Dormir bien para cuidar el cerebro: cómo el descanso influye en el riesgo de ACV

El sueño es un regulador clave de la salud vascular y metabólica. Su alteración puede aumentar significativamente el riesgo de accidente cerebrovascular.

Por Miriam Vincente (*), especial para Estar Bien, la multiplataforma de BIENESTAR de Diario RÍO NEGRO.


El sueño juega un papel fundamental en la regulación de múltiples factores de riesgo asociados al accidente cerebrovascular (ACV). Un descanso de mala calidad o insuficiente puede descompensar diversos sistemas del cuerpo, aumentando la probabilidad de desarrollar condiciones que predisponen al ACV.

Vale recordar que la hipertensión es el principal factor de riesgo para el ACV, y la calidad del sueño tiene una relación directa con su regulación. Durante el sueño profundo, la presión arterial tiende a disminuir en un proceso llamado “descenso nocturno”. La falta de sueño, o alteraciones como el insomnio y la apnea del sueño, pueden interrumpir este descenso, favoreciendo una presión arterial elevada tanto durante la noche como en el día.

La apnea obstructiva del sueño (AOS), caracterizada por episodios repetidos de obstrucción de las vías respiratorias mientras dormimos, se asocia con aumentos sostenidos de la presión arterial y un mayor riesgo de ACV. Además, provoca desaturación de oxígeno, estrés oxidativo y disfunción endotelial, que agravan el riesgo cardiovascular.


El sueño como taller de reparación

Fotos gentileza.-

El sueño es considerado, junto a la alimentación y el ejercicio físico, uno de los pilares de una vida saludable. Aunque parece una función pasiva, es un proceso tremendamente activo. Mientras dormimos, el cerebro no deja de trabajar, pero lo hace de forma distinta a la vigilia. Es como llevar el cuerpo a un taller de reparación nocturno: se pone a punto, se limpian residuos y se regulan funciones esenciales. Claro que eso requiere de un mínimo de horas. Dormir menos implica dejar funciones sin completar, con efectos acumulativos en la salud.


Enfermedades cardiovasculares y trastornos del sueño

La relación entre el sueño y la salud cardiovascular está ampliamente documentada. El sueño inadecuado o interrumpido incrementa el riesgo de arritmias, insuficiencia cardíaca e infarto de miocardio, que a su vez son factores de riesgo directos para el ACV. La apnea del sueño también se asocia con fibrilación auricular, una arritmia común que aumenta significativamente el riesgo de ACV isquémico.


Estrés crónico y disfunción autonómica

El sueño es esencial para la recuperación física y mental. La privación crónica activa el sistema nervioso simpático, lo que aumenta el estrés, la inflamación sistémica y la disfunción del sistema nervioso autónomo. Esto contribuye a la aparición de hipertensión y otras condiciones proinflamatorias que predisponen al ACV.


Diabetes tipo 2 y metabolismo alterado

El sueño insuficiente o irregular altera el metabolismo de la glucosa, aumentando la resistencia a la insulina y el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. La hiperglucemia crónica y la diabetes mal controlada son factores de riesgo importantes para el ACV: dañan los vasos sanguíneos cerebrales, favorecen la aterosclerosis y aumentan la inflamación.


Obesidad y desregulación del apetito

La falta de sueño altera las hormonas que regulan el apetito, como la leptina y la grelina. Esto favorece un mayor consumo calórico y la acumulación de grasa corporal. El aumento de peso, especialmente la obesidad abdominal, incrementa el riesgo de hipertensión, diabetes y dislipidemias, condiciones que predisponen al ACV.


Depresión, ansiedad y riesgo aumentado

Los trastornos del sueño están estrechamente relacionados con la salud mental. La depresión y la ansiedad, que muchas veces coexisten con insomnio o hipersomnia, aumentan el riesgo de ACV. Esto se debe a sus efectos indirectos sobre la presión arterial, la inflamación y los hábitos poco saludables como el sedentarismo o el tabaquismo.


Ritmo circadiano y salud cerebral

Los desajustes en los ritmos circadianos, como los causados por trabajos nocturnos o viajes frecuentes con cambios de huso horario, pueden afectar la presión arterial, el metabolismo y la salud cardiovascular. Estudios demuestran que las personas con alteraciones en su ciclo sueño-vigilia tienen mayor riesgo de eventos cardiovasculares, incluido el ACV.


Recomendaciones para reducir el riesgo de ACV

  1. Dormir entre 7 y 9 horas diarias. Dormir menos de 6 o más de 9 horas eleva el riesgo de ACV, según estudios.
  2. Tratar la apnea del sueño. Es fundamental diagnosticarla y tratarla con dispositivos CPAP o cambios en el estilo de vida.
  3. Mantener horarios regulares. Un patrón de sueño consistente ayuda al equilibrio hormonal y metabólico.
  4. Evitar estimulantes. Reducí el consumo de cafeína, alcohol y tabaco, especialmente antes de dormir.
  5. Controlar enfermedades asociadas. El buen manejo de hipertensión, diabetes y obesidad es esencial para reducir el riesgo.

(*) Miriam Vincente es neurocirujana y neurointervencionista en Neuquén.