mundo lo linda que es la tierra donde viven.


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