Cuidado de la piel: Los 4 errores más comunes al ducharse y cómo evitarlos
El cuidado de la piel también depende de la ducha: desde la temperatura del agua hasta el uso de esponjas, ciertos hábitos pueden llegar a dañarla.
La ducha es uno de los momentos que más se disfrutan, sobre todo después de un día agotador, tras realizar actividad física o incluso cuando se busca tener un momento de pausa y relajación. Esto puede llevar a distintos excesos o a seguir recomendaciones que se presentan como positivas, y que a veces pueden resultar perjudiciales para la piel. Te contamos cuáles son los errores más comunes al ducharse y cómo evitarlos.
Cuidado de la piel: Los 4 errores más comunes al ducharse y cómo evitarlos
La higiene personal es una parte esencial de la rutina diaria, pero no siempre se realiza de la manera más adecuada. Según explicó la dermatóloga española Ana Molina en el podcast “Mejor que Ayer”, presentado por el Dr. Borja Bandera, existen errores frecuentes que muchas personas cometen al ducharse y que pueden tener consecuencias negativas en la piel.
La especialista detalló cuatro errores principales que son fácilmente evitables con algunos ajustes en los hábitos diarios. La Dra. Molina destacó que estos errores no solo afectan la apariencia de la piel, sino que también pueden contribuir a problemas como sequedad, irritación o incluso infecciones.
- Agua a temperaturas extremas:
Uno de los errores más habituales, es ducharse con agua excesivamente caliente. Aunque puede resultar reconfortante, especialmente en los meses fríos, exponer la piel a altas temperaturas puede eliminar la capa de grasa natural que actúa como barrera protectora, lo que puede provocar sequedad, picor e incluso agravar condiciones. Así mismo, el agua demasiado fría aunque puede ser estimulante, no es ideal para una ducha relajante. La dermatóloga sugiere optar por agua templada, ya que esta temperatura permite limpiar la piel sin comprometer su hidratación ni su función protectora. - Productos con PH inadecuado (presentes en el jabón o gel de baño):
Aunque algunos geles de baño se promocionan como neutros, esto no siempre significa que sean adecuados. Los productos alcalinos pueden limpiar “demasiado bien”, eliminando no solo la suciedad, sino también los aceites naturales y la microbiota cutánea, que es el conjunto de microorganismos beneficiosos que protegen la piel de agresiones externas. La especialista recomienda elegir productos suaves que respeten el manto lipídico y que estén diseñados específicamente para el tipo de piel de cada persona. - Uso de esponjas:
La humedad que retienen las esponjas crea un ambiente propicio para el crecimiento de microorganismos, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones cutáneas. La doctora sugirió que, en lugar de usar esponjas, es suficiente frotar con las manos las áreas que tienden a acumular más suciedad, como las axilas, los genitales y los pies. Para el resto del cuerpo, dejar que la espuma del gel de baño fluya naturalmente es suficiente para una limpieza eficaz. - La espuma como sinónimo de limpieza:
Aunque puede resultar agradable al tacto, la cantidad de espuma que produzca un gel de baño o un jabón, no tiene relación directa con la limpieza. Su poder limpiador proviene de la composición química, específicamente de las moléculas que interactúan con el agua y la suciedad. Por ello, para elegirlo es importante prestar atención a su pH, a los ingredientes que contiene y a si está formulado para el tipo de piel del usuario. Evitar productos con químicos agresivos y optar por aquellos que incluyan ingredientes nutritivos puede marcar una gran diferencia en la salud de la piel.
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