El tercero excluido

Marcelo Antonio Angriman

*Abogado, Profesfor Nacional de Educación Física, docente universitario. angrimanmarcelo@gmail.com

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Peter Norman fue solidario con una causa que consideraba justa. A pesar de ser un gran velocista, ganó la carrera de mayor resistencia moral que recuerde el atletismo.


El tercero excluido es una ley de la lógica según la cual de dos proposiciones, si una niega lo que se afirma en la otra, una de ellas es necesariamente verdadera.

Así podríamos arriesgar a decir que una persona fue transgresora y al mismo tiempo sostener que no lo fue o que fue un héroe y al unísono negarlo. Más por aplicación de esta regla, solo una de las alternativas sería válida.

Tal lo sucedido con Peter Norman, el tercer protagonista de una de las fotos más simbólicas de la historia del deporte.

La imagen muestra a Tommie Smith (307) y a John Carlos (259) estadounidenses negros sobre un podio, levantando cada uno un brazo con sus puños enguantados y la cabeza gacha, mientras se entonaban las estrofas del himno nacional de su país.

Acababan de obtener el primer y tercer puesto respectivamente, en la prueba de 200 metros llanos de los Juegos Olímpicos de México 1968.

Smith (19,83 segundos) y Carlos (20,10 segundos) eran los claros favoritos de la contienda. Sin embargo y en un descomunal sprint final un ignoto rubio, logró colarse entre ambos y clasificar en segundo lugar con 20,06 segundos.

Al momento de acceder a la premiación, los norteamericanos confían a Norman que harán una protesta en reclamo por los derechos de las minorías y la no discriminación racial en tiempos en los cuales, recientemente, había sido asesinado Martin Luther King. Razones personales movilizaban a los atletas afroamericanos, ya que parientes suyos eran prácticamente esclavizados en los algodonales de Luisiana. Pero en el caso del australiano todo parecía ajeno y distante.

Grande fue la sorpresa de Smith y Carlos cuando el hombrecito del dorsal 111 les contestó: “Creo que todo hombre tiene derecho a beber la misma agua. Creo en lo que creen ustedes”.

Es más, fue el propio Norman el que sugirió que, ante el olvido de un par de guantes, utilizaran uno cada uno en una mano distinta. A su vez pidió a otro atleta le prestase un distintivo -la OPHR (Proyecto Olímpico para los derechos humanos)- que lució en su pecho al momento de la coronación

Al preguntarle la prensa sobre su muestra de apoyo, el blondo velocista que pertenecía a una familia integrante del Ejército de Salvación, se quejó de que la “Australia blanca” excluía a los aborígenes, además de otras muestras de rechazo social que generaban desventajas económicas por pertenecer a determinados grupos étnicos.

Por ese entonces el deporte era un espacio inmaculado, donde la política no podía infiltrarse y era mal vista. A tal punto que, a partir de su gesto, Norman fue perseguido y despojado de todo tipo de reconocimiento.

En los cuatro años siguientes, el oceánico batió 13 veces la marca de calificación en los 200 metros para Múnich 72, pero no lo convocaron al equipo nacional. Los organizadores de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 invitaron a todos los medallistas olímpicos australianos; sin embargo, a su recordman de 200 metros lo ignoraron por completo.

Los medios de su país lo condenaron al ostracismo. El 17 de octubre de 2003, la San José State University descubrió una estatua que conmemora la protesta en los Juegos Olímpicos de 1968. Norman no aparece en dicho monumento, habiendo un vacío en el lugar del segundo puesto.

Mientras poco a poco la mirada sobre los atletas americanos se fue revirtiendo, Norman fallece a los 64 años ante la más absoluta indiferencia de sus congéneres. Previamente había padecido gangrena, enfermedad que casi le provoca la amputación de una pierna y que lo sumió en una profunda depresión.

El día de su despedida en Melbourne, se hicieron presentes Smith y Carlos. Ambos levantaron compungidos el féretro de su querido compañero de podio.

Luego de seis años de su partida, el Parlamento australiano aprobó una declaración de disculpas a Peter Norman reconociendo su coraje al lucir el símbolo de Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos y calificó de “error” que no fuera seleccionado para los Juegos Olímpicos de Munich 1972.

En Australia actualmente hay una estatua en su memoria y el comité olímpico local le entregó de manera póstuma la orden del mérito. Norman, tras aquel día, fue vilipendiado durante el resto de su vida, pero nunca se arrepintió de lo que hizo. Su marca, a pesar de las décadas de conseguida, sigue siendo récord nacional de su país.

Peter Norman fue solidario con una causa que consideraba justa. A pesar de ser un velocista fenomenal, ganó la carrera de mayor resistencia moral que recuerde el atletismo.

Demostró que para ciertas personas no hay terceros excluidos, porque para ellos hay una sola opción, la de hacer siempre el bien.

*Abogado. Prof. Nac. De Educación Física. Docente Univesitario. angrimanmarcelo@gmail.com


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